La noche de Lucía Lacarra

El actual director de la Compañía Nacional de Danza [CND] José Carlos Martínez es, a efectos del ballet y su historiografía, francés. Incluso así aparece en los diccionarios: "Bailarín francés nacido en 1969”. Ni siquiera pone el Larousse, por delicadeza, Cartagena (Murcia), que es su patria chica. Prácticamente toda su educación profesional discurrió en Francia, primero en Cannes (Escuela de Rosella Hightower, donde tuvo maestro español: José Ferrán, pero igualmente educado en Francia) y después en la Ópera de París (escuela y compañía, donde hizo carrera escénica e intentos coreográficos). Todo esto explica su obcecación escolástica con que fuera en París y en la desaparecida ópera Le Peletier) donde primero se bailó en zapatillas de puntas, atribuyéndoselo a una sueco-italiana: Maria Taglioni. Pues no. La historia no es tan sencilla. Hablando en paridad al avatar contemporáneo del ballet, las zapatillas de puntas no son ni siquiera un lenguaje, sino una herramienta, parte articular de un sistema.

En esa búsqueda incesante de una identidad la CND ha sido dos veces de égida española (Ullate, María de Ávila); rusa (Maya Plisetskaia); holandesa y centroeuropea (Duato) y ahora toca lo francés. Hasta el momento, lo más notorio que ha llegado de París son los tutús diseñados por una bailarina de la casa titular gala: Agnès Letestu. Habrá que dar tiempo y ver los efectos de esa ilustrada tradición en nuestra magra agrupación cambiante.

Esta vez en el Teatro de La Zarzuela la CND pareció algo más entonada. Los mejores sin duda Lucía Lacarra y Marlon Dino (invitados del Ballet de Munich), que estuvieron magníficos, compenetrados y muy líricos en Tres preludios; también lucieron calidades y matices en Dama de las camelias.

Erráticos, faltos de garra y poco conjuntados los elencos de Who cares? y Herman Schmerman, habida excepción en ambos de un entregado y virtuoso Anthony Pina, de salto espectacular y ejecución esmerada.