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FESTEJO DE LA VIRGEN

Chispazos de Curro Díaz en tarde de mansos

Discreta alternativa del valenciano Pascual Javier

Curo Díaz pasa de muleta al segundo de la tarde.
Curo Díaz pasa de muleta al segundo de la tarde.EFE

La alternativa del valenciano Pascual Javier no fue el día soñado. Entre pitos y flautas la ilusión de perdió. El toro del doctorado no fue ni malo ni bueno, sino todo lo contrario. Sí que fue el de menos fuerza del conjunto. Tanto, que faltó nada para que volviera por donde había salido. Se mantuvo en el alambre durante los dos primeros tercios; arrecian las protestas un poco más y lo hubieran devuelto. Se dejó en varas y lo sangraron mucho. Un tanteo por alto para empezar y luego pruebas sobre la mano derecha. Lo debió ver mejor Pascual Javier por el izquierdo, porque pronto se pasó la muleta a la zurda. No tuvo mal fondo ese toro y el nuevo matador estuvo valiente. Se dejó querer e incluso pareció estar más cómodo de lo que la ocasión podía imponerle. Un molesto vientecillo le descubrió en una de esas y libró con habilidad el gañafón del toro. Luego vino un desarme y después una serie de pinchazos para enfriarlo todo.

La corrida de Valdefresno, toda ella cinqueña, fue imponente por ofensiva y astifina. Espectaculares de cara. Cornalones en su mayoría, fueron en todo caso más fachada que realidad. Mansearon en su conjunto, sobre todo a partir del tercero y aún así se dejaron dar de lo lindo en varas. Ninguno se empleó bajo el peto, aunque mansos y todo una vez en el caballo cumplieron. A la muleta llegaron con pocas ganas. Y declararon su descastada condición muy pronto. De los seis, primero, segundo y tercero tuvieron sus posibilidades. No para brillar, pero sí para sacar el partido que no tuvieron los cuatro restantes.

VALDEFRESNO / DÍAZ GALVÁN, JAVIER

Toros de Valdefresno. De imponente presencia por delante. Mansos y descastados.

Curro Díaz: gran estocada (oreja); pinchazo y entera desprendida (silencio).

David Galván: pinbchazo –aviso- otro más- 2º aviso- y entera (saludos); pinchazo, media –aviso- y tres descabellos 8silencio).

Pascual Javier (alternativa): cinco pinchazos y entera desprendida –aviso– (silencio); dos pinchazos –aviso– y entera (silencio).

Plaza de Valencia, 11 de mayo. Corrida con motivo de la festividad de la Virgen de los desamparados. Un cuarto.

La única oreja de la tarde la cortó Curro Díaz del segundo. Muy feo ese toro, con apenas cuello, no tuvo mucha entrega pero sí la suficiente para que el de Linares, animoso siempre, luciera su estética. Faena de chispazos, no muy luminosos, pero que llegaron a la gente. Más pantalla que toreo de verdad. De componer mucho la figura y también de dejarse enganchar más de la cuenta la muleta. El trofeo se lo ganó de verdad con la espada: una estocada, volcándose, para dejar al toro listo para las mulillas.

El cuarto fue cuatro veces al caballo; en todas de marchó suelto. Díaz, aceleradito, volvió a mostrar su cara más animosilla. Pero la cosa no estaba para muchas alegrías. Sin pasar el toro y también sin gran confianza en el torero, la faena fue breve. Se agradeció.

De tercero saltó un distraído toro que desordenó la lidia de los dos primeros tercios. Nadie pareció aclararse. Toro de ida y vuelta, sin clase pero por allí que se desplazaba. Galván se puso compuesto y le tomó el aire al toro, sin molestar, a lo que el toro pedía. Ya rajadito el de Valdefresno, Galván se excedió en confianza y cobró una voltereta sin consecuencias. Pasado de faena el toro, llegaron dos avisos y Galván, sobre la campana, salvó que sonara el tercero. El quinto fue el toro más aparatoso de la corrida, que ya es decir. Dos velas impresionantes y nadie recordaba un toro así por estos pagos en muchos lustros. Pero solo y nada más que eso: estampa. Ya a los primeros muletazos quiso el refugio de las tablas y aunque Galván se lo llevó a los medios y allí lo mantuvo un rato, el toro no renunció a su condición y regresó a la trinchera. Labor estéril de Galván, que se justificó. Pero poco más había que rascar.

El sexto no tuvo el aparato de los anteriores, pero si fue portador del mismo mensaje. Distraído, solo se tragó los muletazos iniciales por alto que le recetó Pascual Javier. Después, cuando intentó el toreo en redondo, el toro no quiso ser la excepción. Rajado y sin ganas de pelea, le robó al nuevo matador la poca ilusión que podía quedarle.

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