El Cuarteto de Tokio comienza en A Coruña su despedida de España
Ha sido el acontecimiento social-musical de una semana que empezó con un concierto del trío compuesto por Julián Gil, Violín, Andréi Kevorkov, viola, y Ruslana Prokopenko, violonchelo
El Cuarteto de Tokio ha celebrado este miércoles en A Coruña el primer concierto de la etapa española de su gira mundial de despedida, que esta semana continuará en Madrid antes de volver por última vez a nuestro país en primavera. El concierto, incluido en el ciclo de la Sociedad Filarmónica de A Coruña y el Consorcio, se inició con el Trío “El Jinete”, de Haydn, tocado por los de Tokio con gran precisión rítmica, rica matización expresiva en su minuetto-trio y una asunción de riesgos que hizo peligrar puntualmente la afinación del primer violín. El Cuarteto nº 5 de Béla Bartók fue una demostración de adecuación estilística: su inmensa fuerza interior se trasmutó en gran musicalidad por la multiplicidad de ataques y viveza rítmica de su vibrante scherzo, la fuerza étnica de su vivace final y la sutileza armónica y tímbrica de su adagio molto y su andante.
El reflejo de la felicidad de un Mendelssohn recién casado en su Cuarteto nº 2 quedó patente en la brillante versión del veterano cuarteto, en especial en la alegría saltarina del scherzo, la tierna sutileza del andante y la brillantez final del presto agitato. Como bis, la eficacia conclusiva tan propia de Haydn en el finale de su Cuarteto op.20 nº 4. Toda una metáfora de la historia y despedida de este Cuarteto de Tokio, grande entre los grandes.
Ha sido el acontecimiento social-musical de una semana que empezó el martes en el Auditorio Andrés Gaos, del Conservatorio Superior de Música, con un extraordinario concierto del trío compuesto por Julián Gil, Violín, Andréi Kevorkov, viola, y Ruslana Prokopenko, violonchelo. Tres grandes músicos, más allá de la mera interpretación desde sus primeros atriles en la Orquesta Sinfónica de Galicia, como demostraron con su interpretación de un programa de extremos estilísticos y extrema dureza de ejecución.
Tras un Schubert prerromántico, estreno de un actualísimo Rossinskij: la intensidad rítmica de Tempo di tango, primer movimiento de su Música 5, extrae el alma de esa danza urbana, con todo su brillo melódico y su ambiente oscuro de callejón arrabalero. El clima de misterio del moderato y la dureza de pizzicatti y ataques sulla ponticella del presto culminaron la brillante ejecución de Música 5, obra de gran exigencia instrumental y musical. El Trio de cuerda de Penderecki y la Serenata op. 10 de Dohnany completaron el programa de un concierto por el que hay que felicitar a la dirección del Conservatorio, animándola a seguir por ese camino.
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