Diputados con perfil político
Los partidos políticos no han elegido a los mejores candidatos, sino que han caído en los vicios partidistas habituales
Las encuestas más recientes siguen mostrando una percepción negativa de los ciudadanos sobre los dirigentes políticos. Según datos del último Barómetro del CIS de septiembre y del CEO del pasado mes de junio, la “clase política” y “la insatisfacción con la política” son el tercer problema que más preocupa a los españoles y a los catalanes, respectivamente, después del paro y de la economía. Ambos estudios demoscópicos también coinciden en que la desconfianza en los políticos ha alcanzado la cota más alta de la democracia (en el caso español) y de la historia del CEO (en el caso catalán).
La confección de candidaturas para las elecciones autonómicas en Cataluña podría haber sido un buen momento para modificar esta reiterada tendencia negativa sobre la imagen de nuestros políticos. Y si a ello añadimos que la próxima legislatura se presenta como un periodo clave para el futuro político de Cataluña y que los nuevos diputados participarán en debates de gran calado político, los partidos deberían haber tomado mayor conciencia de la necesidad de presentar a los mejores candidatos. En este contexto, es preferible contar con representantes que tengan un buen perfil político antes que un buen perfil técnico, y un perfil político ideal debería estar asentado sobre tres pilares básicos: formación académica, experiencia política y virtudes personales.
Tras constatar el fracaso de la labor de las escuelas de negocios en la formación de altos cargos políticos (no es lo mismo formar para hacer negocios que para hacer política), hay que garantizar que nuestros diputados dominen el funcionamiento de los sistemas políticos catalán y español, tengan conocimientos de economía y de derecho público (parlamentario, constitucional, administrativo e internacional), posean una base de historia y de teoría políticas, sepan cuál es la dinámica de la Unión Europea y de las relaciones internacionales, y tengan formación en gestión pública, en políticas públicas y en la actividad de la Administración. Conocer a fondo estas materias, que todas se explican en los estudios de Ciencias Políticas, enriquece el perfil político.
Los partidos también deberían fijarse mucho más en las virtudes personales de los futuros diputados
La experiencia política, en general, y la parlamentaria, en particular, son fundamentales para ser un buen candidato en estas elecciones. Haber ocupado cargos electivos o de confianza política en cualquier ámbito o nivel institucional (municipal, provincial, autonómico, estatal o europeo) proporciona conocimientos y habilidades para fortalecer un cursus honorum político y para desarrollar con mayor garantía la actividad parlamentaria. Aunque pueda ser electoralmente rentable, es una irresponsabilidad presentar a candidatos políticamente inexpertos.
Finalmente, los partidos también deberían fijarse mucho más en las virtudes personales de los futuros diputados. Si bien se trata de un aspecto más etéreo, debería ser un filtro tan importante como los anteriores en un momento en que los dirigentes políticos están socialmente muy mal considerados. La presencia de candidatos honestos, trabajadores, receptivos, coherentes y que dominen la negociación, la comunicación, la pedagogía y la estrategia al servicio de unas ideas claras, compartidas y que generen confianza, debería dejar de ser una ilusión y convertirse en un antídoto para frenar la desafección y los casos de corrupción.
Desgraciadamente, los partidos políticos catalanes no han tenido en cuenta estos criterios en la formación de candidaturas y han recaído en los vicios partidistas habituales. Se han practicado purgas internas, se ha marginado a personas políticamente y parlamentariamente muy valiosas, se ha premiado excesivamente a los cargos internos de los partidos, se ha situado en lugares preferentes a personas políticamente mediocres pero con un hipotético gancho electoral y se ha recurrido a los manidos independientes sin experiencia política. En definitiva, se ha pensado en el corto plazo, en hacer concesiones a la galería electoral y no en tratar de buscar los mejores perfiles políticos. Se ha claudicado ante los todopoderosos aparatos de los partidos, sin pensar en un Parlament de 135 diputados que deberán afrontar retos políticos que pueden condicionar la historia de Cataluña.
Jordi Matas Dalmases es catedrático de Ciencia Política de la UB.
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