“Somos mucho más fuertes con vosotros”

Llevan cerca de siete años concentrándose el 3 de cada mes para recordar a las víctimas del mayor accidente de metro de España, con 43 muertos y 47 heridos. Han sido 78 concentraciones desde aquel trágico 3 de julio de 2006, en las que la Asociación de Víctimas del Metro-3J han luchado contra el silencio y el olvido.

Este viernes miles de ciudadanos abarrotaron la plaza de la Virgen de Valencia, donde se congregan una vez al mes, para arroparlos. La emisión el pasado 28 de abril del programa Salvados, dedicado a los vacíos que dejó la investigación del suceso, y las redes sociales obraron el milagro.

“Somos mucho más fuertes con vosotros y aprovecharemos vuestro apoyo para seguir”, dijo emocionada hasta enmudecer Beatriz Garrote, presidenta de la asociación. La portavoz lanzó al presidente valenciano, Alberto Fabra, una oferta de reunión y diálogo, porque “no vamos a permitir que se esconda tras una sentencia judicial”. Los tribunales archivaron definitivamente el caso en 2008. Las víctimas, con el apoyo de todos los grupos de la oposición en el Parlamento valenciano, exigen a la Generalitat que reabra la comisión de investigación que se cerró en falso hace seis años.

Garrote recordó con dolor cómo ni el Gobierno valenciano ni Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV), empresa que explota el servicio de metro, “nos ha escuchado, pero no nos rendimos”. La asociación no acepta que un accidente tan grave se saldara sin dimisiones.

Los asistentes pidieron a gritos la dimisión de Juan Cotino

La gente llenó no solo la plaza sino también algunas calles laterales. Los familiares no daban crédito. “No tengo palabras para deciros lo contentos que estamos de cómo está la plaza”.

Los asistentes a la concentración prorrumpieron en gritos varias veces: “¡Justicia, justicia!”, reclamaron. O “Cotino, dimisión”, exigiendo la destitución de Juan Cotino, político del PP que tras el accidente visitó los domicilios de varios familiares para veladamente, según algunos testimonios, ofrecerles su apoyo o brindarles empleo.

Fue la primera vez para muchos de los concentrados. Julián, de 29 años, explica que una de sus compañeras de facultad murió en el accidente y, aunque sabía todos los detalles, nunca había ido a una concentración. Cree que ha hecho falta un revulsivo para que la ciudadanía se movilizara. “Hay cosas que se dejan morir y caen en el ostracismo y necesitan un sarpullido para que la gente vuelva a salir a la calle”.

Pau, de 26 años, era más crítico: “Han hecho muy bien su trabajo de taparlo y yo he caído en esa anestesia social de no enterarme de nada. La sociedad valenciana tiene una deuda muy grande con estas familias. Individual y colectivamente, les debemos una disculpa”,

“No sabíamos cómo era de grande la mentira”, decía Luisa

Luisa (48) y Antonio (58) fueron juntos por primera vez a la concentración. “El programa nos ha levantado un velo porque de alguna manera todos somos responsables de que los políticos que participaron del engaño sigan ahí”, decía Antonio. En su opinión, el programa ha funcionado: “Cuando tienes una visión global de las cosas, las consigues entender. Si no, te dejas llevar por el día a día y la información se pierde”. “No sabíamos cómo era de grande la mentira”, decía Luisa. “Igual no había problema de escasa información, sino problema de desinformación”.

Xavier García, de 58 años, a diferencia de los anteriores, ha ido muchas veces. “La verdad es que al principio iba muy poca gente y ver ahora esto [la voz se le quiebra] emociona”. También arroparon a las víctimas todos los grupos de la oposición, que se mezclaron entre los asistentes.

El Consell insistió este viernes en que el caso está cerrado y no piensa cambiar su posición. La consejera de Infraestructuras, Isabel Bonig, argumentó: “Ha habido muchas declaraciones pero mantenemos exactamente lo mismo que hemos dicho: hay tres resoluciones judiciales que cierran la investigación y se determinó que la única causa fue el exceso de velocidad”. “Si alguien tiene un elemento nuevo que acuda a los tribunales”, sentenció Bonig.