Segundo día sin gas en Poblenou
200 viviendas siguen sin servicio en el barrio por la avería del día de San Esteban "¿Cuándo arreglaréis esto?”, presionan los vecinos a los operarios
“¿Cuándo vais a arreglar esto?”, exclama Rosalía, sentada desde el rellano de su portal, en el número 75 de la calle Pere IV. Ha pasado la mañana subiendo y bajando de la calle, entretenida mirando y conversando con los operarios que extraen el agua de las conducciones del gas. Ayer fue el segundo día que pasó sin poder ducharse con agua caliente. La avería del barrio del Poblenou —la segunda grave que sufre la zona en menos de 10 meses— sigue sin solventarse. La rotura de un conducto de agua perforó las cañerías de gas la noche del miércoles y cortó el servicio de gas a nueve manzanas del barrio, casi 500 abonados. De ellos, unos 200 seguían anoche sin gas, aunque el servicio del agua —que también afectó en un primer momento a unos 200 vecinos— quedó restablecido a lo largo de la mañana del jueves.
El principal problema que unos 60 operarios han tratado de solventar ha sido la inundación de las cañerías de gas. Hasta ayer, unos 44.000 litros de agua han sido sacados de 1,5 kilómetros de conducciones tras la apertura de 50 zanjas, según Aïgues de Barcelona.
Anna Maria Pérez vive con su marido, su hijo, su nuera y su nieta frente al hotel Salles Pere IV, desde donde se atiende a los afectados. Al subir por la escalera del edificio donde vive se apreciaba un fuerte olor a gas. Algunos vecinos que curiosean junto a las zanjas habían oído que se debía a la extracción del agua: “Cuando abren la tubería siempre sale algo de gas, solo son dos minutos, no hay que de qué preocuparse”, aclara uno de ellos.
Pérez, por su parte, ha estado cocinando estos dos días con planchas eléctricas y cocinas de butano en su terraza. “Me percaté de la situación al no poder preparar el biberón para mi nieta la noche de San Esteban”, explica. Suelta un suspiro, y sigue: “Menos mal que tengo algunas bombonas del cámping-gas; una se acaba apañando como puede”. La vecina explica que el viernes por la mañana fue cuando recibió la visita de la compañía del gas: “El técnico nos confesó que en un principio parecía menos grave de lo que está resultando” concluye Pérez.
Las compañías de agua y gas esperaban reparar los daños el mismo jueves, pero Gas Natural Fenosa no lo logró ayer con unos 190 abonados. La nota de aviso colgadas en las puertas de viviendas y locales de las 9 manzanas afectadas advertía: “A causa de los trabajos de la red de distribución por la mejora del servicio el suministro de gas de esta finca quedará interrumpido a las 2.00”, sin especificar si se refería a las dos de la tarde o de la madrugada. Pese a ser colgado casi un día después del origen de la avería, el cartel tampoco aclaraba la causa de la interrupción del servicio y se limitaba a decir: “Confiamos reanudarlo [el servicio] lo antes posible”.
El hotel, como punto de encuentro, ha dejado reservada la sala Picasso, con dos empleados de Gas Natural Fenosa, para informar y aclarar dudas a los vecinos, pero poco más. Allí tampoco tienen gas. El restaurante del hotel ha tenido que variar el menú que ofrece a diario. “Hemos tenido que introducir en la carta platos que se pueden preparar al horno o en frío”, explican algunos empleados.
Por la tarde, alrededor de las seis, técnicos de la empresa del gas pasan puerta a puerta para avisar a los vecinos afortunados que ya tienen resuelta la avería el daño. A esa hora son 278 de los 490 afectados los que ya pueden cocinar, ducharse con agua caliente y encender la calefacción.
El Ayuntamiento también ha ofrecido, desde el jueves por la tarde, un refuerzo de los servicios sociales para atender a las personas más vulnerables, principalmente personas mayores. Ayuntamiento y Gas Natural Fenosa confiaban anoche con que a lo largo de la madrugada todos los afectados recuperarán el suministro de gas.
Las zanjas que han llenado estos dos días el barrio se suman a las del metro de Bogatell, lo que hace el paso por algunas calles una auténtica carrera de obstáculos. Los vecinos solo esperan que la desventura abandone el Poblenou.
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