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Manel, profetas solo entre los suyos

Pese a su buena actuación en el festival, jugaron a ser un grupo menor

Actuación del grupo Manel en el Primavera Sound
Actuación del grupo Manel en el Primavera SoundGIANLUCA BATTISTA

No es un desdoro, ni resta un ápice de proyección al grupo, menos aún a su música, pero Manel actuaron en uno de los escenarios principales del Primavera Sound…. sin llenarlo. Nada extraño, todo debía estar previsto, la nutrida colonia extranjera estaba en Tame Impala y su grado de conocimiento de Manel se aleja de cero un milímetro. Un equipo de TV3 realizó una encuesta y nadie, ningún extranjero, conocía al grupo. Normal pues que su concierto no fuese de masas. ¿Problema? Ninguno.

Patroneando su embarcación según una ruta establecida, Manel escogió este contexto para presentar su tercer disco, Atletes baixin de l’escenari, y lo hizo sin apenas variación de guion aunque, eso sí, Guillem Gisbert esta vez no enhebró sus calculadas y preciosistas alocuciones, apenas un saludo y poco más. El hieratismo de la banda, sin el contrapunto humorístico de las palabras de Gisbert, se acentuó, lo que llamó mucho la atención pues aquello rehuyó abiertamente la algarabía y francachela que suelen coronar las actuaciones de los artistas en un contexto festivalero. Quizás ahí hubo que buscar la ironía de un grupo que en un ambiente digamos húmedo acentuó su sequedad, propia de la mojama. También se percibió ironía en el despliegue de luces amarillas y rojas, colores de la senyera, cuando sonó Mort d’un heroi romàntic, pieza que tiene de base el ritmo de la sardana. Pero bien, eso, como todo buen humor, fino, es interpretable. Lo manifiesto es que Manel hicieron un buen concierto, que no extraordinario. El público no se desmelenó casi en ningún momento, saltándose la regla con Boomerang en el tramo inicial de la actuación y ya en el final con la celebérrima Al mar y la no menos popular Teresa Rampell que cerró el recital. En aquel contexto de medidas XXL las letras del grupo pasaron más desapercibidas que de costumbre, e incluso la falta absoluta de gestualidad en sus rostros, lo que paradójicamente suele favorecerles con lecturas añadidas, perdida ayer en la lejanía, restó algún entero a la puesta en escena. No cabe deducir de ello que Manel no sea una banda de grandes distancias, pero sí que al menos en el Primavera no jugaron con todas las cartas a favor. Con todo, el grupo fue aumentando su audiencia hasta concluir su concierto con una cantidad de público nada desdeñable frente a su escenario. Al final, habrá que concluir, fue una jugada con cierto riesgo rematada con inteligencia. Limitar las consecuencias del éxito, consciente o inconscientemente, ayuda a digerirlo. Manel crece poco a poco.

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