Ópera napolitana en el Festival Mozart por Antonio Florio e I Turchini
La interpretación de I Turchini tuvo la calidad acostumbrada, destacando el timbre, la escasa sonoridad y la peculiar afinación de sus instrumentos de época.
Tras varios años de ausencia del Festival Mozart, volvieron Antonio Florio e I Turchini al Teatro Rosalía Castro con un concierto titulado Ángeles y demonios, con ópera napolitana bufa y seria del s. XVIII. Un espectáculo con nueve números en programa, alternando sinfonías (oberturas) de ópera, cantatas, intermezzi: música escrita para ilustrar una “simpática sucesión de hechos pegados a a la vida cotidiana”, como bien describe Antón de Santiago en las notas al programa de este concierto. Música de consumo al fin, rescatada durante veinticinco años por Antonio Florio, espigando aquí y allá en los archivos en una labor de recuperación y creación de repertorio, compartida por tantos directores seguidores de la corriente historicista. La interpretación de I Turchini tuvo la calidad acostumbrada, destacando el timbre, la suave sonoridad y la peculiar afinación de sus instrumentos de época.
La parte vocal corrió a cargo de Giuseppe de Vittorio, tenor, y Valentina Varriale, soprano. De Vittorio suple sus carencias vocales con su gran calidad como actor y un cierto histrionismo que se acomoda a la perfección con los personajes de sus intervenciones. La voz de Varriale tiene mejor potencia y proyección, interpreta con bastante riqueza expresiva en lo vocal y mayor sobriedad actoral. Como suele suceder, al final de estos espectáculos muchos acaban pensando en la proporción entre la música de calidad y la sencillamente prescindible en la música de consumo, tanto de siglos pasados como actual. Con el esfuerzo investigador sobre aquella se ha encontrado música olvidada de gran calidad y otra mucha válida, al menos, como material para grupos especializados.
También como un nuevo filón para las discográficas. Las mismas que producen y comercializan la actual música de consumo, grabada y versionada una y mil veces. Los investigadores del futuro no tendrán que especular sobre cómo se tocaba la música actual, librando así al público de tantas discusiones bizantinas surgidas al abrigo de la ahora llamada corriente interpretativa históricamente informada.
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