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Transitivo y feliz

Carme Balcells reúne a 52 amigos de Luis Izquierdo para celebrar los 77 años y el nuevo poemario del catedrático

Carles Geli
Luis Izquierdo, en el centro, junto a Carmen Balcells y Pasqual Maragall, a la izquierda.
Luis Izquierdo, en el centro, junto a Carmen Balcells y Pasqual Maragall, a la izquierda.L. M. PALOMARES

Su amigo el poeta Joan Vinyoli versificó sus “pequeños ojos brillantes”. Hace un año parecía que iba a cerrarlos pero no fue así y ayer volvieron a centellear, esta vez por una punta de emoción no contenida tras ver a su lado a 52 de sus mejores amigos, muchos alumnos, todos admiradores. Luis Izquierdo, catedrático de Literatura Española, bardo, ensayista, cumplía ayer 77 años, un día 27, “como mi padre y uno de mis hijos”, por eso el pastel que sopló tenía una especie de siete invertido. ¿Motivo suficiente para una gran fiesta, con un halo sólo posible en el realismo mágico? “Cosas de Carmen Balcells y la cabalística”, rezaba una voz conocedora de la agente literaria, siempre anfitriona feliz en estos casos.

Balcells conoció a Izquierdo en 1992 en el entierro de Juan García Hortelano y ahí nació esas amistades que forja la agente, cercanas a adopciones inquebrantables. Por eso empapeló literalmente su domicilio con fotografías gigantes del entrañable profesor. “Lo interesante es lo que hay debajo de los lienzos que aguantan las fotos”, decía otro balcellsólogo, conocedor quizá de primeras ediciones que se escondían tras las imágenes.

Pasear por entre las mesas de invitados que ocupaban cuatro de las habitaciones de la casa mientras se servían los 27 platillos del menú parecía de cuento: ahí una exministra de Cultura (Ángeles González-Sinde); ahí Juan Marsé (“me parece que desde siempre cultivo su amistad por ser hombre culto y divertido, amante del cine, la poesía y la mala leche; todo eso nos une”); un poco más allá, Eduardo Mendoza (“el cumpleaños feliz nos ha quedado un poco kadish, pero a él hasta se le ha entendido el discurso”, bromeó, conocedor del alambicado verbo de Izquierdo); colegas (Ana María Moix, buscando micrófonos entre las mimosas); hijos (Miquel); exalumnos hoy periodistas (Lluís Bassets) o editores: Andreu Jaume (otro de los promotores del acto), Silvia Querini (“cuando se ponía la mano en la barbilla, sabíamos que dudaba él, y dudábamos nosotros, del autor o del libro”, evocó su ahora editora en Lumen).

Más cerca de Izquierdo y su esposa Ana (recién casados en una foto del comedor: “Sin ella nunca me hubiera sacado la tesis”) estaban Pasqual y Ernest, hijos de Jordi Maragall, su segundo progenitor. “Mi padre murió siendo yo joven y él se convirtió en mi refugio mental”, recordó el homenajeado, que recibió un poema de su mentor de 1967 sobre la amistad. Rosa Novell había declamado ya Letanías profanas, del poemario de Izquierdo Señales de nieve (“siempre a través de anhelos / y del ceremonioso espíritu / he querido extraer un poema del constante/ poema de amor sucesivo...). Acto grande.

La anfitriona (“la única aquí que no ha sido alumna tuya ni militante del PSC”, se autodefinió) estaba en su salsa. E Izquierdo, conmovido cuando le regalaron La piel de los días, su novísimo poemario tras años de silencio. Versos cargados de esa conciencia cívica y de ironía tan de la casa: “Hablo, por ejemplo, de la perversión de la fidelidad religiosa, sólo equiparable a la política en estos tiempos de soberanismo malentendido: ¿de quién, contra qué, para qué?”. Y remacha: “Cuando hablas del sistema no puedes hablar de cosas feas. Pero la poesía no puede no decir a veces cosas feas”, dice quien estos días escribe “sonetos indigestos, inevitables cuando lees sobre Bárcenas o sobre Wert; he hecho rimas con él, octosílabos, métrica indefectible cuando piensas en chorradas; lo importante sale en endecasílabos”.

Contento entre sus exestudiantes (“enseñar entre 1970 y el 2000 fue un privilegio: escucharles enriquecía”), se reconoce “persona sin sentido práctico alguno en tiempos de peligrosa aceleración y, en consecuencia, reflexión poco meditada”. También modesto (“No hay persona más limpia”, resumía Ernest Maragall), no se atreve a elegir un libro suyo: “He prestado poca atención a mi mismo, pero de la vida literaria me llevo el encuentro de Carlos Barral, de Vinyoli y de Joan Oliver”.

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Uno de los versos de La piel de los días reza: “Transitivo y feliz. Inexistente”. Piensa: “Hay que estar muy fastidiado para escribir eso, ¿no? Con la enfermedad estaba, pero no era”. Sus amigos quisieron celebrar que Luis Izquierdo, necesario, aún está. Es. Existe.

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Sobre la firma

Carles Geli
Es periodista de la sección de Cultura en Barcelona, especializado en el sector editorial. Coordina el suplemento ‘Quadern’ del diario. Es coautor de los libros ‘Las tres vidas de Destino’, ‘Mirador, la Catalunya impossible’ y ‘El mundo según Manuel Vázquez Montalbán’. Profesor de periodismo, trabajó en ‘Diari de Barcelona’ y ‘El Periódico’.

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