Europa dicta la nueva reconversión
Los últimos acuerdos en el marco de la UE determinarán la caída de la inversión pública e incrementarán los mecanismos de control ambiental
La Unión Europea sienta estos días las bases de la nueva reconversión que diversos sectores de la economía gallega deberán afrontar en lo que queda de década. Caerán las inversiones, se pescará menos y habrá que pasar de promesas a hechos en el cuidado ambiental de las rías. Cambie Galicia o la obliguen a cambiar, los políticos coinciden en que las cosas no seguirán igual.
La entrada de España en la entonces Comunidad Económica Europea en 1986 obligó a sacrificios en la construcción naval, la pesca y las explotaciones agrarias a cambio de ingentes ayudas que renovaron el país, a veces con proyectos de dudosa rentabilidad. Tres décadas después, los 27 acaban de decidir, el pasado viernes, que Galicia afronte el periodo 2014-2020 con 1.300 millones de euros menos de fondos europeos que en 2007-2013. Dos días antes el Parlamento Europeo aprobó para el mismo periodo la nueva Política Pesquera Común (PPC) que obligará a pescar menos. Y mañana llega a Galicia una delegación de eurodiputados para conocer el deterioro ambiental de las rías y apremiar su corrección.
El nuevo presupuesto comunitario será por primera vez inferior al anterior y en él Galicia, más rica que hace siete años, ya no es región prioritaria. Para no perder de golpe las ayudas, Xunta y Gobierno central lograron mantener lo que denominan “red de seguridad”: una partida de 2.000 millones hasta 2020, el 60% de los 3.300 millones que llegaron entre 2007 y 2013 para infraestructuras y políticas de empleo. Serán 200 millones menos al año que repercutirán en unas cuentas autonómicas cuyas partidas de inversión, muy centradas en la obra pública, ya han caído de los 1.500 millones de 2010 a los 700 de 2013.
La pérdida podía haber sido mayor, por eso el director xeral de Relacións Exteriores, Jesús Gamallo, se muestra satisfecho del “aterrizaje suave” logrado. Lo que no le impide reconocer que Galicia tendrá que cambiar. “Sí se puede hablar de reconversión, pero yo estoy por esa reconversión”, defiende, evitando las connotaciones históricas peyorativas del término. “Hay que cambiar de mentalidad, primar la eficiencia y trabajar por objetivos”, dice Gamallo, “porque la UE va a controlar en qué se invierten sus fondos”.
Las ayudas territorializadas, que a partir de 2020 desaparecerán por completo, no son las únicas que recibe Galicia. También llegarán parte de los 6.500 millones, como máximo, con los que la UE financiará los cambios de la nueva Política Pesquera Común (PPC), una insignificancia si se tiene en cuenta que la Política Agraria Común (PAC) supone más de un tercio del billón de euros total del presupuesto comunitario. La cantidad que llegará de ese nuevo Fondo Europeo Marítimo y de Pesca (FEMP), aún por determinar, no compensa, a juicio de los implicados, los sacrificios del nuevo marco legal. Con discrepancias entre ellos, en lo que están de acuerdo todos los partidos y subsectores marítimos es en que la pesca gallega tendrá que cambiar.
El eurodiputado socialista Antolín Sánchez Presedo lamenta que los fondos europeos para rescatar las cajas, más de 5.000 millones, “fueron más del doble de lo que se recibirá entre 2014 y 2020”. “Galicia va a tener que seguir realizando un gran esfuerzo de modernización”, dice el socialista, “ahora con inversión privada, porque ya no hay entidades financieras propias”. Pero es optimista: “Habrá ajustes en toda la UE, la economía gallega es más abierta que la española y ya avanzamos, por ejemplo, en automoción o en agricultura, al pasar de 60.000 explotaciones en 1992 a 11.000 que producen un 40% más”.
La europarlamentaria nacionalista Ana Miranda lamenta que la UE use “el término diversificación económica para dejar abandonados determinados sectores, pero lo que hay que hacer es diversificar en cada sector”. Para ella, lo que ahora se está decidiendo “es una reconversión directa y a cara descubierta que afecta a las redes de transporte, a la PAC, a la pesca, y lo peor es que la Xunta está ausente en los debates, no hay estrategia de país”. “En el pasado hubo malas prioridades de inversión y seguimos sin estar preparados, habría que dar incentivos a las microempresas, como otros países”, apuesta Miranda de cara al futuro.
Desde Alternativa Galega de Esquerda, Yolanda Díaz critica que “con el modelo capitalista de la troika europea, Galicia va a sufrir una agresión en sus grandes sectores económicos, el naval, la ganadería y la pesca”. “Las restricciones presupuestarias son un ataque a toda la UE, pero sobre todo a un país empobrecido como el nuestro”, que la dirigente de izquierda considera “mal defendido por una Xunta que prima intereses empresariales y no los del pueblo”.
Con menos fondos, más restricciones productivas y más vigilados, la reconversión que afronta Galicia es la de la eficiencia. El balance se hará en unos años, cuando se compruebe si los cambios serán lampedusianos, para que nada cambie, o si efectivamente nada será igual tras las decisiones de Bruselas de estos primeros meses de 2013.
Pescar menos y mejor hasta 2020
Lejos de lo que parece por sus declaraciones, las posturas de los partidos gallegos no son tan distantes ni en materia presupuestaria ni en pesquera. Todos son conscientes de que en algún momento Galicia dejaría de recibir ayudas comunitarias y la solidaridad cambiaría de destino. La discrepancia surge sobre lo bien o mal que se gestionaron en el pasado los fondos y sobre cómo se hará ahora. Igualmente todos coinciden en que el principal problema de la pesca gallega es el denominado “principio de estabilidad relativa”, por el que tiene la misma capacidad legal de capturas con respecto al resto de Europa que hace tres décadas, lo que impide el desarrollo del sector. Pero ese principio es intocable en Bruselas.
La reforma actual se basa en la premisa de pescar menos ahora para que las poblaciones marinas se recuperen y se pueda pescar más a partir de 2020. Para controlar que sea así, obliga a desembarcar todo lo pescado, sin poder tirar de nuevo al mar, muchas veces muertas, las capturas no deseadas. La Confederación Española de Pesca está de acuerdo en reducir esos descartes, pero pide flexibilidad en los plazos y expone dificultades técnicas. El PP hace propia esa argumentación, respaldada por la Xunta, para explicar su voto en contra. Como el BNG, que sin embargo defiende otras medidas ambientales de la reforma y acusa al PP de primar los intereses de grandes armadores y conserveras. El PSOE, sin embargo, votó a favor, como el 77% del Parlamento, porque la Eurocámara aún deberá negociar con los Estados y, según Sánchez Presedo, así su postura será más valorada.
Pero esos no son los problemas ni del marisqueo ni de la flota costera artesanal, 4.000 de los 4.500 barcos gallegos, que sin tanta capacidad de presión política ven cómo la PPC los “protege” de momento solo retóricamente, dejando en manos de cada Estado las medidas y ayudas concretas.
Mientras, Bruselas aumenta el control sobre sus recursos y competencias. Mañana llega a Galicia una delegación de eurodiputados para comprobar de primera mano qué se ha hecho por la mejora ambiental de las rías. La Xunta, curándose en salud, emitió entre el jueves y el sábado siete notas de prensa al respecto. Pero la realidad es que acumula años de retraso, lo que impide aprovechar al máximo las potencialidades marisqueras y pesqueras.
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