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La lacra del desempleo

La cifra (40,6%) y el drama (233.600 parados)

Sindicatos y empresarios de Cádiz muestran su frustración por la situación de la provincia, que vuelve a encabezar la tasa de desempleo

Trabajadores de Delphi arrancan las protecciones para cortar la carretera  de acceso a Cádiz, el pasado mayo.
Trabajadores de Delphi arrancan las protecciones para cortar la carretera de acceso a Cádiz, el pasado mayo.JORGE ZAPATA (EFE)

Primero la contundencia de la cifra: 40,63% de paro. Y luego está la gente. Los que hacen cola en las oficinas de empleo. Los que resisten con poco más de 400 euros. A los que ya no les queda ni eso. Pero la vida sigue en Cádiz, la provincia con la tasa de desempleo más alta de España. ¿Cómo? Dicen que ayudan los padres y madres pensionistas, que salen algunas chapuzas, que hay trampas al sistema. Pero las estadísticas sostienen que 75.000 familias gaditanas no tienen a ninguno de sus miembros trabajando. Son 15.000 más que en el anterior recuento de la Encuesta de Población Activa (EPA). Y ni la economía sumergida puede con todos. Según Cruz Roja, 8.000 de las 33.000 personas atendidas en esta provincia el año pasado llegaron ya malnutridas.

La alarma es de la Encuesta de Población Activa del último trimestre de 2012. Nadie recuerda en Cádiz una cifra tan desoladora. El 40,63% la sitúa de lejos como la provincia con mayor tasa de desempleo, a 14 puntos de la media nacional, situada en el 26,02% y a cinco puntos de la andaluza, fijada en 35,86%. Por detrás, Ceuta (37,84%) y Huelva (37,32%). Según estos datos, en la provincia gaditana, de 1.245.164 habitantes, solo 341.400 están trabajando y 233.600 están desempleados. La EPA también revela que el paro femenino se eleva al 45,45% frente al 36,92% de los hombres.

Solo una vista atrás. Hace cinco años, cuando la media nacional del paro no llegaba al 8%, en Cádiz había un 13,42%. Era 2007. El principio de la crisis. Aunque para muchos Cádiz siempre ha estado en crisis.

Datos de una lacra

  • El último padrón revela que la provincia de Cádiz tiene 1.245.164 habitantes.
  • Según la Encuesta de Población Activa del último trimestre de 2012, 341.400 gaditanos están trabajando.
  • La misma estadística sostiene que 233.600 gaditanos en edad de trabajar están parados.
  • La tasa de actividad de la provincia es del 57,21%.
  • El paro alcanza el 40,63%. Es la cifra más alta de España, a 14 puntos de la media nacional y cinco puntos por encima de la media andaluza.

La provincia se ha resentido de los vaivenes de la industria. Para establecer comparaciones, los más veteranos se remontan a principios de los ochenta. “Entonces también había mucho paro. Coincidió con el declive del sector naval”, recuerda Francisco Fernández Lucas, histórico líder sindical en el astillero de San Fernando, y ahora secretario de Acción Sindical y Empleo de CC OO. “Pero no era tan grave como ahora. Porque antes si fallaba astilleros, estaba la automoción”. Hace 20 años la provincia se convirtió en un referente automovilístico y llegaron grandes multinacionales como Delphi o Visteon. Y, con ellas, al igual que con astilleros, numerosas empresas y puestos de trabajo dependientes de esas compañías, que como buenas madres alimentaban a sus hijos.

Pero el cierre de Delphi en 2007 demostró que los negocios no entienden de castas. Delphi no se fue por la crisis. Se fue porque su modelo productivo era ya más barato instalarlo en otro sitio. Se marchó de Puerto Real y se instaló en Tánger. Dejó 1.800 personas en la calle. El Trocadero, donde subsiste vacío ese edificio, es un polígono fantasma. Poco después se fue Visteon de El Puerto de Santa María y dejó otros 400 operarios altamente cualificados sin empleo. A eso se suma la casi absoluta falta de actividad en los astilleros. Resisten las plantillas de Navantia pero no toda la industria auxiliar. La EPA sostiene que Cádiz ha perdido en estos cinco años 13.000 empleos en la industria. De los 46.500 con los que arrancó 2008 a los 33.500 con los que se ha cerrado 2012.

La debacle industrial de la bahía gaditana puede explicar, en parte, por qué Cádiz, que había salido últimamente de la cabeza de la estadística del paro, ha vuelto de manera dramática a liderarla. Aunque hay más factores. Porque han caído todos los sectores productivos, algo que empresarios y sindicatos atribuyen a la crisis general que atraviesa el país. Cádiz ha tenido dos crisis. La suya y la de todos.

“Con pesimismo no se soluciona nada”

Marta Pérez, ex técnica comercial química de 30 años, no conocía lo qué era estar parada hasta la semana pasada. Desde que terminó la carrera de Ingeniería Química siempre ha trabajado. Ahora se ha quedado en el paro embarazada de seis meses. Se le acabó el contrato y no se lo renovaron.

¿Qué sintió al entrar por primera vez en una oficina de empleo? Tengo familiares en paro y sé lo qué es. Encontré mucho pesimismo, mucha desesperación.

¿Cómo se pasa en el paro embarazada? Pasé una semana mal pero, a pesar de mi situación, soy una privilegiada. Tengo 24 meses de paro y otros cuatro de baja maternal. Encontraré un trabajo.

¿Es optimista? Claro. Con pesimismo no se soluciona nada. Estoy formada y creo que encontraré algo porque la cosa no puede ir a peor.

¿Ha pensado en emigrar? Si tengo que irme, lo haré. Ya he trabajado en Madrid. En Cádiz vivimos una crisis permanente. Ahora, un poco peor. Pero siempre ha habido problemas.

¿Qué le dijeron en el SAE al verla embarazada? La primera persona que me atendió estaba indignada. No se lo podía creer.

Es lo que piensa Javier Sánchez Rojas, recién elegido presidente de la Confederación de Empresarios de Cádiz. El día después de ser nombrado, colmado de felicitaciones y buenos deseos, la EPA le regaló el peor dato de paro de toda España. “Un mazazo”, dice. Pero también un acicate. “Demuestra que nuestra lucha, que ya se presumía intensa, tiene que ser más grande”. Y entonces empieza a buscar razones. “Estamos 10 puntos por debajo de la media de número de empresas por habitantes. Eso es algo que lastra mucho a la provincia”.

“Lo más difícil es explicarlo a los hijos”

José Manuel Gamaza vivió el boom industrial de la bahía y también su caída. Trabajó en Delphi 18 años hasta que estalló en 2007. Pudo ser recolocado en Gadir Solar durante tres años hasta que también cerró, ahora está desempleado. Está casado, tiene 45 años, dos hijos de 12 y 13 años y en su casa solo entra la paga de 426 euros.

¿Cómo subsiste? Gracias a mi suegra y a mi madre, ambas viudas. Sin ellas no tendríamos ni para comer.

Forma parte de un colectivo reivindicativo. ¿Cree en el poder las protestas? Te sientes arropado. La movilización te mantiene activo. Debería servir para algo.

¿Confía en que esas protestas solucionen algo? En eso estamos. Los políticos son los que tienen que arreglar esto. Aquí no se ha hundido Delphi. Se ha hundido toda la industria.

¿Ha buscado trabajo fuera? Con dos niños, imagínese. Claro que busco. Todos los días. Me llamaron de Francia pero no cuajó. Ahora miro en Almería. Pero no es fácil.

¿Qué es lo más desesperante? Lo más difícil es explicárselo a los hijos. Decirles que no les puedo comprar lo que piden o que no tengo dinero para que se vayan de excursión.

En el papel Cádiz es un lugar ideal para invertir. Tiene una posición geoestratégica ideal, como se demostró hace 200 y 300 años cuando era capital del comercio, como sede en los intercambios entre América y Europa. Dispone del puerto, el de Algeciras, más importante del Mediterráneo, complementado con la oferta del de la bahía de Cádiz. Tiene mar y también montaña a escasa distancia. El sector agrícola y ganadero ofrece productos únicos, desde los vinos hasta los quesos. Es un referente turístico con algunas de las mejores playas de toda España. Pero ni todas sus bondades han conseguido darle la vuelta a la estadística.

Sánchez Rojas hace sumas para intentar justificar lo que ocurre. “Aquí todo parece más lento. Si se ve que es necesaria una carretera, tardamos tres décadas en conseguir que se haga”. Es lo que ocurre, por ejemplo, con el desdoble de la Nacional 340, la que debería unir definitivamente la bahía de Cádiz con la de Algeciras. “Cualquier proyecto tarda muchísimo y se llena de problemas, como Las Aletas”. El deseado polígono industrial de Puerto Real está parado por las marañas judiciales y políticas, a pesar de que tiene 106 millones de euros en una cuenta dispuestos a ser invertidos. “Si sale adelante cualquier idea, se complica porque cada partido se la quiere atribuir”.

Sánchez Rojas recoge la crítica de su antecesor Miguel González Saucedo, quien, en su salida, reconoció que una de las cosas que más le ha frustrado ha sido la estéril batalla entre partidos por los proyectos que nunca salían, por ejemplo, la liberación del peaje de la autopista Cádiz-Sevilla, el propio parque empresarial de Las Aletas o ahora la pelea por la paternidad de una plataforma logística de comercio con América. Y a ello añade una queja, la tradicional división de la provincia en tres: Cádiz, Jerez y Algeciras. “Si en otra provincia llega un dinero para unos recursos, aquí hay que dividirlos en tres”.

Nadie puede decir que a Cádiz no ha llegado dinero. Está acostumbrada a percibir fondos públicos envueltos en siglas: el PTE, el PLEMCA, el Plan Bahía Competitiva, las ayudas a la reindustrialización, el dispositivo singular para los ex de Delphi... Pero los resultados no han sido efectivos. Y además la lluvia millonaria también ha estado envuelta en denuncias de irregularidades y lamentos sobre la pérdida de dinero.

A eso une la imagen de una provincia conflictiva. “Las protestas tienen una difusión muy alta en Cádiz y eso se proyecta fuera”, dice Sánchez Rojas. Y la falta de una cultura emprendedora, algo que también suscribe el catedrático José Ruiz Navarro, quien lamenta la falta de apoyo a los emprendedores. En los últimos meses en Cádiz han surgido SurAlgae, una empresa para dar uso comercial a las algas; LEC, la primera fábrica que reúne en un solo edificio la producción de bombillas de bajo consumo, o Cervezas Maier, una cerveza 100% gaditana.

Los sindicatos suscriben parte de su discurso pero también añaden la crítica a la patronal. “Ha habido mucha cultura de explotación, de irregularidad, de contratar sin dar de alta”, lamenta Fernández Lucas. Esa precariedad se ha convertido también en un signo de la provincia. Precariedad disfrazada de picaresca. La pequeña economía sumergida, las chapuzas en el hogar, las peluquerías en las casas o las facturas sin IVA de mudanzas y arreglos están muy extendidas. También la grande, la que trae la droga y el contrabando. El nuevo presidente de la patronal gaditana tiene pendiente una reunión con el subdelegado del Gobierno, Javier de Torre, al que trasladará esta preocupación.

“Si no hay un estallido social aquí, es gracias a esa economía sumergida”, admite Fernández Lucas. “También a los padres y abuelos que, con sus pensiones, están soportando el peso de sus hijos y nietos”. Pero ese sustento clásico ya no es una garantía. Lo saben en Cruz Roja, Banco de Alimentos y Cáritas, que esta semana comparecían juntos para ofrecer los datos que complementan a la cifra del 40,63% del paro. “La situación da miedo porque ese porcentaje de desempleo se suma a años de desgaste”, sostiene Concepción García, presidenta provincial de Cruz Roja. Según sus datos, el 26% de los que acudieron a sus servicios de reparto de comida llegaron malnutridos. Fueron 8.000 personas el año pasado. Y a eso se añade otra necesidad: el aseo personal. En una acción nunca vista Cruz Roja empezará a preparar en 2013 paquetes con productos de higiene personal. Es para la gente que está detrás de ese cifra: 40,63% de paro.

Una luz en Barbate

Es como el futuro. Impresoras que sacan modelos de piezas en tres dimensiones. Lámparas inteligentes, incipientes patentes para ahorrar energía. Pero es el presente. Y está en Barbate. No es una isla imaginaria en un municipio lleno de problemas. Es un ejemplo de que se puede crear empleo en la provincia con más paro y hacerlo en un pueblo que lucha día a día contra la imagen negativa de la falta de oportunidades. En Barbate se han ido reduciendo los barcos pesqueros pero ahora crecen las bombillas. Las que iluminan su futuro.

La empresa LEC (Light Environment Control) es la primera fábrica que reúne en un solo edificio todas las fases para crear bombillas de bajo consumo, las conocidas como LEDs. Tras un año de fuertes inversiones en maquinaria, unos siete millones de euros, prepara en 2013 su expansión comercial. Tiene 72 empleados en la factoría y creará otros 60 en España para poder vender sus productos. Mira también hacia el exterior (México, Brasil, Qatar o Perú). Su gran apuesta es el ahorro energético con productos de calidad, frente a los competidores chinos. En sus instalaciones se hace todo el proceso, desde el boceto de nuevas farolas hasta el empaquetado y envío de las luces ya terminadas.

Detrás de LEC está Luis García. Barbateño. “Quería que fuera un proyecto en esta tierra. Porque soy de aquí pero también porque aquí se pueden hacer las cosas bien. Estamos a 40 minutos del mayor puerto del Mediterráneo, unimos toda la producción en un mismo edificio y hemos conseguido dar empleo”, resalta. En su despacho luce un barco de madera que le regaló un trabajador, también vecino de Barbate. Es lo que sitúa la fábrica en el mapa, en el contexto de un pueblo marinero ahogado por la crisis pesquera, el paro y sus consecuencias. Un pueblo que tiene luces a las que agarrarse.

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