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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Qué hacemos con la cultura?

"Necesitamos recuperar visibilidad positiva y habrá que echar mano de nuestros recursos culturales"

Lo típico del año nuevo es hacer propósitos de enmienda grandilocuentes que no se cree nadie y menos en la situación comatosa en la que vegetamos. Pero aún así: el Gobierno valenciano no puede seguir prometiendo la luna sin hacer nada; para eso, ya que les ha dado por recortar algunos setos ornamentales —CVC, AVL— a los que nunca dejaron tocar bola, que se hagan también el harakiri en el Consell. ¿Es que nunca van a rectificar nuestra deprimente trayectoria descendente? Miren, no quiero pedir peras al olmo, hablemos de una cosa facilona y, desde su punto de vista, accesoria. Como ya se sabe que la cultura les parece un adorno —no hay más que ver el nombrecito que se gastaba la llamada Consejería de Cultura y Grandes Eventos (!)—, hagan un experimento en política cultural, como quien se quita un foulard y se pone otro. José Ramón Giner pintaba el otro día en este diario un panorama deprimente sobre el nepotismo de la cultura valenciana oficial. Así que la nueva consellera lo tiene, en teoría, chupado. A poco que haga, mejorará el panorama: diálogo y ganas de atender al personal. Parece que está por la labor. La cuestión es si puede conformarse con esto.

Uno de los problemas más graves que tenemos los valencianos es la mala imagen que proyectamos, no solo en España. Esta lacra es tanto más dolorosa cuanto que la seudocultura de los eventos tuvo la consecuencia añadida de hacernos visibles o, como les gustaba decir, de ponernos en el mapa. En aquella época —a cada cual, lo suyo— Valencia sonaba. Pero si a nadie le hubiese sonado, el escándalo y el latrocinio habrían pasado inadvertidos y nuestra imagen como pueblo no se habría deteriorado tanto.

Por eso, no bastará con dejarse de fantasías. Necesitamos recuperar visibilidad positiva y habrá que echar mano de nuestros recursos culturales. Lo curioso es que, siendo grandes, los tenemos completamente desaprovechados. ¿Cómo se entiende que la efervescencia artística de Russafa no la conozca nadie fuera de aquí? Tampoco saben que poseemos la segunda red museística de España. ¿Qué disparate de temporada teatral es la nuestra, cuando se contratan espectáculos mediocres mientras la escena autóctona alternativa sobrevive heroicamente en las catacumbas? ¿Y la ópera, que recibe el 10% de la subvención del Real o del Liceu? ¿Por qué han dejado morir las editoriales valencianas?: luego se sorprenderán de que nuestra tasa de fracaso escolar sea de las más elevadas. O la música, que en versión culta o popular arrasa en cada rincón de la comunidad, ¿por qué languidece falta de apoyos? Hasta nuestra situación equidistante, cultural y anímicamente, de Madrid y de Barcelona, permitiría abrir un canal con los damnificados del ERE de RTVV y enviar un mensaje de futuro para toda España: ¿se imaginan un canal televisivo de audiencia nacional en el que las dos lenguas conviviesen armoniosamente y todos los espectadores las entendiesen sin problemas?

Señora Català: todo esto requiere un plan, menos sectarismo y muchas ganas de trabajar. Usted ha mostrado algún detalle que es de agradecer: no se quede en retoques cosméticos. Mientras el rótulo Valencia no suscite asociaciones positivas, seguiremos postrados. Tan apenas hace falta dinero, se precisa inteligencia. ¿No dicen que hay que hacer más con menos? Pues espabilen o no habrá quien nos quite el sambenito en muchos años.

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