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Roban la campana de la iglesia de Castellnou d’Ossó

Los vecinos creen que los ladrones pueden ser los mismos que el día anterior robaron herramientas

Los Mossos d’Esquadra investigan el paradero de la campana de la iglesia románica de Sant Pere de Castellnou d’Ossó, pequeña localidad del municipio de Ossó de Sió (Urgell), que supuestamente fue robada la tarde del pasado miércoles por tres personas que fueron vistas merodeando por el municipio en una furgoneta.

Los delincuentes, a quienes se atribuyen otros robos cometidos el día anterior en explotaciones agrícolas de la zona, no tuvieron dificultades para acceder a la espadaña de la iglesia a través de una escalera lateral, situada en el cementerio anexo, y descolgar a mano la campana, con un peso aproximado de unos 150 kilos de peso.

Una vez tuvieron la campana en el suelo del cementerio, los ladrones utilizaron una antigua puerta de hierro como rampa para superar la pared y dejarla en campo abierto, donde fue cargada en la furgoneta. La iglesia, que data del siglo XI, es un edificio de una sola nave con un ábside semicircular y una fachada coronada con un campanario de espadaña. Los vecinos no se dieron cuenta del robo porque la iglesia está situada a unos 200 metros del casco urbano.

Los vecinos creen que los ladrones que se llevaron la campana pueden ser los mismos que el día anterior robaron herramientas y chatarra en diversas granjas de la zona. En una de ellas fueron sorprendidos por el propietario, que los obligó a descargar lo que le habían robado, aunque no le permitieron ver lo que llevaban en el maletero.

Este ganadero fue quien alertó al alcalde de Ossó de Sió, Josep Maria Pedró, quien localizó la furgoneta y la siguió con su vehículo hasta un cruce de carreteras, donde intentó pararla sin éxito, aunque pudo conseguir anotar la matrícula y características del vehículo. Los Mossos d’Esquadra, que están realizando gestiones para identificar a sus ocupantes, ignoran si era la furgoneta en la que cargaron la campana robada.

Pedró ha explicado que los vecinos están muy disgustados por el robo, no por su valor económico sino porque era un elemento simbólico del municipio que no fue saqueado durante la Guerra Civil. En la mayoría de los casos las campanas robadas suelen acabar vendidas a peso como chatarra.

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