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Prisión para 17 de los 31 miembros de la banda de los Black Panthers

El juez les acusa de ser una organización criminal que vivía del tráfico de drogas

Rebeca Carranco
Agentes de los Mossos tras el registro de uno de los domicilios de los Black Panthers.
Agentes de los Mossos tras el registro de uno de los domicilios de los Black Panthers.

Los Black Panthers llegaron a Cataluña en 2002 de la mano de Fernando Arturo Cuello Arias. El pasado martes, la policía le dio una estocada de muerte a la estructura de la banda latina, a la que acusa de formar una asociación dedicada al crimen organizado. En concreto, de traficar con marihuana para subsistir, además de extorsionar, amenazar, traficar con armas... E incluso intentar matar a aquellos que abandonan el grupo.

De los 31 detenidos por los Mossos d’Esquadra, el juzgado de instrucción 2 de L’Hospitalet de Llobregat decretó ayer prisión provisional, comunicada y sin fianza para 17 de sus miembros. A última hora, todavía faltaba conocer la resolución para una parte de los detenidos que se hicieron a última hora.

La policía catalana arrancó a las cinco de la mañana del martes un operativo en diversas ciudades del área metropolitana —L’Hospitalet de Llobregat, Esplugues, Cornellà, Barcelona...— con la intención de capturar a los miembros de esta banda. En los registros dieron con su principal jefe, Fernando Arturo Cuello, el mismo que fundó la organización hace más de 10 años.

Cuello, según los agentes, era el encargado de recibir la droga en su domicilio de Esplugues, en la calle de Cedres, y luego la distribuía entre los distintos escalafones del grupo criminal. En la terminología de los Black Panthers, Cuello era lo que se entiende como máximo, y contaba con diferentes estrellas, que a su vez contaban con los soldados, que vendían la droga en la calle, y los guerreros, que ejecutaban las agresiones.

La investigación arrancó con la denuncia de un miembro que intentó abandonar la banda. Cuando el resto del grupo se enteró, empezaron las amenazas y las extorsiones. Incluso llegaron a detenerle ilegalmente. Varias personas le amenazaron con un cuchillo, le metieron en un coche y se lo llevaron a un municipio vecino. “Le dijeron que iban a matarle a él a y su familia”, explicó el inspector de los Mossos Jordi Domènech, responsable de Área Central de Investigación de Personas. El objetivo de la banda es que nadie se vaya y que sigan pagando las cuotas a las que están obligados... Quien lo incumple, se arriesga a que le maten. Los mossos tienen acreditado un intento de homicidio a un joven que abandonó los Black Panthers y Cataluña. En una visita, varios pandilleros le localizaron en una discoteca y fueron a buscar al resto de miembros del grupo para que le aplicasen el código 61, que en su argot significa asesinarle. La policía logró evitarlo.

Ser homosexual suponía un castigo y la expulsión de la banda. También estaba penado llegar tarde a las reuniones, con palizas y multas, según contó el jueves Domènech en una rueda de prensa. La banda actuaba en L’Hospitalet, además de otras zonas del área metropolitana, donde existe una preocupación por la inseguridad que generan estos grupos.

Las bandas latinas se pelean por el territorio y por el tráfico de drogas, aseguró el comisario jefe de la Comisaría General de Investigación, Josep Lluís Trapero. Esa evolución hacia el crimen organizado ha supuesto un cambio en la forma de abordar el fenómeno, que antes se trataba más desde la mediación. Esta operación es la primera en la que se investiga para demostrar que los Black Panthers son una organización criminal. Y será el modelo a partir de ahora. “No investigamos ideas, sino delitos”, afirmó Trapero.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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