“Me sorprende el desánimo, estamos en el camino que se ha de hacer”
Llach rememora su intensa relación con Martí i Pol en ‘Estimat Miquel’
Le digo a Lluís Llach (Girona, 1948), que está sentado enfrente y luce una sudadera con capucha y el inevitable gorro de punto calado hasta las orejas, que le recuerdo con trenzas. Ríe de buena gana. Fue en 1979 en la última función de La Bella Helena en el Teatre Lliure. Cuando Juanjo Puigcorbé (y el público) esperaba la aparición de Anna Lizaran por un ventanuco de la escenografía, el que surgió fue Llach, amigo de la casa (Fabià Puigserver, recuerda, le decoró el piso a cambio de la música de Camí de nit), disfrazado de griega casquivana: se solía hacer esas bromas cuando un espectáculo acababa su andadura.
En el poeta, amante de la velocidad, “hi palpitava un Fitipaldi desfermat”
Me sorprende encontrar a un Llach de tan buen humor y optimista (“soy un optimista compulsivo”, espeta). Mucha gente (que no lo conoce) le tiene por el acabose de la melancolía y al cabo, además de la que está cayendo, ha salido de su retiro para hablar de su nuevo libro Estimat Miquel (Empúries) en el que, fundamentalmente, rememora su intensísima amistad, verdadero amor, con el poeta Miquel Martí i Pol, fallecido en 2003; un libro teñido del dolor de la pérdida (aunque con revelaciones tan entrañablemente divertidas como que al poeta le encantaba que cuando le llevaban en coche se pisara a fondo, y es que en él, en Martí i Pol, escribe Llach, “hi palpitava un Fitipaldi desfermat”).
En realidad, Llach no dejará durante toda la conversación de mirar el lado positivo de las cosas, incluso de la muerte, que ya es optimismo. Y hasta valorará esperanzado la marcha de Cataluña hacia el soberanismo, que parece algo atascada, por decir poco. Le pregunto si he de dirigirme a él como cantante o escritor (antes de Estimat Miquel, Llach publicó la novela Memòria d'uns ulls pintats, Empúries 2011). Sonríe. “Estoy dimitido de todo. En 2007 decidí empezar otra vida, no participar en nada y decir a cualquier propuesta: '¡Aléjate de mí Satanás!' Pero aquí estoy”. Le señalo muy sinceramente que Estimat Miquel sorprende por la calidad de su escritura. “Me considero un intruso, alguien que siempre está aprendiendo. Me cuesta. Reescribo mucho. Afortunadamente tengo algunos buenos amigos que me dicen que no hago el ridículo y la crítica trató bien mi novela. Ahora, esta historia me venía dada”. ¿Está en la literatura, pues, para quedarse? “Sí”, responde sin ambages y matiza: “A mi edad quiero vivir lo más interesante dentro de mis posibilidades y ahí está la escritura”.
“La persona añadía algo de inconmensurable al poeta”
De la tristeza que emana Estimat Miquel afirma: “El ejercicio es triste en sí, rememorar a alguien a quien has querido tan profundamente”. El libro recorre la relación entre el poeta y el cantante, una relación de veinte años de la que surgieron un conjunto de canciones y cuatro composiciones largas Ara mateix, Un pont de mar blava, Mon Porrera y Germanies. Figuran en el texto los faxes que se entrecruzaban poeta y cantante y que desvelan los entresijos de la colaboración, “las dudas, las técnicas”, así como aspectos íntimos de la vida de los dos artistas (incluida la ocasión, en abril de 1992, en que Llach explica que se ha hecho un análisis de orina para pasar luego a hablar de Un pont de la Mar Blava). “Montserrat, la mujer de Miquel, guardaba todos los faxes y decidimos incluirlos para enriquecer el pack que incluye dos CD’s, la discografía completa de nuestros trabajos y las letras”.
Para Llach el libro, en el que en cada línea hay “respeto, amor y lealtad”, ha supuesto saldar una deuda con la memoria del poeta. El libro es ante todo la historia de una amistad. “Sí, eso está claro. Aparte de nuestros méritos personales para encontrarnos, los dioses jugaron un poco. A mí se me desarrolló un melanoma, no era una absoluta fragilidad como la de él, abocado al desastre fisiológico como estaba, pero nuestra amistad empezó seriamente entonces, despejada de toda banalidad”. ¿Era una relación de maestro y discípulo? “Él nunca me lo hacía sentir así, nunca me trató como alumno o meritorio, yo le trataba con máximo respeto, pero él como un igual, aunque yo siempre era consciente de la realidad y del privilegio de su amistad”.
“Cuando leo la ‘Suite de Parlavà’ me siento como una ‘lloca cofoia”
Aunque el primer capítulo del libro comienza con la revelación de L’àmbit de tots els àmbits, compartida por Llach con su amigo Flotats en el piso de este en Paris, en plena “transició continuadora”, el cantante explica que en los años 60 ya admiraba a Martí i Pol y tenía sus libros. “Fue un referente siempre, su capacidad de hablar con lenguaje sencillo de cosas esenciales. Luego, al conocerlo, me enseñó muchas cosas, solo espero no haber traicionado su confianza”. Dice Llach que sus libros favoritos son Estimada Marta y Llibre d'absències, y que cuando lee la Suite de Parlavà “me siento como una lloca cofoia”, una gallina ufana.
Es hermoso oír hablar a Llach de Martí i Pol, como lo es leerlo. “La persona mejoraba en mucho al poeta, ¡y hablamos de Martí i Pol!; añadía algo de inconmensurable al poeta. Era muy riguroso, exigente, pero solo consigo mismo, con los demás era extraordinariamente generoso. Salías de su casa teniendo que ser bueno, yo, que no soy así, se lo reprochaba en broma. Le decíamos que fuera más condescendiente consigo mismo, para ser más feliz”.
“Veo mi caricatura de ‘Polònia’ con simpatía; va bien pasar la escoba”
Le pregunto a Llach que opina de su propia caricatura en Polònia. “La veo con simpatía. A algunos se nos ha hecho tan trascendentes en este país que va bien una pasada de escoba. Recuerdo una vez en Roda de Ter, una fan entró en éxtasis al vernos a los dos juntos. “¿Qué sienten?”, nos preguntó arrebolada. “Escolti senyora, la exacta medida de nuestra mediocridad”, contesté. Y Miquel me miró con aquellos ojos suyos y pensé: “La has acertado”.
Llach cree que Martí i Pol habría vivido el momento político actual fiel a su compromiso de izquierdas y su amor “con locura” a su país y a la libertad. “Viviría esto con entusiasmo, preocupación y espíritu de servicio”. ¿Y él, Llach? “Yo intento imitarlo. Estoy animado. Atravesamos un temporal. Pero a partir del 11-S pasado la iniciativa de nuestro porvenir colectivo la tiene la gente. Suyo es el protagonismo. Me sorprende el desánimo. Este caos era previsible. ¿Es que no lo sabíamos? Lo importante es que hay una voluntad popular tozuda de ir en una dirección. Hacemos el camino que se ha de hacer”.
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