Locutorios bajo el paraguas gremial
El sector crea una asociación para unificar peticiones ante la Administración y sortear la crisis
La suerte acompañaba ayer por la tarde al paquistaní Sana Ullah. En su locutorio del Raval media docena de personas ocupaban las pantallas de ordenador navegando por internet. Una imagen que, según él, no refleja la realidad de los dos últimos años. “Se han marchado muchos inmigrantes, en cada calle hay un locutorio como el mío y ahora todo el mundo tiene un teléfono móvil con internet.” Así resumía la compleja situación que le permite apenas ingresar el equivalente a un salario en un negocio que regenta junto a su hijo y que abre doce horas durante los siete días de la semana.
La Confederación del Comercio de Cataluña cifra en unos dos millares el número de locutorios existentes. Y la mayoría de ellos con una situación parecida: los problemas de Sana Ullah. Por ello, de la mano de su servicio de acogida a comerciantes inmigrantes, la patronal decidió en diciembre constituir un gremio de locutorios que les una ante las dificultades de la crisis, una su voz ante las administraciones y establezca unos mínimos de calidad para el sector. El secretario del gremio, Osama Alkhatib, asegura que la iniciativa ha tenido de momento una buena acogida, unos 80 empresarios están dispuestos a asociarse, y que ahora toca extender el gremio por toda Cataluña.
“Los locutorios están cada vez más hundidos. Los que no no han cerrado o se han convertido en fruterías siguen sufriendo la caída de ventas”, sentencia Abdul Razzaq Sadiq, presidente del gremio y propietario de uno de los negocios desde 2009. Razzaq tiene esperanzas de que se puedan cambiar ordenanzas y que los locutorios puedan comercializar productos vinculados a la telefonía y que la nueva patronal dé nuevos bríos a un sector que vivió sus mejores épocas durante 2005.
“Entonces, solo en L'Hospitalet había unos 600 locutorios, hoy apenas hay 100”, señala uno de los propietarios de locutorios más veteranos, Syed Zafar Ali Shah, que inició su andadura en 1999. En los buenos tiempos, llegó a regentar negocios en Cornellà, Caldes de Montbui, Badalona, l'Hospitalet y Mollet. Hoy solo le quedan los dos últimos. “Han caído nuestras ventas pero han subido los precios de los alquileres y las presiones de los ayuntamientos”, explica. En su opinión, no todos los problemas proceden del exterior de los locutorios. Reclama elevar la calidad que se ofrece para volver a atraer a posibles clientes y respetar las leyes. “Tenemos que poner carteles en catalán”, asume de forma automática, sin ser cuestionado.
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