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La Generalitat ratifica la flexibilización de los ‘correbous’

La norma amplía el control de los recintos tras la muerte de un espectador

'Bou capllaçat' en un festejo en el tierras del Ebro.
'Bou capllaçat' en un festejo en el tierras del Ebro.JOSEP LLUÍS SELLART

El Gobierno catalán optó por regular los correbous, los festejos tradicionales catalanes con toros en los que no se produce la muerte del animal, cuando prohibió las corridas de astados. El tripartito aprobó una ley que limitaba la fiesta catalana, al restringir su celebración a las localidades en las que el festejo era tradicional. CiU abrió la puerta ampliar los correbous. El reglamento, aprobado finalmente ayer, contiene pocos cambios respecto al proyecto que presentó la Generalitat en mayo de 2012. Pese a que el texto abre la puerta a ampliar el número de correbous si se garantiza la tradición, el consejero de Presidencia, Francesc Homs, descartó un aumento masivo de los festejos. “No será un coladero”.

Uno de los pocos cambios introducidos en el texto servirá para aumentar la seguridad en los recintos en los que se celebran los correbous. En verano, justo cuando el reglamento estaba en exposición pública para posibles cambios, un hombre murió en Deltebre (Tarragona) después de que le cayera encima una valla que protegía a los espectadores del toro. El reglamento incluye una nueva norma, la obligación de efectuar una revisión técnica al recinto antes de que empiece el acto.

El reglamento del festejo

Maiol Roger
  • El reglamento abre la puerta a ampliar el número de correboussi los organizadores garantizan que el festejo ha sido tradicional en el pasado. En la ley se establecían qué localidades tenían permiso para hacerlo, con el reglamento pueden ser más.
  • Después del accidente de agosto de 2012, en el que un hombre murió al caérsele una valla de protección, el documento incluye la obligación de que un técnico revise las instalaciones antes de los festejos.
  • Los menores de 14 años pueden asistir como espectadores en los festejos, pero no pueden tener "participación activa". Los responsables de las fiestas serán los encargados de garantizar que se cumpla este precepto.

La concreción en este aspecto contrasta con la ambigüedad en otros casos, como en la participación de menores. El reglamento prohibe la “intervención activa” de menores de 14 años en los correbous, aunque permite su presencia en los festejos taurinos como espectadores. Aïda Gascón, directora de la ONG AnimaNaturalis, afirma que esta prohibición queda clara en el caso de los bous embolats, modalidad en la que se adhieren breas en llamas en las astas del toro y que se lleva a cabo en instalaciones acondicionadas para la ocasión. Sin embargo, Gascón opina que el término "intervención activa" es "ambiguo" en el caso de los bous capllaçats, modalidad consistente en dejar ir el animal por las calles de un municipio con una soga atada a los cuernos. "Para las peñas taurinas intervenir activamente significa coger la cuerda del animal pero no correr al lado del toro, el reglamento no lo concreta, sigue dejando la puerta abierta", afirma.

El documento no amplía el tiempo de los bous embolats, como pedían la asociaciaciones de peñas taurinas de las Tierras del Ebro. Tanto estos como representantes de entidades animalistas mantuvieron reuniones con el Departamento de Interior durante la redacción del reglamento. A pesar de ello, Gascón opina que al final éste ha resultado ser "un traje a medida para los taurinos porque no se protegen los animales".

Entre otros, la directora de AnimaNaturalis denuncia la imposibilidad de llevar ante los tribunales a los participantes en los encierros que propinen patadas a los toros. "Tanto la ley como el reglamento prohíben herir al animal, pero nosotros también pedimos la prohibición de acciones que aunque no causan daños físicos también les afectan, como las patadas en el morro, que son usuales en los correbous", explica Gascón. Además, desde AnimaNaturalis añaden que el reglamento no prohíbe las corridas de toros incruentas realizadas en las plazas de dos ganaderías de Alfara de Carles (Baix Ebre), que cada verano atraen a centenares de turistas. "Estas tientas son un limbo legal", concluye Gascón.

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