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NUEVO GOBIERNO DE LA XUNTA

Las mismas caras para la misma política

Feijóo apenas mueve piezas en la nueva Xunta. Rueda asciende a ‘número dos’ sin perder su cartera y un asesor del presidente sustituye a Guerra en Economía

El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo (c), pasea por la plaza del Obradoiro de Santiago antes de firmar el decreto del nombramiento de su equipo
El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo (c), pasea por la plaza del Obradoiro de Santiago antes de firmar el decreto del nombramiento de su equipoXoan Rey (EFE)

Los discursos durante el debate de investidura dejaron claro que casi nada va a cambiar en la política de Alberto Núñez Feijóo, decidido a continuar su cruzada contra el déficit público como solución a todos los males. Y la composición del gabinete que ayer anunció el reelegido presidente de la Xunta ha corroborado que la apuesta por el continuismo, tras el triunfo del PP en las elecciones del pasado 21 de octubre, apenas tiene matices. El nuevo Gobierno es prácticamente una fotocopia del viejo. La gran novedad es que Feijóo ha buscado compartir un poco el peso político, que en su primera legislatura llevó prácticamente en solitario, y ha ascendido al conselleiro de Presidencia y secretario general del PP gallego, Alfonso Rueda, a vicepresidente, una figura que no existía hasta ahora. Rueda pasará así a tener responsabilidades sobre todo el Ejecutivo, pero sin abandonar la cartera de Presidencia, Administraciones Públicas y Justicia, que ha gestionado desde abril de 2009. Solo hay una incorporación al gabinete y ni siquiera llega de fuera. Javier Guerra, el miembro del Gobierno más quemado, en opinión incluso de sus hasta ayer compañeros, cede el departamento de Economía e Industria a Francisco Conde, que en la anterior legislatura trabajó muy cerca de Feijóo como asesor económico del presidente.

El nombramiento de Rueda se va a prestar a interpretaciones en clave sucesoria, especialmente para los que siempre han visto a Feijóo en la carrera por ocupar algún cargo importante en el PP nacional. Pero fuentes del partido desmienten tajantemente esa posible lectura. De hecho, algunos dirigentes creen que la ascensión de Rueda en la Xunta puede implicar su abandono de la secretaría general del PP gallego en el congreso que, en principio, está previsto para mediados de enero. De ese modo, Feijóo evitaría una excesiva acumulación de poder en Rueda, que tiene relaciones tirantes con algunos de los barones del partido. El nuevo vicepresidente ya venía actuando de hecho como el número dos del Gobierno. A él le correspondía presidir los Consellos de la Xunta en ausencia de Feijóo, a quien solía acompañar además cuando se trataba de escenificar momentos de trascendencia, como ocurrió con el anuncio de la anterior —y hasta ahora única— remodelación del Ejecutivo, en enero de este año. En esa ocasión, se suprimieron dos carteras, una estructura que se mantiene intacta. Con ocho consellerías, Galicia “es la comunidad histórica con un Gobierno más reducido”, según proclamó ayer la Xunta.

El gabinete

El tercer Gobierno de Feijóo mantiene ocho carteras, después de que en la anterior remodelación, en enero de este año, se suprimiesen dos. Esta es la lista del gabinete:

Presidente, Alberto Núñez Feijóo (Os Peares, 1961)

Vicepresidente y conselleiro de Presidencia, Administracións Públicas e Xustiza. Alfonso Rueda Valenzuela (Pontevedra, 1968)

Conselleira de Facenda, Elena Muñoz Fonteriz (Madrid, 1971)

Conselleiro de Medio Ambiente, Territorio e Infraestruturas, Agustín Hernández Fernández de Rojas (Madrid, 1961)

Conselleiro de Economía e Industria, Francisco Conde Fernández (Monforte de Lemos, 1968)

Conselleiro de Cultura, Educación e Ordenación Universitaria. Jesús Vázquez Abad (Nüremberg-Alemania, 1967)

Conselleira de Sanidade, Rocío Mosquera Álvarez (Gomesende, Ourense, 1956)

Conselleira de Traballo e Benestar, Beatriz Mato Otero (Barakaldo, 1965)

Conselleira do Medio Rural e do Mar, Rosa Quintana Carballo (Brión, 1959)

Lo que sí permitirá Rueda es aliviar la carga que suponía para Feijóo llevar prácticamente todo el peso político de su Gobierno. Al haber reclutado, tras su triunfo electoral de 2009, un gabinete de técnicos, compuesto en su mayoría por funcionarios del segundo escalafón de la Administración, el presidente acaparó todo el protagonismo a la hora de elaborar el discurso del Ejecutivo y defenderlo ante la oposición. En las últimas semanas, dirigentes del partido habían expresado a Feijóo su opinión de que era necesario repartir más esas tareas —que incluyen las explicaciones ante la opinión pública y el Parlamento— para no someter al presidente a un excesivo desgaste. Rueda, que era el único que compartía esa tarea, debido a su cargo en el partido, tendrá ahora mayor presencia y permitirá a su jefe disponer de un parapeto cuando la ocasión lo requiera.

La otra novedad tampoco lo es mucho. Lo que hubiese constituido una verdadera sorpresa es que siguiese en el Gobierno Javier Guerra. El conselleiro de Industria y Economía llevaba en la cuerda floja desde hace mucho tiempo y ya estaba en todas las quinielas para marcharse en la anterior remodelación. Guerra ha protagonizado fiascos como la gestión del Instituto Galego de Promoción Económica (Igape) bajo investigación judicial por presuntas corruptelas en el reparto de ayudas y créditos a empresas, o la anulación del concurso eólico, una chapuza jurídica, como ha acabado corroborando el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG). Feijóo se asegura ahora un control más directo sobre ese departamento al situar en él a una persona de su máxima confianza.

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Y ahí se acaba toda la renovación. Si Feijóo tenía la tentación de cambiar más caras, la urgencia por elaborar los Presupuestos de 2013 —que incluirán una nueva tanda de recortes— sirvió de elemento disuasorio. Los demás conselleiros sobreviven, incluido el titular de Educación, y Cultura, Jesús Vázquez. Algunos en el PP también le veían tocado por los enormes conflictos en las aulas durante la anterior legislatura y la reciente sentencia del TSXG, que anuló uno de los  aspectos centrales y más controvertidos de su decreto sobre el uso del gallego en la escuela, el que establecía que el idioma de la educación infantil se elegiría mediante una consulta a los padres.

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