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crítica | jazz
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Pianista en singular

Moisés Patricio Sánchez se muestra como un jazzista consumado en el Café Central con un estilo abrumador, torrencial, excesivo en ocasiones y casi siempre lírico

Lo primero que uno piensa es que se han vuelto locos. No hay muchos clubes de jazz en el mundo que se atrevan a programar una semana de conciertos a piano solo. El público, en los clubes de jazz, es ruidoso por naturaleza y si por algún milagro llega a hacérsele callar, está la sinfonía de vasos de cristal chocando entre sí, o la orquesta de jazz manouche que decide instalarse a la puerta del establecimiento con el consiguiente, e inevitable, estruendo. Moisés lo aprendió el mismo lunes, primer día de su tanda de conciertos en el Café Central, en el que no hubo de todo. Había quien dudada que fuera capaz de lograrlo.

Moisés Patricio Sánchez, tenía 10 años cuando Tete Montoliu se subió a este mismo escenario con idéntico propósito al suyo y un instrumento que, ¡ay!, no era el mismo; eso que hemos salido ganando. Compárense los pianos, más no a los pianistas. A sus 33 años, el madrileño es un jazzista consumado, con mucho terreno recorrido y mucho más por recorrer, y un público que le sigue de cerca en los Estados Unidos y Japón, donde hace tiempo que le tienen echado el ojo; por algo será. En el Central, está sometiendo a prueba el repertorio que va a incluir en su próximo disco con algo de autobiográfico. Piezas como Pequeño gran héroe o El camino de Bela remiten a los héroes juveniles del jazzista, Genesis y Bela Bartok, respectivamente. Abrumador, torrencial, excesivo, en ocasiones, lírico, casi siempre, cada una de sus piezas es un recorrido por la historia del jazz, de los orígenes a la modernidad.

En el bis, alterna, un día los Beatles -Here, There and Everywhere-, el siguiente Peter Gabriel -Washing Of The Water-. Ya saben: no importa lo que toques, sino cómo te lo montas. El jazz, o sea.

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