Feijóo cambia a Guerra por un asesor y nombra a Rueda vicepresidente

Sin la parafernalia de la primera vez. Los Citroën que estrenaron la nueva era de la austeridad no esperaban como en 2009 a sus nuevos inquilinos en la Praza do Obradoiro. Ni el Pazo de Raxoi registró movimiento alguno. La composición del nuevo Gobierno gallego fue un trámite burocrático más: se remitió a la prensa por correo electrónico tras firmar Feijóo el decreto con la nueva estructura de la Xunta. Mañana se presentará a la sociedad en un acto discreto que dará paso a la primera reunión de trabajo.

Alberto Núñez Feijóo había prometido continuidad, un gabinete que “puede estar trabajando al día siguiente de tomar posesión”, dijo en campaña. Y así fue. Repiten todos menos Javier Guerra al frente de la consellería de Industria. El empresario textil había confesado a quien quiso oírle durante buena parte del pasado mandato su arrepentimiento por haberse embarcado en esta aventura pero en vísperas de las autonómicas desconcertó a sus compañeros de siglas cuando pidió repetir en las listas del PP, donde además exigió un puesto relevante. Acabó de número tres por Pontevedra, delante incluso de la presidenta del Parlamento, Pilar Rojo. Le sustituye Francisco Conde, persona de la máxima confianza del presidente y miembro de su gabinete que hasta ahora ejercía de asesor para asuntos económicos. Conde fue secretario general del Instituto de estudios europeos y  profesor de economía aplicada de la Universidas San Pablo CEU

Conservan la cartera Beatriz Mato, al frente de Traballo y Benestar; Agustín Hernández que mantiene Medio Ambiente, Territorio e Infraestructuras; Rosa Quintana, a la cabeza de Medio Rural y Mar, Jesús Vázquez que aglutina Educación y Cultura, Elena Muñoz, responsable de Facenda, e incluso la independiente Rocío Mosquera, a cargo de Sanidade, cartera que asumió el pasado enero, pese a que algunas quinielas internas la situaban estos días en el alambre.

Que se impondría el continuismo lo había adelantado implícitamente el propio Feijóo durante el debate de investidura que se celebró esta misma semana en el Parlamento Gallego. Avisó a los elegidos (cuando aún ni sabían que lo eran) que tendrían menos de un mes para cuadrar sus números. En diciembre todos deben tener listos los presupuestos. Semejante anuncio dejaba escaso margen a las caras nuevas puesto que un Gobierno de recién llegados no podría garantizar unas nuevas cuentas en solo unas semanas.

Finalmente no hubo, pese a que según admiten fuentes cercanas Feijóo llegó a considerarlo, fusión de competencias y el Ejecutivo seguirá tal y como había quedado tras la única crisis de Gobierno que provocó la marcha de las exresponsable de Facenda, Marta Fernández Curras, y Sanidade, Pilar Farjas, al segundo escalafón del Ejecutivo de Mariano Rajoy el pasado enero. Pese a mantener sus ocho consellerías será una administración más pequeña puesto que caerán algunos mandos intermedios en el tercer plan de adelgazamiento que el PP lleva a cabo en cuatro años para podar una administración que en 16 años de fraguismo no dejó de crecer a base de multiplicar la administración paralela.

La principal novedad es que el hombre fuerte del Gobierno, Alfonso Rueda, que ya fue el responsable en el anterior mandato de asumir las tareas de coordinación cuando resultó necesario asume el cargo de vicepresidente con las competencias adheridas de Presidencia y Xustiza. Quien quiera ver en el movimiento en clave sucesoria errará de medio a medio. Ni está claro que Feijóo esté pensando en marchar a Madrid ante una eventual llamada de Mariano Rajoy ni mucho menos que esa hipotética jugada fuese a dejar a Rueda al mando del PP gallego. Rueda sigue sin estar bien visto por barones provinciales como Louzán o Baltar y tampoco despierta grandes entusiasmos entres los alcaldes. De hecho son varias las fuentes populares que coinciden en que el ascenso en la Xunta trata de reforzar su autoridad dentro del partido, donde por lo menos hasta el próximo congreso que se celebrará a finales de enero seguirá al frente de la secretaría general.