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El presupuesto para el último tramo del AVE a Galicia se reduce a la mitad

Fomento planea mantener el trazado en Ourense pero con algunos cambios

La ministra Ana Pastor visitando las obras del AVE gallego
La ministra Ana Pastor visitando las obras del AVE gallego NACHO GÓMEZ

La variante ferroviaria que rodeará la ciudad de Ourense, último tramo de la línea troncal de alta velocidad que unirá Galicia y Madrid, continúa entre los planes del Ministerio de Fomento. Las dudas surgidas tras el retraso acumulado en la tramitación de estos 17 kilómetros de vía han provocado numerosas protestas. Oposición y empresarios sospechan que, para ahorrar, Fomento pretende tumbar el proyecto embutiendo el tren en el vetusto trazado inaugurado por Franco hace medio siglo.

 El ministerio estudia una solución que simplifica la variante, lo que evitaría recurrir al viejo tramo repleto de curvas. Técnicos consultados explican que los cambios en estudio permitirán reducir el coste, estimado en unos 500 millones de euros, a la mitad. Para ello se trabaja en la supresión de una tercera vía proyectada hasta el polígono industrial de San Cibrao, destinada al transporte de mercancías. También se pretende eliminar un salto de carnero (una bifurcación de vías a distinto nivel) planificado entre el viaducto que atraviesa el río Miño y la estación ourensana. Ligeras variaciones de trazado o la simplificación de un túnel proyectado para triple vía completan los cambios en estudio.

Los técnicos destacan que el coste real de este tramo es inferior al anunciado por Fomento. Estas fuentes explican que el presupuesto inicial “está inflado” porque fue elaborado hace seis años, cuando se redactó el estudio informativo. Las obras de alta velocidad entre Lubián y Ourense tienen un coste medio de 22 millones por kilómetro. En la variante “es la mitad de lo anunciado”, ya que la orografía es más suave. El uso del viejo trazado penalizaría los tiempos de viaje hasta A Coruña y Vigo, que deberán estar por debajo de las tres horas en la conexión con Madrid para poder ofertar servicios competitivos. El AVE se vería obligado a frenar hasta los 100 kilómetros por hora si se recurre al trazado inaugurado por Franco. La variante permitirá alcanzar los 300 km/h, al igual que en el resto de la línea.

La ejecución de la obra puede ser impulsada en cualquier momento. El estudio de impacto ambiental está formalizado. El estudio informativo está publicado, pero Fomento aún no ha querido aprobarlo. Además, el anterior Gobierno dejó adjudicados todos los proyectos constructivos. Los técnicos explican que, salvo modificaciones de gran calado, “algo improbable”, no sería necesario realizar un estudio informativo complementario porque “el existente reserva una amplia franja de terreno para la ejecución de la obra”.

La Confederación de Empresarios de Galicia (CEG) ha aireado su preocupación y reclama respuestas inmediatas al Gobierno central. El presidente, Antonio Fontenla, mostró su “inquietud” ante “la falta de información oficial y clara”. Los empresarios aseguran que reutilizar el viejo tramo “equivaldría a frenar la conectividad de Galicia con el resto de España y Europa”. Tampoco se ha querido mojar el delegado del Gobierno. Samuel Juárez se limitó a explicar el pasado martes que la Administración central “cumplirá”. A pesar de la sonora protesta de la patronal, Fomento sigue mudo. El gabinete del ministerio evitó concretar a este diario qué sucederá con el viejo recorrido. Su reutilización para la alta velocidad provocaría un cuello de botella en medio de una de las nuevas líneas troncales del Estado. La CEG alerta que sería “el único caso en toda España”.

La ministra, Ana Pastor, sembró las primeras dudas hace casi un año. El 20 de marzo de 2012, aseveró en Madrid que la variante estaba “en estudio” porque “tal y como está el país no es razonable” una inversión de 500 millones “que no soterra el trazado”. El secretario de Estado de Infraestructuras, Rafael Catalá, matizó luego las palabras de Pastor y respaldó el proyecto. El Gobierno central también mantiene paralizada la nueva estación de Ourense, adjudicada al estudio del arquitecto Norman Foster con un presupuesto de 67 millones.

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