El dibujo como ejercicio de pensamiento
El Macba inaugura una antológica de las obras sobre papel del artista Lawrence Weiner
Dibujos y más dibujos, de grandes dimensiones o diminutos como post-it, individuales o en series, animados o estáticos, sobre cuadernos, cajetillas de cigarrillos, hojas de periódico o mapas geográficos. En total 340 obras, realizadas entre 1963 y 2013, que se exhiben en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), desde ayer y hasta el 24 de mayo, reunidas en la muestra Escrito en el viento.
La exposición, que se presentará también en el Museo Stedelijk de Ámsterdam, despliega el conjunto más amplio y exhaustivo reunido hasta ahora de la obra sobre papel de Lawrence Weiner (Nueva York, 1942), uno de los artistas más relevantes para la redefinición del vocabulario formal y conceptual del arte contemporáneo. Weiner que se dio a conocer por dibujar con fuego y esculpir con dinamita la propia naturaleza, se hizo célebre por utilizar el lenguaje como material escultórico. Sus dibujos, que constituyen su faceta menos conocida, resultan muy reveladores de su proceso creativo, que incluye el espectador, al que pide reflexionar, interpretar y, a partir de ahí, replantearse su lugar en el mundo.
“Una exposición es como un baúl en un barco, lo importante es el viaje no el baúl. Por eso les invito a pasear tranquilamente descubriendo historias y estableciendo relaciones”, indicó Weiner, debajo de una de sus obras más emblemáticas Algunos objetos de deseo, creada en 2004 específicamente para la pared central del atrio del Macba, que posee también tres vídeos muy importantes de la década de 1970. Todo el planteamiento de la muestra remite a su célebre declaración de intenciones, algo así como un manifiesto programático, que marca un antes y un después en el desarrollo de la historia del arte actual. “En 1968 Weiner afirmó que las obras existen en la cabeza. Pueden ser fabricadas o no y puede hacerlo el artista o no, pero lo importante es el gesto, es ahí donde surge todo”, explicó Soledad Gutiérrez, conservadora del Macba y comisaria del proyecto junto con el director del museo, Bartomeu Marí.
Entre las obras, muchas inéditas, se identifican esbozos de proyectos futuros, memorias en imágenes, viñetas y guiones, realizados con múltiples técnicas y herramientas, desde el lápiz, pasando por las ceras, el collage y la imprenta tipográfica, hasta el ordenador. “La muestra se debe ver como un gran dibujo o una instalación sin jerarquías ni orden cronológico. Cada obra funciona de forma independiente y en relación con las demás. Todo el montaje ha sido muy emocionante, porque íbamos construyendo estas relaciones sobre la marcha”, indicó Gutiérrez, que ha realizado un gran trabajo de recopilación para encontrar un corpus de obras muy desperdigado, conservado en más de 50 colecciones públicas y privadas.
Entre las perlas de una muestra para disfrutar con calma, destacan un dibujo de la colección del artista Sol LeWitt, los guiones en imágenes de sus películas pornográficas y la memoria gráfica de su instalación para el Palacio de Cristal del Museo Reina Sofía de Madrid, en 2001. Buscando entre sus características letras (la fuente que utiliza es Margaret Seaworthy Gothic), colores primarios, ecuaciones y recortes, se encuentran también los esbozos de las dos obras públicas que tiene en Barcelona: la que colocó en 1998 en la avenida Mistral y la que se inauguró la semana pasada en el Mercado de Santa Caterina. El único modo de reconocerlas es por la forma, porque en la muestra no hay cartelas. “Los propios dibujos hacen de hilo conductor e impulsan la reflexión, convirtiendo el diálogo entre obra y visitante en un hecho casi físico”, concluyó Gutiérrez.
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