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“El futuro pasa por trabajar para ti mismo”

Inmaculada Almeida fundó en 2004 un grupo de agencias de viajes que ya cuenta con más de 400 franquicias en cuatro países

La empresaria Inmaculada Almeida frente a un letrero de su agencia de viajes en Málaga.
La empresaria Inmaculada Almeida frente a un letrero de su agencia de viajes en Málaga.GARCÍA-SANTOS

Recuerda Inmaculada Almeida (Cartaya, Huelva, 1982) que con 14 o 15 años, cuando el resto de sus amigas andaban en el tonteo propio de la adolescencia, ella solo soñaba con viajar. “Desde adolescente planificaba los viajes de mis amigos y estaba ansiosa por salir y conocer mundo. Mi gran afición era ir a las agencias de viajes, coger el catálogo y aprendérmelo de memoria. Sabía que me quería dedicar a esto de los viajes”, explica.

De familia humilde —“mi madre es cocinera y recoge fresas y mi padre era pescador y ahora jardinero”, cuenta orgullosa—, Almeida revive que el viaje “más lejano” que pudo hacer de pequeña con su familia fue “a las Cuevas de Aracena, sin salir de la provincia de Huelva”, algo de lo que ya se ha desquitado con creces. En su pasaporte no queda hueco para un sello más desde que en 2004 se propusiese cumplir su sueño de juventud: montar su propia agencia de viajes.

Con 20 años obtuvo el título de Técnico Superior de Turismo y la especialidad en agencias de viajes en Málaga; luego hizo prácticas en Londres, donde comprobó su facilidad en el trato con el público y su capacidad para los idiomas. De regreso a Málaga, Almeida comenzó a buscar financiación para su idea. “Quería tener mi propia empresa, no tener por encima a otras personas que te pongan límites. Cuando emprendes y trabajas para ti, que creo que es el futuro de los jóvenes, lo haces con más pasión e incluso te enriqueces más personalmente”, señala.

Pero los comienzos no fueron fáciles. El Instituto Andaluz de la Mujer le pedía avales que no tenía para un crédito con el que materializar su proyecto y en un conocido banco andaluz la tomaron por una ilusa. “Fui al banco y me preguntaron que dónde estaba mi padre. Solo me pusieron trabas, pero no tiré la toalla”, explica.

Proyección internacional

  • El Grupo Almeida Viajes prepara su expansión por China aliándose con el grupo inversor suizo Fasco Group International. Como contrapartida, ha dado a la firma helvética un porcentaje de su capital social —no desvelado— y un asiento en su consejo de administración.
  • Este año la cadena tiene previsto entrar en tres mercados: China, Colombia y Chile. Países que se sumarán a los cuatro donde ya están presentes: España, Portugal, México y Brasil. "Ya sabemos cómo superar las trabas burocráticas y legales", explica Almeida.

Al final, una entidad catalana le concedió un microcrédito de 18.000 euros. En agosto de 2004 nacía la primera oficina del Grupo Almeida Viajes, que nueve años después cuenta con más de 400 oficinas en régimen de franquicia en cuatro países: España, Portugal, Brasil y México. Facturó 254 millones de euros en 2012, sin contar los mayoristas, y ahora prepara su expansión en China. Almeida mantiene como objetivo seguir aumentando la cuota de negocio internacional, cifrada actualmente en el 40%.

“Vi que en el sector había sitio para otros modelos de negocio. Se veía a Internet y la venta on-line como algo malo, pero yo pensaba todo lo contrario, que las oficinas físicas se debían apoyar en estas nuevas herramientas tecnológicas. Fueron ocho o nueve meses de gestación del proyecto, por eso digo que es como mi otro hijo, pues hacen que pases muchas noches sin poder dormir y que te levantes con fuerzas para luchar por ellos”, cuenta Almeida.

Tras presentar en sociedad su proyecto de franquicias, Almeida se llevó la “gran sorpresa” de que mucha gente estaba interesada en él. “Recibimos muchas llamadas. En vez de asustarme, me rodeé de gente muy cualificada y me puse a ayudar a todos los emprendedores que tenían la misma ilusión que yo por tener su propia agencia de viajes, dice Almeida. “En 2006 ya teníamos 180 oficinas en España. Recuerdo haber vivido todo el año de aeropuerto en aeropuerto, visitándolas todas”, añade entre risas. “Nuestro modelo cubre las necesidades de autoempleo de quien quiera emprender. Por 18.000 euros montamos una oficina y les asesoramos técnica y económicamente para ajustar los costes al máximo. Les ofrecemos uno de los mejores coches de carreras del mercado, los mejores mecánicos, el mejor equipo y una buena marca. Luego, ellos son los pilotos, los que dirigen su negocio con total libertad”, apunta.

Junto a la expansión —en la actualidad abre una media de cinco oficinas al mes—, el Grupo Almeida Viajes se ha destacado en otras facetas, como aplicar planes de igualdad entre su plantilla, innovar en materia tecnológica —“fuimos los primeros en ofrecer una aplicación para móvil”— o atender las demandas de los discapacitados, colectivo al que ofrecen rutas internacionales adaptadas.

“Me da mucha pena que no se valore el talento de la mujer, su intuición distinta, por el simple hecho de que pueden ser madres. En nuestro grupo favorecemos que tanto padres como madres adapten su horario a las necesidades de sus hijos, que puedan llevarlos al médico…”, indica Almeida, que a sus 31 años atesora decenas de premios como empresaria, entre ellos el galardón Compromiso Social del Premio Nacional Joven que le dieron los Príncipes de Asturias el pasado año en Cádiz. Esta misma semana el Grupo Almeida Viajes ha recibido el premio al Soporte Tecnológico más novedoso de FranquiAtlántico, una de las ferias de franquicias y negocios más importante del país.

Almeida se declara una emprendedora nata. “Sé lo que valgo y sé hasta dónde puedo llegar. Lo que me motiva es no tener límites ni nadie por encima que me corte las alas”, afirma segura. Por ello reclama a los políticos y a las distintas administraciones que apoyen a quienes acudan en busca de ayuda para sacar adelante una idea de negocio. “Ahora se nos ve como los salvadores de la crisis y el desempleo. No pido subvenciones, sino facilidades. Que haya una ventanilla única, rapidez en la administración y que ayuden con los créditos, con oportunidad de devolución. Hay que considerar la posibilidad de que el negocio fracase y no por ello apalear al emprendedor. Hay que dar otra oportunidad al que emprende, como ocurre en otros países, porque del fracaso se aprende, supone más experiencia”, razona Almeida.

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