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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Confianza

Estamos pagando en carne viva, aunque unos más que otros, nuestras exuberancias pasadas

El campo de la psicología humana tiene una notable influencia sobre la actividad económica, aunque hasta el momento no se haya cuantificado su efecto en la determinación del nivel general de producción de un país. Fue Keynes el primero que advirtió esta influencia (“animal spirits”) al buscar una razón para la elevada volatilidad de la inversión, cuya cota no se explicaba por la evaluación de sus rendimientos esperados, sino que atendía más bien al optimismo psicológico de los agentes económicos.

En los setenta los “animal spirits” se utilizaron para explicar los ciclos económicos, considerando a la economía de mercado como una especie de enferma mental por el comportamiento maniaco-depresivo de sus agentes económicos, que generan aumentos imprevisibles en la valoración de los activos de un determinado sector o actividad (fase maniaca). Esta hinchazón, alimentada por el crédito del sector financiero acaba produciendo una burbuja que finalmente explota (fase depresiva) y ya tenemos completado el ciclo. Posteriormente, el comportamiento psicológico irracional de los agentes económicos (incluido el gobierno) se ha utilizado para ofrecer una explicación general del mal funcionamiento de los mercados, que como consecuencia, no se ajustan al equilibrio con facilidad o son poco eficientes.

La confianza en que las cosas van a salir bien o que van a salir mal según nuestro estado de ánimo y no según la racionalidad de los hechos es otra forma de interpretar los “animal spirits” y, al mismo tiempo, es una de las palancas que mueven la economía capitalista y la hacen fluctuar como un Dragon Khan.

¿Y de que se alimenta esa confianza? Pues de muchas cosas: por ejemplo, del estado de opinión general sobre la marcha de la economía, de ideas comúnmente compartidas como aquella de que las viviendas nunca bajan de precio o de los anuncios del gobierno, entre otras.

Como ya saben, actualmente estamos pagando en carne viva, aunque unos más que otros bien es cierto, nuestras exuberancias pasadas, encontrándonos en la etapa depresiva de un trastorno bipolar inmobiliario. Por tanto, nuestra confianza ha variado de signo y cualquier anuncio, idea u opinión positiva, de las cuales hay más bien pocas, tienden a infravalorarse, mientras que las negativas tienden a sobredimensionarse, sumergiéndonos más, si cabe, en el pozo.

Imagínense pues como debe estar la psique colectiva con los anuncios que, desde Bruselas día sí y día también, nos “recomiendan” nuevos recortes, más impuestos y más reformas a acometer, mientras que el gobierno calla, contradice o recientemente saca pecho anunciando, no brotes verdes, que tontería, sino coloraciones rosas propias de la estación del año, como los datos de paro del pasado mayo.

Menos mal que esporádicamente podemos relajar nuestra psique con un poco de evasión, disfrutando de las apariciones de cómicos impagables como Stan Laurel con sus guiños, muecas y fruncimientos, o de Buster Keaton que con su efigie seria e inconmovible nos provoca carcajadas sin fin. ¿Se han preguntado alguna vez qué sería de nosotros sin estos monstruos del humor?

Juan Usach es doctor en Economía

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