La medicina es un cuento
Maite Urchueguía busca romper con sus libros la distancia entre hospital y paciente
Los hospitales suelen ser sitios asépticos donde uno acude a analizarse o curarse alguna dolencia. Este primer escollo hace que el común de los mortales les tenga un pellizco de inquina. Que los evite o que espere no pisarlos en mucho tiempo. El objetivo de Maite Urchueguía (Valencia, 1969) no es, ni mucho menos, alentar a la gente a que acuda en masa a estos lugares, pero sí quitarles ese rechazo inicial, esa alergia irracional y paralizante. Romper esa distancia entre el personal sanitario y el paciente. Humanizarlos, en suma.
Por eso, esta cirujana valenciana ha creado a Los Cuidix, unos seres diminutos que viven en los respiraderos de los hospitales y que se encargan de acercar la medicina a los niños. En su lucha por comprender el cuerpo humano y la relación entre la salud y el cuidado propio, estos entes descubrirán enfermedades o actitudes que hieren a las personas. “Ser un cuidix es cuidarse los unos a los otros, incluido a nosotros mismos”, resume Urchueguía, que pretende que este concepto abstracto se convierta en un término más del acervo popular.
Algo muy próximo a su realidad cotidiana: “La idea surgió en mis horas de guardia”, comenta. Allí, mientras atendía a cada paciente, empezó a configurar unas historias que después le narraba a su hija de seis años. “Cuando volvía a casa, mi niña me preguntaba y yo le relataba todo tipo de leyendas sobre estas criaturas extraordinarias”. No en vano, la frase que introduce la primera historia reza: “Los cuentos se escriben para que los niños se duerman y los adultos se despierten”, de Hans Christian Andersen, que algo debía de saber del tema.
Esta rutina materno filial fue transformándose en una empresa mucho mayor: inocular en la sociedad (así, en bruto) el germen de la salud. Para eso creó a cinco personajes, les dio forma y los introdujo en un sinfín de aventuras que tienen lugar en los túneles de ventilación de un hospital. Los armó de misiones, los rehogó con técnicas narrativas y los convirtió en un libro titulado La primera aventura de Teli. De este ímpetu literario salieron 3.000 ejemplares autoeditados. “Mi marido decía que 100 o 150 como mucho”, ríe. Se acabaron. Y la especialista en otorrinolaringología se lanzó a por una segunda novela, Teli y el doctor Navarro.
De todo esto hace tres años. Hasta que, en abril, Ediciones B compró los derechos y lanzó una tirada de miles de ejemplares con las dos primeras historias. Una iniciativa que se complementa con un cedé de música producido y compuesto por Nacho Mañó (músico conocido, sobre todo, por el grupo Presuntos Implicados) y Gisela Renes. “El objetivo es crear una fundación y que se convierta en una asignatura más a impartir en escuelas”, explica animada Urchueguía, “donde los niños aprendan a cuidarse entre ellos, y sobre todo a los enfermos”.
Parece una ilusión inalcanzable. Sin embargo, el empuje ya ha logrado poner en venta almohadones y peluches de Los Cuidix. Y va camino de convertirse en una serie de televisión o una película. “Mi sueño es que del guion se encargue Albert Espinosa”, relata la autora, que dice haber conseguido hablar con él en una feria del libro. “Hay que tirar por lo más alto”, añade. “Si él ha conseguido que lo adapte Spielberg…”, deja caer en relación a la serie Pulseras Rojas, creada por el escritor catalán y que tendrá una versión norteamericana.
No solo eso. El departamento de la Unesco para la protección intangible de las civilizaciones se ha comprometido a emprender un proyecto educativo con estos personajes y a propagar la filosofía de la médica. “El siglo XX ha sido el del progreso tecnológico, pero el XXI tiene que serlo del espíritu, del cuidado del alma”, sostiene. Esta especialista en cirugía de cabeza y cuello cree que es necesario avanzar en aspectos más emotivos que profesionales. “Hay que adecuar las salas a los niños o dotar de psicólogos la UCI”, argumenta. “Generalmente, el paciente tiene miedo por una enfermedad. A esto se le junta la ignorancia y el choque tan fuerte que sufre, y hay que darle información de algo tan duro”.
Estas carencias también apuntan a su sector. “Es una falacia lo de que hay que distanciarse del paciente”, repite, “se puede ser muy bueno técnicamente y a la vez ser un médico personal”. Un talante donde los recortes presupuestarios no tienen nada que ver: “Son una excusa”. “Los españoles deciden qué tipo de vida quieren y qué trato reciben”, argumenta.
¿Cómo remediar estos obstáculos? “Mi problema principal es que la gente se cuide”, sintetiza, “que se alimente de forma correcta, que se preocupe por los demás y que tenga en cuenta a los médicos, celadores, enfermeras, vigilantes y a todos los encargados de su bienestar”. Un objetivo nada modesto que ya ha arrancado. Porque Maite Urchueguía, según confiesa su agente literaria, “es una luchadora, piensa a lo grande y seguro que al final lo conseguirá”.
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