Quiero clase en valenciano, señor juez
Las familias de colegios públicos que han logrado por sentencia explican sus razones
Abraham Canales se expresa en castellano. Cristina Fernández, en valenciano, aunque usa el castellano cuando habla con su marido colombiano. Pero ambos, como todas las familias del colegio Rei En Jaume de Xirivella, han querido siempre que sus hijos estudien en la lengua de Ausiàs March. Ambos suscribieron en octubre de 2010 un recurso contencioso-administrativo contra la negativa de la Consejería de Educación a implantar una segunda línea de inmersión lingüística en valenciano (PIL). Es el primer colegio público que ha conseguido la enseñanza en valenciano en los tribunales.
Tres colegios recurrieron ese mismo año a la Justicia la denegación de su solicitud, asesorados por Escola Valenciana. A dos ya les ha dado la razón el Tribunal Superior. En el Rei En Jaume, un centro de 400 alumnos con un tercio de población inmigrante, la petición venía de 2008. Ante el silencio de la Administración, Violeta y Adrià, los hijos de Abraham y de Cristina, empezaron la línea en valenciano en septiembre de 2009 con una veintena de niños. Pero llegado mayo la consejería notificó la denegación, con las vacaciones a la vuelta de la esquina. Adrià y Violeta continúan aprendiendo en valenciano, ahora en Primaria, pero su promoción es un islote lingüístico, porque tanto los que van delante como los que han venido detrás fueron escolarizados en castellano a raíz de la denegación.
Abraham y Cristina iban cargados de razones a los tribunales. Todas las familias del centro querían a sus hijos escolarizados en valenciano, la decisión del consejo escolar fue unánime y les avalaban el Sindic de Greuges, el inspector de zona y el consejo escolar municipal. “Era un tema de justicia; a ojos vista se estaba cometiendo una injusticia con el colegio”, dicen. Pero siguen sin entender el porqué de las denegaciones. “Para nosotros se había convertido en un contrasentido por parte de la consejería”.
Joan Cabrera, director del centro, recuerda que en el municipio hay ocho líneas de castellano y seis de valenciano. Y yendo más al fondo del asunto, la experiencia le dice que con la línea en castellano, “nunca se cumple el objetivo de hablar las dos lenguas”. El director asegura que tanto en las evaluaciones internas como externas del centro, los cursos en valenciano están por encima de la media y los de castellano por debajo. Además, “las líneas en castellano se llevan el 80% de los recursos del centro” para compensación de desigualdades, subraya el director del colegio, que está en el Programa de Educación Compensatoria.
A más abundancia, la profesora de Violeta y Adrià, Rosa Cortés, que antes impartía en castellano, es ahora ferviente abogada de la línea en valenciano y más en un contexto multicultural. Destaca que los dos primeros en leer en valenciano fueron, precisamente un niño rumano y otro africano. Y que en esta promoción aislada ha tenido menos problemas de adaptación y necesidades de apoyo que en las anteriores en castellano. “He enseñado en valenciano y castellano y veo que académicamente todo son ventajas e incluso podemos disminuir el fracaso escolar”. El mayor daño se ha hecho “a las otras promociones, que están descompensadas”, dice la profesora. Además, dicen los padres, “el juez ha votado a favor de la elección de los padres”.
Lo mismo piensa Francisco Fons, director del colegio concertado Sant Cristòfol, de Picassent, que en diciembre de 2012 obtuvo sentencia favorable para implantar una línea en valenciano. Recuerda que los padres que firmaron el recurso, sin embargo, “no se van a beneficiar, porque sus hijos ya están Primaria en castellano”, explica Fons. “Se beneficiarán los que empiecen en septiembre”. “Lo pasamos muy mal, la denegación creó impotencia y malestar”, asegura el director de este colegio parroquial que no ve razones académicas en una denegación de este tipo, sino “políticas”.
Fueron muchos más los centros que vieron denegada ese año su solicitud de línea en valenciano, pero que no fueron a los tribunales. Su suerte ha sido dispar, pero por lo general, la respuesta a sus solicitudes ha sido la misma. Ante el silencio administrativo, el colegio Gonzalez Marti de Benifaraig arrancó en 2009 un primero de Infantil en valenciano que ha seguido así tres cursos “sin que haya habido”, subraya Rafael Miralles, secretario del Ampa y miembro del consejo escolar, “ninguna protesta”. El problema llegó este curso, al empezar Primaria. “La Administración informó de que era una anomalía y”, lamenta, “estranguló la línea”.
El secretario autonómico de Educación, Rafael Carbonell, que firmó en su día la denegación de Xirivella, asegura que los fallos judiciales “coinciden con la línea del nuevo sistema plurilingüe que la consejería ha puesto en marcha y que defiende el derecho de los padres a que sean las familias quienes decidan las líneas lingüísticas de cada centro”. Carbonell dice que van a “preguntar a los padres de los alumnos en qué lengua desean que estudien mayoritariamente sus hijos”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.