De sacrificios y milongas
Dedicarse a la política ha sido un trabajo altamente lucrativo para la cúpula dirigente del PP
Que el Partido Popular es una formación política con gran cohesión interna y donde la militancia respalda sin fisuras a sus dirigentes no debería cuestionarlo nadie. Y menos desde que se dieron a conocer los papeles de Bárcenas. En ningún otro colectivo integrado por personas se asumiría sin rechistar que sus líderes, además de repartirse entre ellos los cargos públicos, idearan un sistema para disponer de un sobresueldo con cargo al partido cuya cuantía era proporcional a la responsabilidad de la que disfrutaban. En la mayoría de los casos, una pasta gansa.
Es llamativo que, a estas alturas, no haya salido todavía ningún dirigente del PP a quejarse por su no inclusión en la lista de afortunados. Debe ser descorazonador para algunos que creían que mandaban, descubrir ahora que llevan años haciendo el lila. En esta formación política mientras había cargos a quienes compensaban su esfuerzo por participar en la actividad orgánica con un sobresueldo mensual, a la gran mayoría le habían vendido la burra de que en política se está para hacer un servicio público. Luego, los del sobresueldo explicaban lo de siempre: ese gran sacrificio que hacían para dejar de ganar todo el supuesto dinero que dejaban de ganar en sus actividades privadas. Y mira que la milonga nos la habían contado veces.
Desde que Álvarez-Cascos admitió que llegó a recibir hasta 10.000 euros al mes en concepto de “indemnización para compensar los gastos ocasionados por su dedicación al PP”, el listado va creciendo por días. Trabajar para el PP debía ser un tormento, a tenor del dinero que recibían sus dirigentes como plus de compensación por la peligrosidad del puesto. La historia, más o menos, debió de escribirse tal que así: “Que hemos pensado colocarte de número dos en el partido y hacerte secretario general”. “Hombre, no me hagas eso que con el sueldo de diputado ya no tiramos en casa”, respondía el elegido. “No te preocupes, eso lo arreglamos. Ya tiene instrucciones el tesorero”. Luego, esa retahíla continua de que la política está muy mal pagada en España y que únicamente se iban a poder dedicar a ella los que tienen dinero. Otra milonga también reproducida ciento de veces.
Conozco a dirigentes del PP que no salen de su asombro con todo lo que está saliendo sobre los sobresueldos, un secreto a voces en el partido pero del que desconocían las cuantías exactas y el listado de afortunados. Pese a ello, nadie protesta, critica o lamenta nada. Hace años que los partidos políticos funcionan como un club de hinchas, donde se ha desterrado la crítica interna y los trapos sucios ni se lavan fuera ni en casa. En el PP, con cerca de un millón de militantes, se pueden contar con los dedos de una mano aquellos dirigentes que han lamentado públicamente todo lo que se está conociendo desde que este periódico destapó los papeles de Bárcenas. Nadie se ha atrevido a exigir unas mínimas explicaciones, aunque sea desde el cabreo. Desde el cabreo de no haber percibido también un sobresueldo de su partido.
La policía está investigando el origen de ese dinero que se repartía la cúpula para conocer si además hay también una trama de financiación ilegal. Este hecho lo determinara la Justicia, pero mientras eso ocurre disponemos ya de algunas evidencias. Una de ellas parece inequívoca: dedicarse a la política ha sido un trabajo altamente lucrativo para la cúpula dirigente del PP.
Por cierto, supongo que Javier Arenas debe estar a punto de querellarse contra el diputado del PP, Eugenio Nasarre, y contra el presidente del Senado, Pío García-Escudero. Ambos declararon al juez que sus sobresueldos los negociaron directamente con él. Arenas hace meses que declaró que nunca tuvo conocimiento alguno de que hubiera sobresueldos y que estaba dispuesto a querellarse contra aquellos que le involucraran en los asuntos de Bárcenas. Otro sacrificio más.
@jmatencia
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