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Paso fugaz del ‘ciberchamán’

El gran ‘performer’ chicano Guillermo Gómez-Peña concluye un espectacular taller intensivo con una acción multitudinaria en la Capella del Macba de Barcelona

Un momento de la dura performance de Gómez Peña y La Pocha Nostra, en la Capilla del MACBA.
Un momento de la dura performance de Gómez Peña y La Pocha Nostra, en la Capilla del MACBA.CONSUELO BAUTISTA

Lavar los pies, acción clásica, presente en diversos rituales de expiación y purificación, fue la elegida por los alumnos del PEI, el Programa de Estudios Independientes del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) para dar la bienvenida al público de la acción Corpo Insurrecto 3.0. Acciones psico mágicas para un mundo desorbitado. La obra marca el regreso a Barcelona de Guillermo Gómez-Peña, fundador de La Pocha Nostra, el grupo de performance latino-americano más influyente de las últimas décadas.

Artista de referencia interesado por el accionismo vinculado a las nuevas tecnologías, centrado en temas de identidad, género y estereotipos culturales y sociales, Gómez-Peña (México, 1955) encaja perfectamente en el programa de Beatriz Preciado, directora del PEI, teórica de los movimientos queer y postporno, y “hermafrodita de diseño”, según su propia definición.

Tras un taller intensivo de 18 horas en dos días, sin una queja por el jet-lag, Gómez-Peña, Dani D’Emilia y otros miembros de la que llama “su tropa”, han puesto en escena una acción, que se alimenta del archivo conceptual y visual de La Pocha Nostra reinterpretado bajo el prisma de los conflictos europeos y, en especial, españoles.

Subido en la primera plataforma de las cuatro que componen el montaje, Gómez-Peña ofició de chaman de la que define una “extraña misa pagana postapocalíptica, un ritual de pedagogía radical disidente, en el cual la práctica artística se convierte en herramienta de trasformación social”.

El público, quizás cohibido por la parafernalia truculenta y la voz íntima, seductora y a la vez fría del artista declamando fragmentos poéticos, teóricos y de corte activista, se sentó en el suelo, pero Gómez-Peña consiguió que se levantara y empezara a deambular por las diversas plataformas, donde se desarrollaban historias simultáneas y complementarias.

En el centro del espacio, tendida sobre una camilla, la comisaria Fernanda Nogueira se prestó a que una acupuntora plagara su cuerpo desnudo de agujas con banderitas de corporaciones multinacionales. La colonización del cuerpo de Nogueira duró casi toda la hora y media de la acción. Finalmente, el tecnochamán invitó los presentes, que llenaban la Capella del Macba hasta la bandera, a descolonizar el cuerpo arrancando las banderitas, que la acupuntora volvió a pinchar, este vez en el corazón de una vaca.

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Los elementos grandguiñolescos y sexualmente provocadores se concentraron en la tercera plataforma, donde la brasileña Dani D’Emilia, junto a una alumna del PEI, realizó simulacros de notable impacto visual. Tras haber encarnado diferentes arquetipos sociales y políticos, empezando por el Mexterminator que le dio a conocer en España a finales de la década de los 90, Gómez-Peña ha ampliado su discurso inicialmente enraizado en las contradicciones entre México y Estados Unidos, alcanzando un nivel global. “Las discriminaciones que denunciábamos hace diez años siguen vigentes, incluso son más virulentas. Se están cerrando las fronteras y la clase política trabaja para instaurar una cultura del pánico, capaz de bloquear la iniciativa ciudadana”, asegura el artista que, “aunque genere ideas y no objetos”, realiza periódicas incursiones tácticas en el mercado del arte con portfolio de fotografías y vídeos, que vende en galerías y también a través de su web.

A la salida, las caras de la gente transmitían satisfacción, pero también cierto cansancio. “Esto no es teatro, no es algo que se consume: es un acto participativo, un ritual de transformación social”, concluye Gómez-Peña.

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