Botella permitió el rastrillo Nuevo Futuro pese a fallos graves del sistema antifuegos
Un informe posterior observó defectos en la detección y extinción de incendios
La alcaldesa de Madrid, Ana Botella (PP), permitió que se celebrara el rastrillo benéfico Nuevo Futuro, al que acudieron más de 23.000 personas, después de recibir fuertes presiones de los organizadores, entre los que se cuenta la hermana del Rey, Pilar de Borbón. Se hicieron en una noche obras para subsanar deficiencias en el pabellón municipal de La Pipa; un alto cargo de Urbanismo refrendó que la instalación eléctrica era segura; y los bomberos aprobaron un plan de evacuación en caso de emergencia. Sin embargo, tal y como el mismo Ayuntamiento reconoce en un informe, el pabellón tenía "defectos graves en las instalaciones de electricidad, detección y extinción de incendios".
El rastrillo se celebró entre el 23 de noviembre y el 2 de diciembre en el pabellón municipal de La Pipa, en la Casa de Campo; según los organizadores, la asistencia fue mayor que el año anterior, cuando tuvieron 23.000 visitantes. Pero el evento estuvo en un tris de cancelarse apenas unas horas antes de su inauguración. El Ayuntamiento había recibido el 19 de octubre un informe en el que se detallaban fallos de seguridad en varios edificios municipales, entre ellos este.
El 1 de noviembre se produjo la tragedia del pabellón Madrid Arena, en el que también se habían detectado deficiencias (que no influyeron en los hechos). Una semana después, el 8 de noviembre, Botella ordenó clausurar el Palacio Municipal de Congresos (en el Campo de las Naciones) y el Palacio de Cristal (en la Casa de Campo). Mantuvo abiertos, sin embargo, el pabellón de La Pipa y el pabellón 12 de la Casa de Campo, al considerar que podrían repararse sobre la marcha los fallos detectados. Pero llegó el 22 de noviembre y, un día antes del rastrillo, no habían concluido las obras.
El Ayuntamiento amagó con aplazar o cambiar de ubicación el evento. Sus organizadores pusieron el grito en el cielo y exigieron reunirse con la alcaldesa. Lo hicieron con la concejal de Hacienda, Concepción Dancausa, y la de Urbanismo, Paz González. Botella se mantuvo en contacto telefónico con la presidenta de Nuevo Futuro, Pina Sánchez-Errazurriz. El Ayuntamiento acordó acelerar las obras y prometió terminarlas en una noche, de forma que el rastrillo pudiera inaugurarse al día siguiente, como estaba previsto. Efectivamente, esa mañana el Ayuntamiento dijo contar con el visto bueno tanto del área de Urbanismo como de los bomberos. Y el rastrillo se inauguró, con la presencia de Botella y de Pilar de Borbón.
Diez días después, el 2 de diciembre, cerraba sus puertas. Y otros 10 días después, el 12 de diciembre, recibía la inspección de técnicos de la subdirección general de Edificación Pública, dependiente del área de Hacienda. Estos elaboraron un "informe resumen" sobre el estado del pabellón, al que ha tenido acceso EL PAÍS, y que abundaba en las deficiencias detectadas en octubre. En él se dice que "de la visita realizada" el 12 de diciembre por técnicos municipales "se puede concluir" que hay "defectos graves en las instalaciones de electricidad de baja tensión, detección y extinción de incendios", "además de otros leves". El informe añade que "su reparación puede demorarse si se adoptan las medidas de seguridad oportunas".
El rastrillo se celebró pues con esos "defectos graves en las instalaciones de electricidad de baja tensión, detección y extinción de incendios". El informe de Urbanismo firmado por el director de Control de la Edificación, Norberto Rodríguez (que tuvo que comparecer ante la comisión de investigación del Madrid Arena), señalaba el mismo día de la inauguración, el 23 de noviembre, que "la instalación objeto del informe es lo suficientemente segura para la celebración del evento". Se refería pues únicamente a la revisión eléctrica realizada la noche anterior por un ingeniero industrial.
Según el Ayuntamiento, los bomberos dieron el visto bueno al plan de evacuación del evento. Y Botella dio el sí definitivo.
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