Defensa del Estado autonomico
En contra de lo que se viene argumentando, el Estado Autonómico es un activo de la sociedad española para hacer frente a la crisis
El secreto del éxito de todo Estado políticamente descentralizado estriba en que el fortalecimiento del todo no se consiga mediante el debilitamiento de las partes y viceversa. El Estado debe ser más fuerte cuanto más fuerza tienen las unidades de descentralización política del mismo. Cuando no es así, el riesgo de entrar en proceso de descomposición es muy alto.
España ha sido un buen ejemplo. El Estado Autonómico que hemos construido con base en la Constitución de 1978 ha sido el Estado más fuerte, más legítimo y más eficaz de toda nuestra historia constitucional como consecuencia en buena medida de que las nacionalidades y regiones que integran España han sido también titulares de un poder que no habían tenido nunca antes. La extraordinaria acumulación de poder por las comunidades autónomas no supuso un debilitamiento del Estado, sino todo lo contrario.
Es cierto que la trayectoria del Estado Autonómico no ha sido un camino de rosas y que ha habido tensiones y conflictividad entre el Estado y las comunidades autónomas en estos treinta años. Pero las tensiones y la conflictividad entre el todo y las partes es algo consustancial con la naturaleza del Estado políticamente descentralizado. Las tensiones y los conflictos son una muestra de vitalidad y no de decaimiento, mientras sea posible encontrar una vía de salida a dichas tensiones y conflictos, que es lo que ha ocurrido a lo largo de estas tres pasadas décadas, algunas veces con la ayuda del arbitraje del Tribunal Constitucional y otras mediante la negociación política entre las partes.
La consistencia del Estado Autonómico ha sido y continúa siendo considerable, como estos años de crisis están poniendo de manifiesto. A pesar de la intensidad de la misma, se ha podido mantener un nivel aceptablemente pacífico de convivencia como consecuencia de la función amortiguadora de los conflictos de las comunidades autónomas. Si en lugar de diecisiete consejerías de educación o de sanidad fuera un único ministerio el que tuviera que hacer frente, con muchísimos menos recursos, a las necesidades de los ciudadanos, ¿qué intensidad no habrían tenido los conflictos que se habrían generado en estas áreas? ¿Cómo se habrían encontrado respuestas para las sensaciones de agravios, reales o imaginarias, que inevitablemente se habrían producido en los distintos territorios frente a las decisiones de un único centro de poder? La autonomía es la mejor garantía de la imparcialidad territorial en el ejercicio del poder.
En contra de lo que se viene argumentando, el Estado Autonómico es un activo de la sociedad española para hacer frente a la crisis. Es claro que en estos últimos años la sociedad española se ha empobrecido de manera significativa. Hacer política se ha convertido en una tarea mucho más difícil, ya que no es lo mismo gestionar la escasez que la abundancia. Pero también por eso la política y la política democrática, en la que todas las voces puedan ser tomadas en consideración, es más necesaria. El retroceso democrático que supondría la recentralización de las tareas del Estado tendría un gran coste para todos, pero en especial para los más débiles.
El próximo 2 de octubre está prevista la Conferencia de Presidentes de las comunidades autónomas. Sería importante que de ella saliera un mensaje de defensa de la estructura del Estado y un compromiso de alcanzar acuerdos entre todas y con el Estado para dar respuesta a los problemas que la crisis está haciendo emerger. Dada la volatilidad de la situación, debería irse pensando en un calendario de nuevas reuniones, a fin de consensuar territorialmente las políticas que se tuvieran que aplicar.
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