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La dimisión que deja RTVA al pairo

La marcha del director general evidencia que ni la última ley evita la vulnerabilidad del ente

Raúl Limón
Canal Sur
Un plató de Canal Sur Televisión, durante la emisión de un programa.julián rojas

Durante el último congreso nacional del PP, celebrado en Sevilla en febrero de 2012, un mes antes de las últimas elecciones autonómicas, una periodista cercana al entonces candidato, Javier Arenas, se acercó al plató de Canal Sur y le dijo a una colega: “No te preocupes que, cuando ganemos y dirija los informativos, contamos contigo”. Esta anécdota, real, pero que no se consumó porque PSOE e IU ganaron las elecciones, es una prueba evidente del peor mal de Radio Televisión de Andalucía (RTVA): su utilización para fines para los que no fue creada.

Andalucía siguió hace seis años la línea del anterior presidente del Gobierno central, José Luis Rodríguez Zapatero, y aprobó una ley para intentar desvincular al máximo a RTVA del Gobierno y de la legislatura, según reconoce la ley 18/2007. Ni por esas.

El primer director elegido bajo esta norma, Pablo Carrasco, dimitió este pasado martes y dejó en evidencia la vulnerabilidad del ente, que ni siquiera tenía previsto esta circunstancia en la norma. Atenazada por circunstancias políticas, laborales y presupuestarias, RTVA queda al pairo, a la espera de que confluyan los intereses de partes casi irreconciliables.

Según la ley, el director general debe ser elegido por dos tercios de los 109 diputados en primera votación (72) y por tres quintos (65) en una segunda. Socialistas e IU suman 59, por lo que en cualquier caso precisan del apoyo del PP para acabar con la situación.

“No es cuestión de normas sino de voluntad”, advierte Pedro Corrientes, representante de Comisiones Obreras en el ente. En términos parecidos se pronunció un representante de los partidos del Gobierno y conocedor de RTVA, quien prefirió mantenerse en el anonimato para no interferir en la negociación. “El Partido Popular considera Canal Sur su bestia negra, tiene animadversión hacia el ente y sus profesionales, como demostró al vetarlo para el debate electoral”, afirmó este político. Cree que para salir de esta situación es necesario un “ejercicio de madurez” de todos los partidos y asegura que el Gobierno, mientras tanto, garantizará su estabilidad.

El portavoz del PP para RTVA, Miguel Contreras, negó que la situación de interinidad preocupe a IU y PSOE porque, según dijo, aún no le han llamado para abordar el problema. A su juicio, ambas formaciones van a negociar “cuotas de poder” y eso pasará “factura” a la cadena autonómica.

Es evidente que el frente político está abierto. Pero no es el único; el laboral es igual o más conflictivo. Carrasco denunció en septiembre el convenio para acomodar las condiciones salariales a las nuevas restricciones presupuestarias (reducción de un 5% de salario por ley, entre otras) y tenía que negociar el nuevo acuerdo con los sindicatos antes de verano. El problema recaerá ahora en su sucesor que, provisionalmente, será Joaquín Durán, quien deja temporalmente la dirección de la radio para ser responsable de la televisión autonómica.

De entrada, la comisión permanente del comité intercentros considera que “todo el equipo directivo es corresponsable” de la “nefasta gestión” del ente y reclama que sea el consejo de administración, como sucedió en Radio y Televisión Española, el que “asuma provisionalmente las funciones correspondientes a la dirección general, hasta que el Parlamento nombre a la nueva persona titular”.

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De esta forma, los representantes de los trabajadores, cuestionan incluso la solución provisional y piden al consejo que decida los interlocutores para la negociación colectiva.

Pedro Corrientes, de CC OO, cree que es posible y necesario un “debate calmado” para llegar a un acuerdo sobre la estructura necesaria para garantizar la viabilidad de RTVA. Pero con un equipo nuevo.

Rafael Navas, de UGT, habla de “ensañamiento salarial” y critica que se aumentara la jornada de 35 a 37 horas y media a la semana sin negociación, que no se hayan cubierto plazas de jubilaciones o que, en su opinión, no se haya mantenido el empleo.

Canal Sur cuenta con 1.587 trabajadores que suponen 86,4 millones de gasto, la mitad del presupuesto. La aplicación de un 5% de rebaja salarial supondría un ahorro en nóminas de casi cinco millones de euros.

El gasto salarial es una parte de las limitaciones presupuestarias que también condicionan al ente. El presupuesto de la empresa para 2013 es de 165 millones, de los que la Junta aportará 138, cantidad que repetirá anualmente hasta 2015. El resto tiene que venir de un mercado publicitario hundido y de ingresos especiales de difícil consecución. Este presupuesto es 63 millones inferior al de hace cuatro años.

Se llama copla, de Canal Sur

Estas circunstancias afectan obligatoriamente a la programación, otro de las armas que se utilizan contra Canal Sur, a la que critican espacios como Se llama copla, que se emite los sábados con notable éxito de audiencia. Responsables de la televisión son muy críticos contra los ataques que recibe la parrilla o este programa porque consideran que responde a la obligación que tiene el ente autonómico de garantizar el servicio a todos los andaluces y no solo a una determinada élite, con preferencias minoritarias.

Estas fuentes resaltan que los informativos son capaces de soportar la competencia incluso de partidos como el Barcelona-Milán, que dejó a Antena 3 y a Tele 5 con un 6,8% y un 10,2% de audiencia, respectivamente, mientras en Andalucía, Canal Sur aguantó con un 11% (361.000 espectadores). “Hacemos las cosas bien, pero no cambiarán las cosas hasta que RTVA deje de ser el juguete de todos, el pimpampum de partidos y sindicatos. Porque al final lo terminarán rompiendo”, se lamenta este directivo, que le gustaría la televisión andaluza disfrutara de la consideración que la sociedad catalana tiene con su ente autonómico.

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Sobre la firma

Raúl Limón
Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, máster en Periodismo Digital por la Universidad Autónoma de Madrid y con formación en EEUU, es redactor de la sección de Ciencia. Colabora en televisión, ha escrito dos libros (uno de ellos Premio Lorca) y fue distinguido con el galardón a la Difusión en la Era Digital.

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