La respuesta, en la calle
Colau, Garzón y Talegón aún no han sido contaminados por el aire viciado de los despachos cerrados
Si Bob Dylan escribiera hoy su canción Blowin´ in the wind, seguro que cambiaría wind por street. Porque la respuesta hoy no está en el viento. Está en la calle.
Aisladas las elites dirigentes por un muro construido con los ladrillos de la corrupción, el ciudadano de a pie se echa a la calle en busca de respuestas. Es en la calle donde surgen ideas renovadoras, revolucionarias algunas. No en los enmoquetados despachos de la oligarquía política y financiera.
Un ejemplo: la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) ha conseguido lo que ninguno de los dos grandes partidos que han gobernado el país habían logrado en décadas: poner en solfa el sistema hipotecario español.
Sí. La plataforma, con el apoyo de 1,4 millones de firmas recogidas en la calle, ha obligado al PP y al PSOE a admitir en el Congreso de los Diputados una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) que exige la dación en pago y los alquileres sociales.
En poco más de tres años de vida, la plataforma, nacida en Cataluña, tiene ya un centenar de delegaciones en España y ha paralizado más de 500 desahucios. Su portavoz Ada Colau se ha convertido en una líder social. Entre otras cosas, por llamar “criminal” en el Congreso a un representante de los banqueros.
Por esos días, otro nuevo líder social, el diputado por Málaga Alberto Garzón (IU), acusaba también en el Congreso al presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, de ser el representante de un “poder antidemocrático”.
Por último, la secretaria general de la Unión de Jóvenes Socialistas, Beatriz Talegón, echaba en cara a sus mayores que quisieran hacer la revolución desde un hotel de cinco estrellas, al que habían llegado en coches de lujo.
A los tres, Colau (38 años), Garzón y Talegón (ambos de 28) les une, además de su juventud, la calle. Colau surgió de las plataformas ciudadanas que denunciaron la burbuja inmobiliaria. Garzón es producto del 15-M. Talegón, de la pelea vecinal: fue concejal en su pueblo.
Los tres respiran aún la rebeldía de la calle. Aún no han sido contaminados por el aire viciado de los despachos cerrados. Los tres se mueven como pez en el agua en el espacio en el que hoy se refugian millones de ciudadanos desencantados con los políticos: las redes sociales, en donde tienen docenas de miles de seguidores.
La calle es su fuente de inspiración. En la calle se palpa el dolor y el hartazgo. El paro y los recortes. En la calle, hoy se repudia a los políticos, precisamente porque no pisan la calle.
Todos los sondeos coinciden en el desapego hacia los partidos políticos. El último conocido, el que realiza la Universidad de Granada, arroja unos datos alarmantes: cuatro de cada cinco andaluces (80%) está insatisfecho con el funcionamiento de la democracia. Casi igual porcentaje, el 77%, no se siente identificado con ningún partido.
Pero una sociedad democrática es impensable sin partidos. Coincido con Garzón en que es preciso canalizar la rabia y el desencanto de la calle. El diputado malagueño dice compartir algunas de sus filosofías y denuncias sociales. Mas duda de que esos pequeños grupos “sean efectivamente alternativas al sistema”.
En la otra orilla, los partidos deben beber de la calle, si quieren recuperar el prestigio perdido. Algunos lo intentan. En esa línea cabe interpretar el llamamiento del presidente Griñán a su grupo parlamentario al reanudarse el curso. Le pidió que presenten iniciativas pegadas a la calle, después de “reunirse y escuchar a los sectores afectados”.
En la confluencia de unos y otros, la fuerza explosiva de la calle y la capacidad de organización de los partidos y organizaciones sociales, está la solución. Ahí es donde la izquierda tiene que renovar su ideario enmohecido. En la calle. Yes, Bob, in the street.
@JRomanOrozco
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.