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Ocho mil barriles al día

La plataforma ‘Casablanca’ cuadriplica su producción frente a la costa de Tarragona

La plataforma 'Casablanca'.
La plataforma 'Casablanca'. CARLES RIBAS

La plataforma Casablanca de Repsol vuelve a funcionar a pleno rendimiento. La compañía está inmersa en un periodo de expansión en Tarragona y la infraestructura flotante, ubicada a unos 50 kilómetros de la costa, ha cuadriplicado su producción, emitiendo ya 8.000 barriles de crudo al día.

 Los últimos dos pozos explotados —Lubina y Montanazo— se hallaron hace una década y se ha invertido en ellos 120 millones de euros. Antes de la puesta en funcionamiento de los dos nuevos pozos, la plataforma Casablanca, construida a principios de la década de los ochenta, tenía mucha menos actividad. Hasta este invierno producía 1.700 barriles de crudo al día suministrados desde cuatro pozos bautizados como Casablanca, Chipirón, Boquerón y Rodaballo. En condiciones de funcionamiento normal, ahora en la mole flotante trabajan entre 10 y 12 empleados de Repsol y otras 20 personas de empresas subcontratadas. Sin embargo, la cantidad de crudo obtenido en Tarragona y llevado después a la refinería de la provincia representa un porcentaje mínimo en las cifras manejadas por la empresa, que cuenta con explotaciones en México, Brasil o Argelia.

De la plataforma Casablanca se extrae una parte del crudo procesado en la planta que Repsol tiene en Tarragona. Los yacimientos, según estima la compañía, tienen una vida útil de entre 5 y 10 años. Casablanca se eleva 75 metros sobre el nivel del mar y sus instalaciones están divididas en tres partes: la plataforma fija, construida en una zona con una profundidad de 161 metros; los pozos submarinos controlados por control remoto, y el oleoducto que traslada el petróleo desde las profundidades marinas hasta la terminal de la costa.

Cuando Repsol puso en marcha las prospecciones en el fondo marino de Tarragona para explorar las posibilidades de los pozos submarinos Lubina y Montanazo, la polémica sobrevoló estas operaciones: en mayo y junio de 2009 dos vertidos a mar abierto de más de 100 toneladas de crudo y aceites, muy cerca del delta del Ebro, hicieron saltar todas las alarmas. Ambos fueron detectados por Capitanía Marítima en un episodio marcado por la falta de información de Repsol: el vertido del 15 de mayo de 2009 lo descubrió un satélite que localizó una gran mancha de crudo cercana al delta; el del 23 de junio lo detectó la torre de control del puerto de Tarragona. Esta última observó un intenso trajín de embarcaciones y de fondo una humareda negra. Tras consultar a la empresa subcontratista Pride, que gestionaba la plataforma y negó estar sufriendo algún tipo de incidencia, se envió un helicóptero hasta el lugar. Así se comprobó que el humo venía de la misma plataforma, a su vez rodeada por enormes manchas de crudo en el mar.

La fiscalía acusó de delito contra el medio ambiente a dos directivos de Repsol por “graves negligencias” en el diseño de la instalación. La compañía no informó de las fugas pero alegó que Pride tampoco lo comunicó. Los pescadores fueron indemnizados con 250.000 euros, aunque pedían 1,5 millones. En 2010 las costas tarraconenses volvieron a sufrir una sucesión de vertidos provocados por infraestructuras implicadas con Repsol.

Tras estos episodios negros en la historia de la compañía en Tarragona, Repsol quiso zanjar el asunto anunciando un programa de inversiones en seguridad y modernización de las instalaciones tarraconenses cifrado en 130 millones de euros, que aún se está aplicando con una comisión de control que se reúne periódicamente. Entre otras medidas, se ha puesto en marcha una prueba para detectar derrames, con una nueva tecnología y cámaras dobles de visibilidad. Repsol tiene una platilla propia en la provincia de 1.500 personas, unos gastos de mantenimiento de 130 millones al año e inversiones anuales ordinarias cifradas en 79 millones.

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