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“La ley de Costas es una monstruosa chapuza”

Rafael de la Fuente cree que el mejor activo para el turismo andaluz es su paisaje

El experto en turismo y escritor Rafael de la Fuente, en Málaga.
El experto en turismo y escritor Rafael de la Fuente, en Málaga.GARCÍA-SANTOS

Rafael de la Fuente (Málaga, 1941) ha sido testigo privilegiado del desarrollo turístico de la Costa del Sol. Con 15 años entró como botones en el desaparecido hotel Castillo de Santa Clara de Torremolinos, cuando este municipio despuntaba como el destino turístico más importante del Mediterráneo. Autodidacta —aprendió en los libros los seis idiomas en los que se desenvuelve—, en 1964 dirigió la pionera agencia Viajes Málaga en Marbella, que pronto tomaría el relevo a Torremolinos. Director de cuatro hoteles de cinco estrellas —Los Monteros y Don Carlos, en Marbella; Villamagna, en Madrid y Palm Beach de Maspalomas, en Canarias—, durante 12 años también dirigió la prestigiosa escuela de hostelería de La Cónsula. Bibliófilo y lector empedernido, De la Fuente comparte su dilatada experiencia en el sector en la Convención Europea del Paisaje promovida por el Consejo de Europa. Su autorizada voz clama contra la nueva ley de Costas, que califica como “una monstruosa chapuza”, y advierte de la necesidad de evitar que la especulación destruya ni un metro cuadrado más de la costa.

Pregunta. ¿Cómo cree que saldrá el sector turístico de la crisis?

Respuesta. La gran diferencia entre esta crisis y las anteriores es que es la de más calado y no solo ha afectado a España sino al ámbito donde el sector se mueve, básicamente Europa y América del Norte. El problema es que nos coge en un momento de menor fortaleza. Recuerdo la famosa crisis del petróleo y apenas si nos enteramos. Algunos errores del pasado nos siguen pasando factura, pero al mismo tiempo, en la Costa del Sol, y particularmente en Marbella, se mantiene una pujanza admirable. La gran pregunta es cómo estaríamos hoy si las cosas se hubieran hecho mejor. Creo que no se notarían los efectos de la crisis. Lo que se hizo brillantemente permanece y nos da la confianza de que si no cometemos más errores saldremos muy fortalecidos.

P. Hay quien aboga por recuperar los criterios de calidad para ser competitivos con los destinos emergentes del Mediterráneo…

R. El modelo actual es un modelo agotado, erróneo, que nos ha hecho un daño terrible. Por ejemplo, la campaña de promoción que inició el pasado año Croacia está basada en explotar nuestras debilidades y errores. Sacaban todos sus lugares idílicos, vírgenes, con el eslogan El Mediterráneo tal y como siempre debiera haber sido. Países como Croacia, Eslovenia o Montenegro tienen unos patrimonios naturales vírgenes que nosotros ya no tenemos. Pero aquí tenemos otras ventajas. Existe un savoir-faire, un valor añadido de experiencia. Mi recomendación es muy fácil: conservar ferozmente los activos medioambientales, sobre todo en las costas. Ni un metro cuadrado más destruido por la especulación. Y el arma secreta nuestra, además del clima o el paisaje, es el alma andaluza, el factor humano.

P. Se habla de explorar nuevos segmentos turísticos como el sanitario.

Preocupación por La Cónsula

Rafael de la Fuente dirigió 12 años la escuela de hostelería de La Cónsula, una de las de mayor prestigio del país y de la que salieron tres estrellas Michelin: Dani García, José Carlos García y Celia Jiménez. Estos días ve con preocupación los problemas de liquidez que en los últimos meses vive la escuela y que ha provocado el impago de varias nóminas y a proveedores, retrasos que la Junta achaca a problemas burocráticos debidos al traspaso de competencias entre Empleo y Educación. "La Cónsula y La Fonda son dos activos importantísimos. Ambas han conseguido que por primera vez se asocie nuestra gastronomía a una imagen de excelencia total. Hasta ahora en España esto se había conseguido solo en Cataluña y en el País Vasco. Ahora se habla de una gran y muy joven cocina andaluza".

R. Es una afirmación excesivamente simplista. Indudablemente, en el segmento de sol y playa hemos desarrollado una capacidad enorme. Sin embargo, en los últimos años hay más oferta que demanda, lo que ha provocado que se bajen los precios, que baje la calidad y eso no es bueno. Ahora hasta hoteles que eran mitos se han visto obligados a entrar en esta dinámica nociva, a incentivar con precios muy bajos, dinámica que afecta a la calidad y al posicionamiento. En cuanto al turismo sanitario creo que es una tontería, porque la Costa del Sol es lo suficientemente polifacética y rica y compleja en su variedad.

P. Ahora, la mirada de la industria está puesta en atraer turistas de países emergentes, como Rusia, China o India…

R. Con esto de la promoción hay que ser muy cuidadoso. Cuando veo a un político que no tiene ni idea de lo que habla diciendo que esto lo vamos a solucionar con los mercados emergentes, me echo a temblar. Que vengan nuevos mercados es muy bueno, pero enfocar eso como la salvación porque lo hemos hecho tan mal que hemos perdido el favor de nuestros mercados tradicionales, no me parece bien. Eso es engañar con la quimera de que estos mercados vienen a arreglar la cosa. Son actuaciones de trilero que no puedo compartir porque no son serias.

P. ¿Qué opinión le merece la nueva ley de Costas?

R. Es el peor imposible que se demuestra que puede ser perfectamente posible. Nuestra principal industria es el turismo y la hemos explotado en el sentido más peyorativo de la palabra, sin sacar ni la mitad del potencial que tiene. Y ahora va y se nos ocurre crear una imagen que hace aún menos atractiva a España como destino de inversiones serias. Esa ley vista en cualquier gran compañía de inversiones turísticas se ve como una monstruosa chapuza. Reafirma algo que siempre se dice: para qué queremos enemigos con estos amigos que encima cobran su sueldo de nuestros impuestos. El objetivo de esta ley anómala es la protección del litoral, pero propicia todo lo contrario. Es algo terrible. Se vuelve a fomentar esa desconfianza que aparta a los grandes y honrados inversores. Nos estamos cargando nuestro activo más importante, que son los patrimonios medioambientales y paisajísticos. No se puede premiar la corrupción, la especulación. Existe en los países de nuestro entorno la creencia de que aquí el corrupto siempre gana.

P. Pero parece que no aprendemos y volvemos a tropezar en la misma piedra…

R. El mensaje que lanzamos con esas actuaciones es demoledor. Cualquier aventurero, cualquier especulador viene y se le dice: 'aquí lo que usted quiera'. Se cambian leyes, lo que haga falta. No se puede ser más estúpido ni más inmoral con esas actitudes, que hacen un daño terrorífico. Abonan el terreno para que sigan viniendo personajes de esa calaña.

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