Federalismo o inmovilismo
En menos de un mes hemos visto aparecer tres manifiestos en favor del federalismo
En poco menos de un mes, hemos visto en Cataluña y en el resto de España publicarse tres manifiestos federalistas. CiU se apresuró a tildar (sobre todo al de Cataluña) de oportunista. Como soy de natural ver la botella medio llena, este repentino impulso federalista me llena de fe en la más que probable (aunque no fácil) solución del encaje de Cataluña en España. Cuanta más gente se sume a esta solución más cerca estará Cataluña de lograr mayores cotas de autogobierno, mayor y definitivo reconocimiento a su cultura y su lengua y más justo reconocimiento fiscal y financiero. No obstante, recordemos que la última reforma del Estatuto del 2006, propulsada por el primer gobierno del Tripartito, establecía un modelo federal asimétrico. Un modelo que de no haberlo tumbado el Tribunal Constitucional, y luego haberlo recurrido el PP, hoy estaría funcionando a pleno rendimiento social, económico y, sobre todo, político, es decir: sin los sobresaltos institucionales actuales y en medio de la pavorosa rebaja del estado del bienestar que padecemos vía CiU y PP.
Un paréntesis. Cuando CiU reprocha a los firmantes de esos manifiestos no haber antes levantado la bandera del federalismo, no está faltando totalmente a la verdad. Es verdad que entre sus firmas no recuerdo haber visto a muchos pronunciarse a favor del Estatut del Tripartito, ni haber protestado en contra de la sentencia del Tribunal Constitucional.
Respecto a los dos manifiestos por el federalismo publicados estos últimos días en Madrid, de algunos de sus firmantes recuerdo infantiles jueguecitos verbales con el patronímico ripollès y gilipollez. También me llama la atención que firmantes del primer manifiesto federalista de Madrid, muy cercano en letra y espíritu de consenso al de Cataluña, incluso en el supuesto de que una mayoría en Cataluña apoyase la independencia, aparezcan de nuevo apoyando el federalismo en el segundo, de tono bastante menos dialogante y mucho menos, por cierto, federalista. Pero de conversiones imprevisibles, el partido de Artur Mas está lleno también de ejemplos. ¿Recuerdan en la federación cuántos alcaldes franquistas se sintieron de pronto autonomistas y pasaron a engrosar el partido durante la Transición?
Los federalistas no son los adversarios del independentismo. Sus adversarios y también los del federalismo plurinacional, son el inmovilismo institucional (y constitucional) del PP y el PSOE de Bono o el bonismo. El PSC de Navarro no estuvo a la altura de las circunstancias. Debió calibrar mucho mejor la marginación de sus dirigentes más afines al federalismo asimétrico. Y Carme Chacón, tendrá muy cuesta arriba hacernos creer ahora (a pesar de sus oportunistas querencias federalistas de última hora) que está más cerca de las tesis del federalismo asimétrico de Ernest Lluch o Pasqual Maragall que de las tesis del bonismo oficial u oficioso del PSOE.
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