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Los pilares de González

Un íntimo para controlar el Gobierno y un especialista en las cuentas de Madrid recién llegado de la sala de máquinas de Hacienda soportarán el peso del nuevo Ejecutivo regional

Salvador Victoria, Ignacio González y Enrique Ossorio.
Salvador Victoria, Ignacio González y Enrique Ossorio.ÁLVARO GARCÍA

Enfundado en un traje a medida y marcando tendencia con una camisa de cuello italiano, Ignacio González se encaminó, pasada la una de la tarde del viernes, a la Sala del Consejo con la seguridad y satisfacción que le producía disponer de un Gobierno (seis varones y dos mujeres) a su gusto. No era un viernes cualquiera. Era un viernes de renovación. El epílogo a los 11 días que trascurrieron entre la dimisión sorpresa de Esperanza Aguirre y la toma de posesión del nuevo Ejecutivo regional. El cuarto dirigente de la Comunidad de Madrid —tras Joaquín Leguina (1983-1995), Alberto Ruiz Gallardón (1995-2003) y su mentora (2003-2012)— entró en la habitación, un espacio minimalista luminoso, con vistas a la Puerta del Sol, de paredes blancas, decoradas con molduras refinadas, y presidió la primera reunión del postaguirrismo.

Aparte de la de González, dos figuras, los dos hombres del presidente, destacaban por encima del resto en el cónclave. A la izquierda del líder, Enrique Ossorio, “un hombre de la casa” según le definen en la Real Casa de Correos, se estrenaba como consejero de Economía y Hacienda. Otro hombre, “de fidelidad absoluta”, tomaba asiento a la derecha de González. Salvador Victoria, que había sido nombrado consejero de Asuntos Sociales 15 meses antes, acababa de jurar como consejero de Presidencia y Justicia. Sus funciones no quedarán ahí. Irán mucho más allá. González le eligió para sucederle como portavoz del Gobierno —una responsabilidad que venía asumiendo en los últimos nueve años— y para “coordinar” a las ocho consejerías. Una tarea extra que le convertirán en el vicepresidente de facto, por más que González decidiera prescindir de la cancillería de la que se había encargado estos años.

Los nuevos hombres fuertes de la Comunidad de Madrid

  • Enrique Ossorio (Badajoz, 53 años) ha desempeñado distintos cargos en el Gobierno madrileño. Fue viceconsejero en 2001, consejero entre junio y noviembre de 2003 y viceconsejero (bien de Hacienda, bien de Economía) de forma intermitente hasta 2011.
  • Salvador Victoria (Madrid, 43 años) fue entre 2003 y 2011 viceconsejero de Vicepresidencia y secretario general del Consejo de Gobierno. En junio de 2011 fue nombrado consejero de Asuntos Sociales.

González desempeñó durante los últimos años, hasta el mismísimo día en que Aguirre se despidió con lágrimas en los ojos, el papel de “poli malo”. Después de 25 años a la sombra de la lideresa, ganándose su aprobación minuto a minuto, hasta el punto de convertirse en su fontanero de confianza, el reto es otro. Convertirse en el “actor principal”, el rol que hasta ahora cumplía Aguirre. Sin nadie que le haga sombra, y del que a la vez se fíe tanto como para que le guarde las espaldas. “Y ese es, sin ninguna duda, Salva”, zanjan distintas voces, que entre 2003 y 2011 fue el viceconsejero de vicepresidencia y secretario general del Consejo. Un periodo en el que trabajó mano a mano con González, fraguando unos vínculos de confidencias y fraternidad. Ganándose el respeto de los demás componentes de la mesa... La misma mesa en la que en los años de bonanza previos a la crisis se apretujaban los representantes de hasta 15 consejerías. Victoria, echando mano del sentido práctico que potenció durante su adolescencia en Carabanchel —los alrededores de la calle Antonio López y de la plaza de Marqués de Vadillo eran su hábitat, desde no perdía vistazo de lo que se cocía en el Vicente Calderón, el estadio del Atlético, cuyos colores idolatra—, llegó a alargar la mesa con un tablón.

La cercanía que transmite en el cuerpo a cuerpo esconde a un “cerebrito”. Licenciado en Derecho por la Complutense y experto en Derecho Comunitario por el Consejo General del Poder Judicial, en 1997 aprobó las oposiciones al Cuerpo de Letrados de la Comunidad como el número uno de su promoción. “Es un talibán neoliberal, pero también es capaz de salir al atril de la Asamblea a pelo. Sin papeles”, le critican y elogian a la par en la oposición. Responsable desde 2008 del entramado jurídico del PP de Madrid y desde el abril presidente del Comité Electoral —es el que hace las listas del partido, ni más ni menos—, Victoria pisará un terreno conocido a los mandos de Presidencia y Justicia, de donde ha terminado desbancando a Regina Plañiol, finalmente sin cartera.

El nuevo Gobierno regional.
El nuevo Gobierno regional.ÁLVARO GARCÍA

Asesor parlamentario del ministro de Justicia, con Ángel Acebes y José María Michavila, Victoria tiene por delante, a sus 43 años, negociar el convenio colectivo con los Bomberos de la Comunidad y con los abogados del turno de oficio, que amagan con dejar de prestar sus servicios desde este lunes como protesta a los impagos que sufren. Para aliviar la tensión de los problemas que afrontará se evadirá en el deporte —le gusta hacerse unos kilómetros por la Casa de Campo cada vez que puede (así hizo el mismo jueves por la mañana, antes de que le comunicaran que era el número dos de González) y ha disputado tres maratones últimamente— y devorando libros, dos o tres a la vez, y mejor si son en inglés y de John Grisham.

Mientras Victoria hará de González —su padre, Salvador, habilitado de Procurador de los tribunales, quería que fuese notario; su madre María del Rosario es agente de seguros—, a Ossorio le espera una paradoja este mismo lunes, en cuanto ocupe su nuevo despacho: convencerse a sí mismo de que los casi mil millones (992,09 para ser más exactos) que el Estado quiere recortar a Madrid no están bien calculados. La tarea sería sencilla si fuera su antecesor, Percival Manglano o la propia Aguirre, que achacó el recorte a “un error” apenas 10 días antes de marcharse. Para Ossorio —hombre de números, apasionado de la sierra de Guadarrama y con fama de prudente—, el asunto es algo más complicado. Probablemente pondrá alguna de las melodías de Mozart o Bach que le gusta escuchar de fondo (es un asiduo del Teatro Real) mientras trabaja y lo pensará con calma: ¿Cómo pelear como consejero de Economía y Hacienda de la Comunidad de Madrid contra una cifra que él mismo calculó al otro lado de la trinchera, como secretario general de Coordinación Autonómica y Local, a las órdenes de Beteta en el Gobierno de Rajoy?

Ahí es nada. El Ejecutivo madrileño conocerá la partida exacta la semana que viene o la próxima. Y no tiene pinta, barruntan en el Ejecutivo, de que la Administración Central vaya a abrir la mano y concederles un respiro. La presentación ayer de los Presupuestos Generales del Estado despejó otra incógnita: la inversión del sector público estatal en la región en 2013 será de 1.078,66 millones... Un 14,77% menos que en 2012. De esa cantidad, 495,77 millones corresponderán al Ministerio de Fomento y Medio Ambiente, y los 582,89 millones restantes a los demás ministerios. Otro guiño funesto es que Madrid dejará de cobrar 317 millones del Fondo de Suficiencia. “Ya esperábamos que habría una caída considerable en inversiones... Pero de lo que realmente estamos pendientes es de las entregas a cuenta”, asienten en el Gobierno regional. Es decir, de las transferencias autonómicas, la partida de dinero líquido que hará de la región un lugar más o menos agradable para sus seis millones y medio de ciudadanos.

Victoria concluye una carrera popular.
Victoria concluye una carrera popular.COMUNIDAD DE MADRID

Y esa será solo una de las primeras complicaciones. Lo peor está por llegar: cuadrar las cuentas más difíciles de Madrid y convertirlas, como el mismo Ossorio decía el viernes tras jurar el cargo, en un presupuesto “bueno para todos”. No lo tendrá nada fácil. Aunque haya participado en la elaboración de diez presupuestos de la Comunidad. Los pronósticos más negativos —y aparentemente más reales— apuntan a un nuevo recorte de unos 2.500 millones: mil menos en el pastel de las transferencias del Estado y otros 1.500 para cumplir con el déficit del 0,7% fijado para 2013 (este año es del 1,5%). En definitiva, un nuevo hachazo tras el tijeretazo de 1.045 millones que Aguirre tuvo que aprobar el pasado julio para salvar los compromisos de 2012. Fue la primera vez que Madrid revisaba sus presupuestos desde que es una comunidad.

Pese a afrontar un panorama tan sombrío, en el Gobierno de González creen que si alguien es capaz de manejar semejante encaje de bolillos, ese es Ossorio. “Es uno de los hombres que mejor conoce el modelo de financiación autonómica”, dice un viejo colaborador, lo que significa que controla tanto los entresijos como sus puntos débiles.

El fichaje ha sido entendido además como un intento de tender puentes y aligerar las tensiones latentes por rencillas del pasado entre el Gobierno de Rajoy y el Ejecutivo de González (que sus principales enemigos internos sean del círculo de los marianistas es todo un síntoma). Resuelta la transición al frente de la Comunidad, ahora mismo la cuestión que más preocupa y ocupará los próximos meses son los números. “González quiere a alguien que mueva y controle todos los hilos y ese es Ossorio”, dice un viejo colaborador del consejero, considerado “el alma máter” del pago a proveedores diseñado por el Estado.

Ossorio recibió con sorpresa la oferta el jueves por la tarde y, según sus allegados, se lo estuvo pensando. “Es un decir, no se podía negar a la oferta de Ignacio... Es el relevo natural de Beteta y le tocaba”, esgrimen en el Gobierno y el Ministerio de Hacienda. El cargo que acaba de abandonar en el Ministerio era más cómodo... Pese a que el sedentarismo le hubiera hecho engordar unos kilos (en su vuelta a la Comunidad ya ha preguntado por algún gimnasio cercano). Le complicaba menos la vida, a pesar de que le tocó el seguimiento de los planes económicos de todas las autonomías. Pero aceptó la propuesta, y González llamó al ministro Cristóbal Montoro y a su jefe directo, Beteta, secretario de Estado de Administraciones Públicas, para pedir que le dejaran “las manos libres” para volver a Sol. Quizá a Ossorio le pesó el viejo deseo de ser consejero tras más de una década como número dos, saltando de la viceconsejería de Hacienda a la de Economía, brevemente a las órdenes de Alberto Ruiz Gallardón y, desde 2003, con Aguirre al frente.

Beteta y Ossorio, en 1996.
Beteta y Ossorio, en 1996.

Cuando ser político se ha convertido casi en una palabra malsonante, varios de sus compañeros destacan de él que es, sobre todo, “técnico”. Extremeño de 53 años, Ossorio labró su carrera desde los puestos más especializados de la Administración. Entró a la Comunidad como Jefe de Servicio de Apoyo a las Haciendas Locales hace 20 años. Su primera viceconsejería la ocupó a las órdenes de Gallardón. En junio de 2003, cuando el tamayazo dio al traste con la oportunidad del PSOE de recuperar la Comunidad, Gallardón se llevó a la mitad de su equipo al Ayuntamiento y dejó a la otra mitad en un Gobierno en funciones hasta noviembre. Ossorio fue consejero interino de Hacienda esos meses y luego decidió quedarse otra vez de número dos a las órdenes de Engracia Hidalgo. Estuvo 10 años en segunda fila. Hasta ahora.

Amante de la pintura y escultura clásicas, cada martes, durante ocho años, Ossorio despachó con González (en su etapa de vicepresidente) y el resto de viceconsejeros y secretarios generales la comisión preparatoria de los consejos de Gobierno de los jueves. Lo hizo sin rechistar. Hasta que Beteta, también entonces su jefe, saltó a la consejería de Transportes y Manglano le sustituyó como consejero de Economía. Sucedió el 17 de junio de 2011, una fecha imborrable para muchos en Sol.

Manglano, que despertó el interés de Aguirre el día que la defendió de unos manifestantes, entró como un elefante en una cacharrería. Su confesión nada más llegar dejó perplejos a los que tenía alrededor: “Yo de esto no sé nada”. Ossorio se marchó apenas unas semanas después. Compañeros del PP aseguran que se despidió con una frase: “Yo al niño no le enseño”. Primero ingresó en la Agencia Estatal de la Administración Tributaria, donde pidió su reincorporación. Apenas estuvo unos meses. La victoria del Partido Popular en las elecciones generales del pasado mes de noviembre llevaron a Rajoy a reclamar a un buen número de cerebros de la Comunidad. Beteta fue fichado como secretario de Estado y reclamó a su lado a Ossorio. Menos de un año después, González le ha rescatado para resolver el sudoku presupuestario más “complejo”. Un presupuesto del que seis millones y medio de madrileños están pendientes.

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