La ocasión del mercado turco
Euskadi busca una oportunidad en infraestructuras y automoción. El fuerte consumo de las clases medias y la inversión pública, claves
Material ferroviario, equipos y componentes de automoción, electrodomésticos y productos siderúrgicos, mobiliario, servicios avanzados a la industria... Las relaciones comerciales vasco-turcas están subiendo de tono a un ritmo superior al 12% anual en los últimos cinco años y eso “abre unas perspectivas extraordinarias”, asegura un portavoz de la Cámara de Comercio e Industria de Álava. Su presidente, Gregorio Rojo representará a las cámaras vascas en la visita que encabeza a partir de hoy el consejero de Industria, Comercio y Turismo, Bernabé Unda, a la principal economía de ese área y que cierra el ciclo de misiones industriales al exterior de la primera legislatura socialista del lehendakari Patxi López, aunque esta vez el presidente no viajará debido al adelanto electoral.
La demanda de muchos de los productos en los que Euskadi tiene una posición fuerte en el mercado europeo, como automoción, renovables, máquina herramienta y en todo lo relacionado con los ferrocarriles, despiertan un alto grado en las empresas vascas, sobre todo porque el país otomano está haciendo fuertes inversiones en comunicaciones y energía.
Presencia vasca
Turquía ocupa el puesto undécimo de las exportaciones vascas, es la segunda mayor economía de Europa del Este y catorce empresas vascas están allí asentadas, de las cuales seis son de tipo comercial y ocho son implantaciones productivas. Fagor y CAF mantienen importantes relaciones con la república turca. Fagor, que en 2006 instaló su segunda planta productiva y en 2008 una nueva línea de corte, estimó entonces que en 2015 las ventas a ese país alcanzarían los 800 millones.
CAF es una potencia. En 2005 logró el primer contrato para vender trenes de alta velocidad, los primeros con tecnología totalmente española que empezaron a rodar a finales de 2010.
Turquía es un puente entre Oriente y Occidente. Tiene vínculos muy fuertes con países del Este de Europa como Bulgaria, Rumania, con repúblicas de la antigua Unión Soviética como Ucrania, Armenia y Georgia, y con países árabes como Jordania —pese al actual enfrentamiento con Siria— y también con estados del Asia Central como Azerbaiyán y Kazajstán que formaron parte del Imperio Otomano.
Pero, además, está generando una numerosa clase media que tira del consumo y está compensando ese empuje con inversiones publicas que mejoran sustancialmente la comunicación entre las diferentes áreas del país. Esa puerta hacia todas esas repúblicas en vías de desarrollo, el tirón del consumo, y el régimen de unión aduanera que mantiene con la UE por lo que sus productos (excepto los agrícolas) entran libres de aranceles y restricciones cuantitativas en Europa, le convierten en un mercado muy atractivo para Euskadi. Pero sigue siendo un país complejo por esas especie de bicefalia entre las relaciones comerciales privadas y las públicas. Estambul es el centro en el que se cierran las principales operaciones comerciales e industriales del sector privado mientras que Ankara sigue siendo el destino de quienes están pendientes de los contratos públicos. Uno los principales clientes es el Estado que mantiene una alta participación en la vida económica. Eso explica que las principales exportaciones de Euskadi a ese país —debido a la importancia de la firma CAF— sean locomotoras y material ferroviario, seguido de productos básicos de hierro y acero, maquinaria, motores, generadores y transformadores eléctricos, vehículos a motor y componentes de automoción, entre otros.
Turquía es un puente entre Oriente y Occidente y crece muy fuerte
Entre las importaciones destacan los productos siderúrgicos, seguidos a distancia por maquinaria, textiles, aparatos domésticos, cables y fibras sintéticas. “Las relaciones son difíciles por la complejidad burocrática y la inestabilidad política que caracteriza al país. Hay que tener paciencia y ser muy constante en las gestiones que se realicen”, cita un informe de las Cámaras de Comercio.
En ese contexto, la visita del Gobierno vasco tiene como uno de los principales objetivos despejar de burocracia los caminos hacia los principales centros de decisión públicos en Ankara y fijar contactos fijos para acortar unos plazos de negociación que en ocasiones pueden llegar a ser eternos. La delegación vasca, integrada por cerca de setenta empresas comienza hoy su programa de actos en Turquía con una jornada empresarial en la que participa el BBVA.
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