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“No son novios: ella tiene 13 años”

Una familia que denunció la desaparición de su hija hace un mes recibe correos de un joven de 22 años que asegura que no la devolverá porque está enamorado

Los padres de la desaparecida muestran una foto de ella.
Los padres de la desaparecida muestran una foto de ella.CARLOS ROSILLO

La chica debía quedarse toda la tarde cuidando de su hermano de cuatro años mientras su padre, Syedhedaye, trabajaba en el locutorio. Era el 11 de diciembre, unos días antes de que comenzaran las vacaciones de Navidad. Entonces sonó el teléfono que en el mostrador de la tienda permanece enterrado bajo una maraña de cables y carcasas. Syedhedaye descolgó y se sorprendió al escuchar a su hijo, que había conseguido dar con el botón de llamada automática del teléfono de casa. Le contaba que estaba solo y tenía miedo. La hermana mayor se había marchado.

Desde ese día Syedhedaye no ha vuelto a oír la voz de su hija, de iniciales S. A. Sí ha recibido varios mails del chico con el que supuestamente se ha escapado la adolescente. Él se llama Helal Kurshed y tiene más de 22 años. Ella cumplió 13 en agosto, como atestigua el carné de identidad que muestra su padre y que la niña se dejó en la huida.

“Es que a esa edad te pueden impresionar muy fácilmente”, cuenta ahora el hombre sentado en su locutorio del barrio de Carabanchel. “Le ha comido el coco, la está chantajeando”, se queja. Cuando le preguntan por la relación entre los dos desaparecidos, él se niega a aceptar el término relación: “No son novios: ella tiene 13 años y apenas lo conocía. Él se ha aprovechado de que es inocente”.

Helal Kurshed, en una imagen de Facebook.
Helal Kurshed, en una imagen de Facebook.

En cuanto vieron que la niña no volvía a casa, Syedhedaye y su mujer, Salina, presentaron una denuncia en la comisaría de Carabanchel. La Policía Nacional confirma que desde entonces está investigando. Los padres se quejan de la lentitud del procedimiento; la policía contesta que está avanzando en colaboración con los juzgados, pero que los casos en los que los menores se han fugado de forma aparentemente voluntaria requieren gran cantidad de garantías legales.

En un mes la familia no ha escuchado la voz de la niña, pero sí ha visto unas fotografías que no les han gustado nada. Se las envió Helal por mail y son dos imágenes en blanco y negro tomadas con una webcam en la que los dos aparecen tumbados en la misma cama. Nada escabroso, pero el mensaje que subyace está claro: la familia, musulmana, debe permitir el matrimonio y evitar la vergüenza pública. En el texto que acompaña a las fotos Helal insiste en que la chica no volverá porque su destino es estar juntos. El padre, sin embargo, se mantiene firme: “No vamos a permitir que se case con mi hija”. Pero al mismo tiempo tiende la mano: “Es muy pequeña: esa no es edad para casarse. Queremos que ella vuelva. Eso es obligatorio. Luego ya nos sentaremos y hablaremos”.

Miedo a las consecuencias

La familia y algunos amigos temen que S. A. no se haya marchado de casa tanto por estar enamorada como porque teme las consecuencias de la aventura a la que se ha visto arrastrada. El padre asegura que él no tenía conocimiento de que existiera un romance y explica que conocía a Helal solo desde hacía cinco meses, cuando el chico comenzó a trabajar para la empresa telefónica Lebara llevando su publicidad por locutorios de la zona.

En un primer momento de la entrevista declara que tiene constancia de que las amigas de su hija habían visto alguna vez a la pareja junta; un momento después se corrige y añade que fue solo después de la desaparición de la niña que se ha enterado de que el chico la rondaba, de que iba a buscarla a la salida del colegio y la seguía por la calle si ella no le hacía caso. Syedhedaye es prudente al hablar con extraños. Otras fuentes próximas a la familia aseguran que sí que saben a ciencia cierta que Helal presionaba a la menor para robarle besos amenazándola con que podía contarle a su padre que habían estado viéndose.

Syedhedaye entra en Facebook para mostrar el perfil del hombre que está seguro de que ahora se oculta con su hija. Helal posa en infinidad de fotos enseñando el pulgar a la cámara como una señal de optimismo. Corazones, arcoiris y lo que parecen arrozales de Bangladesh llenan su cuenta. El mismo día de la desaparición de la niña, el chico subió una foto nueva. Es una imagen alegórica en la que un hombre se tapa la cara en un gesto de llanto mientras una chica corre alejándose de él. Sobre el cielo encapotado del fondo de la imagen está escrito el nombre de los dos desaparecidos.

Tres amigos de Helal han premiado el mensaje con un Me gusta. Mientras tanto, la familia intenta que la niña vuelva a casa y piden a todos los que conocen a Helal que intercedan a su favor para convencerle de que está cometiendo un error. No quiere que se confunda la historia con una versión de extrarradio de Romeo y Julieta. “Su madre está muy mal”, dice Syedhedaye. “Por favor, que vuelva a casa y hablaremos. Que él la deje marchar y no le obligue a hacer nada”. Esperan que Helal sienta la presión y recapacite. Que la niña vuelva a casa sana. Luego ya se discutirá qué es amor y qué es lo aceptable.

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