La escabechina de Wert
Si la ley de Educación, que está en trámite en el Congreso, rezuma rancia ideología, nacionalcatolicismo y sexismo, lo peor es su clasismo
Buena parte de los 41.214 estudiantes andaluces que esta semana se examinan de Selectividad verán interrumpido su sueño: tener un título universitario. No podrán pagarlo. Wert ha reducido drásticamente las becas y ha aumentado las tasas.
Esa es una de las más graves consecuencias de la reforma Wert. Si la ley que está en trámite en el Congreso rezuma rancia ideología, nacionalcatolicismo y sexismo, lo peor es su clasismo.
Decenas de miles de jóvenes con suficiente capacidad intelectual, pero sin dinero, se quedarán fuera del campus. Ni siquiera podrán recurrir a la familia: hay seis millones de parados y los que aún tienen trabajo han visto reducidos sensiblemente sus salarios.
Ese es el panorama después de la batalla planteada por el ministro peor valorado de la democracia contra el sistema educativo público. Una batalla con varios frentes: el clasismo, el hachazo a las becas y el aumento de las tasas.
La llamada Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa introduce tres reválidas, murallas infranqueables para miles de jóvenes procedentes de los hogares más desfavorecidos.
El objetivo no es otro que desviarlos desde edades muy tempranas hacia la Formación Profesional (FP), en cuanto tengan el más mínimo fallo. Por ejemplo: con 13 años (2º de Enseñanza Secundaria Obligatoria, ESO), el niño será desviado a la FP Básica si es repetidor. Al terminar ESO (15 años), deberá elegir entre Bachillerato o FP.
¿Se imaginan la vía que seguirán los hijos de padres en paro? “Niño, vete a la FP, que tienes que ayudar en casa”, dirán sus padres. Difícil será que en los hogares acomodados un joven desarrolle vocación de fresador o ebanista. Profesiones, por otro lado, muy honrosas.
Pero supongamos que ese chico de familia humilde consigue superar los muros de Wert, las reválidas y la prueba de acceso a la Universidad. Se enfrentará entonces a la gran muralla: más tasas y menos becas. Si quiere una ayuda, deberá sacar una nota media de 6,5 y aprobar el 100% de las asignaturas. El joven de familia acomodada podrá terminar los estudios aunque sea un pésimo estudiante. Paga papá.
No es literatura. Los datos corroboran la sospecha de que este Gobierno ultraconservador cerrará el paso a miles de jóvenes sin recursos económicos. Un informe del profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Jaén, Juan Hernández Armenteros, es concluyente: este curso han quedado sin beca 35.000 estudiantes (12%). El ministerio se ha ahorrado 110 millones. El próximo año, será peor: 85.000 estudiantes (30%) no tendrán ayudas. Hay 300 millones de euros menos. En dos años, Wert habrá quitado la beca a una tercera parte de los estudiantes que la disfrutaban. Retrocedemos diez años.
La Consejería de Educación de la Junta de Andalucía ha cifrado en 16.719 alumnos (bachiller, FP y universidad) los que han perdido la beca. Una “escabechina”, en palabras de la consejera Mar Moreno.
La otra gran criba son las tasas: han subido 540 euros de media. Un recuento de este periódico arroja la escalofriante cifra de 30.000 jóvenes que serán expulsados de la Universidad este curso por no pagar la matrícula. 5.700 son andaluces.
En Andalucía estudia el 20% de los alumnos españoles, y el 28% de todos los becados del país. La repercusión social de la clasista reforma de Wert será dramática en la comunidad con el mayor índice de paro del país: 36,87% (EPA). Seguiremos en el furgón de cola: con menos universitarios y más jornaleros.
En el mejor de los casos, esos jóvenes obtendrán un diploma de FP. Curioso: el único tramo en el que suben las becas es FP Básica, el peldaño más bajo de la escala educativa. Esa que Wert ha decretado intransitable para millones de jóvenes. Aunque tengan capacidad. Porque esta ley no mejora la calidad de la enseñanza. Mejora a los de siempre.
@JRomanOrozco
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