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El PP regresa a la guerra identitaria para escapar del fracaso de su gestión

La oposición defiende una visión “integradora” del Estatut y los populares la niegan

Rafael Maluenda es aplaudido por el portavoz del PP, Jorge Bellver, tras su intervención en las Cortes Valencianas.
Rafael Maluenda es aplaudido por el portavoz del PP, Jorge Bellver, tras su intervención en las Cortes Valencianas. TANIA CASTRO

En Barcelona estornuda el Ayuntamiento y en Valencia se constipan las Cortes casi un año después, tan delicado parece ser el estado de salud de la mayoría política que gobierna el país. El PP utilizó este miércoles una declaración institucional del Ayuntamiento de la capital catalana de junio del año pasado por las sentencias del Supremo sobre la inmersión lingüística, en la que se aludía a “la ciudadanía de los diferentes territorios de los países de habla catalana”, para esgrimir las señas de identidad como un arma arrojadiza contra los valencianos que utilizan la denominación de País Valenciano o asumen con normalidad que el idioma oficial se llama valenciano pero no deja de ser una variante de la lengua que se usa en Cataluña, Baleares o la franja oriental de Aragón. Algo, por lo demás, compartido por cualquier instancia cultural, judicial y académica.

El diputado del PP Rafael Maluenda, en un tono encendido, protagonizó todo un regreso al pasado al exigir “el respeto que el pueblo valenciano merece” y utilizar una supuesta agresión del Consistorio de Barcelona como excusa para convertir el Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana en una norma que, en lugar de integrar, excluye, una especie de código de prohibición o de “justo derecho de conquista”, como le atribuyó el parlamentario de Compromís Josep Maria Pañella, que aludió así a las prohibiciones de Felipe V sobre las libertades valencianas.

Maluenda compara con Hitler a quienes defienden la unidad de la lengua catalana

Se refería el diputado de Compromís a que el único acuerdo tangible de la proposición no de ley de los populares, aprobada finalmente solo con sus votos, insta al Consell a no tramitar “documentos o escritos que en su contenido no respeten la denominación oficial de la Comunidad Valenciana o la sustituyan por otra”. Una pretensión que el diputado socialista Rafael Rubio advirtió de que, no solo va contra la Constitución, sino contra las leyes de procedimiento administrativo y de régimen jurídico contencioso-administrativo, que obligan a la Administración a responder al ciudadano en sus plazos.

Maluenda regresó, pues, al pasado, a los tiempos de la batalla civil entre valencianos. Se dedujo de su intervención que el PP sigue ardorosamente anclado en la beligerancia identitaria de hace décadas, aunque al Gobierno de Alberto Fabra le interesara tan poco el debate que solo el vicepresidente José Ciscar ocupaba los desiertos escaños azules del hemiciclo. El caso es que, si los populares no se han movido desde los años ochenta, sí que lo han hecho las otras fuerzas políticas, como lo ha hecho la sociedad valenciana, cuya opinión pública —lo reflejan las encuestas— no considera que el de los símbolos sea hoy un problema que interese a nadie.

“La corrupción es hoy la primera simbología”, dice Pañella (Compromís)

Mientras Maluenda argumentaba que la de País Valenciano, pese a ser una denominación recogida en el preámbulo del Estatut, es una terminología proscrita, —que identificó con un “proyecto imperialista” de cuyo nombre dijo no querer acordarse—, Pañella, que milita en el Bloc Nacionalista Valencià, recordó que el Estatut alude a la autonomía valenciana como “integradora de las dos corrientes de opinión que enmarcan todo lo que es valenciano”.

“Quieren convertir la valencianidad en una división eterna”, le recriminó Pañella, que comparó a Maluenda con un Sant Jordi en combate imaginario con peligrosos dragones. “Sepa que los dragones no existen”, le dijo, y acusó al PP de tratar de camuflar su falta de ideas ante la crisis, el fracaso que reflejan las cifras de paro, resucitando viejas polémicas. “La corrupción es hoy la primera simbología” de los valencianos, añadió, para vaticinar: “El País Valenciano ha existido, existe y existirá en el siglo XXI”. A lo que el diputado popular replicó: “El problema son ustedes”. Maluenda, que negó sentirse un Sant Jordi y confesó que se conformaría con “ser un buen cristiano”, comparó que se hable de “países que hablan catalán” con “Hitler, cuando decía que en Austria hablan alemán”...”, entre sonoras protestas de los bancos de la oposición.

“Cualquiera puede adoptar posturas anticientíficas, pero es peligroso gobernar con ellas”, alertó Lluís Torró, de Esquerra Unida del País Valencià, que recordó que todas las instancias académicas “afirman que catalán, valenciano y mallorquín forman parte de la misma lengua”. “Todo el mundo es libre de creer que los burros vuelan, pero es recomendable no coger un burro y saltar por un barranco”, insistió.

Torró, como había hecho Pañella, se lamentó de que elementos ultras boicotearan el martes en Burjassot un acto en recuerdo del poeta Vicent Andrés Estellés, en un episodio que recuerda la violencia y la coacción que la extrema derecha exhibió en los tiempos de la transición democrática. “No vuelvan a abrir la batalla de los símbolos, no vuelvan a dividir a la ciudadanía valenciana. ¡Ya está bien!”, clamó el diputado, que consideró que el recurso al anticatalanismo es “el certificado de defunción del proyecto del PP valenciano”.

“Buscan ocultar los problemas reales”, señala el socialista Rafael Rubio

El socialista Rafael Rubio enlazó con las referencias de los otros grupos de la oposición a que el PP busca camuflar con la polémica identitaria el fracaso de su gestión y recordó también los 720.000 parados valencianos, las 118.000 familias sin ningún ingreso, el aumento de las listas de espera en los hospitales, los impagos de la Generalitat, la “deuda asfixiante” de la Administración y la discriminación por una mala financiación autonómica. “Ustedes buscan ocultar los problemas reales”, acusó a los populares.

Rubio, que dijo estar en desacuerdo con la declaración institucional del Ayuntamiento de Barcelona que motivó el debate, comparó a Maluenda con el presidente de irán, Mahmud Ahmadineyad, por intentar emitir una fatwa contra una parte de los valencianos. El diputado bromeó con la circunstancia de que en los escaños del Consell solo estuviera sentado “el presidente del Valencia”, como se refirió a Ciscar, de quien conjeturó que debía estar más preocupado por los fichajes que por lo que allí se debatía.

En el momento de la votación, los diputados de Compromís levantaron unas hojas de papel con el número de 720.000 parados registrados en la Comunidad Valenciana. La diputada del PP Carmen Amorós bromeó en Twitter: “Apuntémoslo. Igual es el Gordo de Navidad”. Su comentario levantó una tormenta en las redes sociales y la parlamentaria, tras retirar el mensaje, alegó que “no sabía a qué se refería el número”.

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