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El origen etimológico y los diferentes acentos de ‘Halloween’

"All Hallow-even" ha sufrido con el paso del tiempo "un acortamiento y un desaste", según un experto de la Universidad de Alicante

El desgaste fonético de la expresión inglesa  "All hallow's eve", traducida como víspera de todos los santos, ha permitido a la industria del cine y del consumo convertir "Halloween" en toda una mina de productos que el consumidor ha asumido ya como tradicionales.

Acuñada inicialmente como "All Hallow-even", siendo "even" una variante arcaica de "eve", según ha explicado el catedrático de Filología Inglesa de la Universidad de Alicante Félix Rodríguez, esta expresión ha sufrido con el paso del tiempo "un acortamiento y un desgaste" que ha dado lugar a la palabra que hoy conocemos.

A partir de ahí, "Haloween", como fecha asociada por su significado celta al mundo de las sombras y del invierno, ha saltado a los cinco continentes "debido a la enorme influencia del inglés", ha apuntado Rodríguez, doctor en Lingüística Románica por la Universidad de Alberta (Canadá).

"Con ello se asegura la incorporación de un anglicismo más a nuestro inventario léxico cotidiano, pese a lo exótico de su morfología", ha añadido. Para los investigadores la noche del 31 de octubre era una de las citas festivas más importantes de la cultura celta, en la que, bajo el nombre original de "Nos Galan-gaeaf", algo así como la noche de las calendas, se recibía al invierno y se decía adiós al verano, pues para esta civilización al parecer sólo existían dos estaciones.

Desde el punto de vista económico, según señalan otros expertos y autores de libros -la mayoría de ellos editados en inglés-, esta misma noche, que abría el periodo conocido como Samhain, suponía el cierre de la cosecha agraria y la llegada de los días invernales.

Para soportar estas bajas temperaturas, la fiesta era calentada e iluminada con hogueras. A partir de aquí, las tradiciones y las leyendas adquieren y recogen aspectos y filosofías distintas, pues algunos entendidos consideran que los celtas "invitaban" a este festín a los seres queridos que ya habían pasado a mejor vida y, a través de las hogueras o pequeñas candelas encendidas, iluminaban el lugar donde era la fiesta para que las almas acudieran a la misma.

Para otros especialistas en esta materia, las pequeñas luces sólo servían para ahuyentar a los malos espíritus. No obstante, la mayoría de los escritos reflejan que la noche del 31 de octubre permitía, según la tradición celta, una comunicación fluida entre la vida terrenal y el más allá, de ahí que las familias celtas colocaran en sus hogares dulces y trozos de carne para ser hospitalarios y agradecidos con sus "visitantes".

Al cristianismo no gustó

La cultura cristiana intentó desvirtuar este significado de la última noche del mes de octubre al fijar la celebración de día de Todos los Santos, en la que se honra y recuerda a los ya fallecidos. No obstante, la tradición de la noche del 31 de octubre viajó hasta los Estados Unidos en la mente y la idiosincrasia de los colonos que partieron desde Gran Bretaña, quienes a esas horas nocturnas y a esa fiesta ya la denominaban "All-hallow even", víspera del día de Todos los Santos.

Las aportaciones propias de cada familia a esta tradición alargan la historia de esta noche, aunque siempre, según indican los investigadores, relacionada con aspectos originales, como son las calabazas (recuerdan el significado de la cosecha) o las luces que se colocan en el interior de las mismas, que rememoran aquellos fuegos que guiaban a las almas buenas o ahuyentaban a las malas.

Asimismo, las visitas de niños disfrazados de fantasmas a los domicilios del vecindario entregando o pidiendo dulces recuerdan los dones que se ofrecían a las "almas viajeras". Es entonces cuando la industria, especialmente la del cine, ve en "Haloween" un filón, con películas de terror que inundan la pantalla de sangre, vísceras y herramientas para matar de todo tipo.

A esta industria se sumó la dedicada a la comercialización de todo tipo de elementos, desde disfraces y máscaras a productos gastronómicos y fiestas en locales de ocio. En definitiva, todo un desgaste fonético que puede desgastar bolsillos.

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