Recuerdos del viejo Pueblo Nuevo
Un centenar de vecinos recopila fotografías para un libro que recoge la historia del barrio Los jóvenes han sido los encargados de redactado
A Carmen Román, que ronda los 70 años, le encantaba ir a bailar al club Vallejo, pero su madre se lo tenía prohibido. Por eso se acercaba a la salida de los cines Aragón, cogía una entrada usada que la gente tiraba al suelo, “porque no había ni papeleras”, y así tenía la coartada perfecta. Se pegaba sus bailes y cuando le preguntaban en casa, enseñaba la entrada. Aquella sala de fiestas no existe ya en Pueblo Nuevo (Madrid), pero ella la conservaba viva en sus fotografías. Esas instantáneas y decenas más han servido para ilustrar el libro Un barrio de historias, que recoge el antes y el ahora de los lugares más emblemáticos de la zona y de las vivencias de sus vecinos.
Un centenar de personas se ha involucrado en la iniciativa que ha reunido alrededor de 120 instantáneas. El proyecto ha servido para entrelazar aquella generación, la que ahora ronda los 70 años, y la de los jóvenes, muchos de ellos hijos de inmigrantes. Durante seis meses los mayores contaron la historia del barrio, sus experiencias, a los veinteañeros, que luego pusieron por escrito estos relatos. A cambio, los jóvenes les enseñaron a fotografiar los lugares que ellos habían retratado hace 50 años.
“Los protagonistas han sido los mayores. Ellos decidían qué visitaban. Habían algunos que nunca habían cogido una cámara de fotos de ahora”, cuenta Marisa Vázquez de la asociación La Rueca, una de las promotoras de la iniciativa, junto con La Caixa y la junta de distrito.
Uno de los jóvenes que participó es Ronny González, dominicano de 20 años. “Aunque llevo 10 años aquí, nunca me había preocupado por el pasado del barrio”, reconoce, “muchas de las cosas que me han contado me recuerdan a mi tierra”. Antes de comenzar la experiencia hizo, junto a otros compañeros, un curso de diseño para poder elaborar ellos mismos el libro.
Carmen lleva toda la vida en Pueblo Nuevo, solo cambió de portal cuando se casó, y se jacta de ser una de las que más imágenes ha aportado al proyecto. “Han cambiado muchas cosas, algunas para mejor, otras para peor”. En su casa no había agua, tenían que ir cada día a la fuente a por ella. “Ahora ya solo quedan dos en el barrio”. Pero admite que también había mucha más cercanía, que las puertas estaban siempre abiertas. “Ahora si eres un poco extrovertida te hablas con los vecinos, pero otros ni saludan”, se lamenta.
Con este proyecto, Ronny y Carmen, que en otro momento no hubiesen cruzado palabra, han compartido sus vivencias durante los seis meses en los que se ha gestado el proyecto. “Buscábamos un modo de juntar esas dos generaciones y fomentar la convivencia, no solo la coexistencia”, explica Vázquez. El libro se puede encontrar en la sede de la asociación La Rueca y también se puede descargar en su página web.
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