Sin paz entre Vitoria y los Bartolos
El conflicto entre una familia gitana con las autoridades y la ciudadanía se cronifica El alcalde desempolva un duro discurso contra ellos
La María, la matriarca del clan de los Bartolos, una mujer de corta estatura, de menos edad de la que aparenta, empuña con soltura una porra y se pasea con un gorro de policía frente a los agentes y algunas autoridades. Es la imagen que muchos vitorianos tienen grabada a fuego en su retina y la fotografía que representa las décadas de conflictos de varios miembros de la familia de los Bartolos con la ciudad.
La fotografía fue tomada en marzo de 2011, cuando se dio orden de desalojar a la familia más polémica y mediática de la ciudad —el posterior derribo fue retransmitido en directo a través de la web de un medio local—. En una hora, no quedaba ni rastro del edificio de la Avenida de los Huetos 68, que durante años simbolizó un conflicto que, sin embargo, no ha cesado 18 meses después. La pasada semana, el alcalde de la ciudad, Javier Maroto, también candidato a ocupar un escaño en el Parlamento por el PP en Álava a partir del 21-O, prometió “mano dura” con la familia ante las quejas de los vecinos de la céntrica calle Badaya, donde ahora reside una parte del clan y donde ha habido robos e incluso sospechosos incrementos de la factura de electricidad de la comunidad. Maroto anunció que el Ayuntamiento se personará como acusación particular en todos los procedimientos contra los miembros de la familia y aseguró que “si pudiera, los echaba a todos de Vitoria, pero la ley no lo permite” y que “vamos a hacerles la vida imposible”.
40 DNI para María
María Cortés es una mujer “de palabra, pero muy controladora”, frente al carácter “más afable” de su marido, Bartolomé Cortés. “Un día nos reunimos en mi despacho, le dije que tenían que integrarse y que la mejor manera de empezar era que tuviesen todos la documentación en regla”, recuerda Peio López de Munain. Tras mucho insistirle, La María optó por mostrar pruebas de que toda su familia tiene DNI: “Sacó de su bolsillo un montón de documentos de identidad, habría 40; llevaba encima los de toda la familia, incluso los de sus hijos adultos”, explica el concejal.
Al contrario que el resto del colectivo gitano, que colabora activamente con las instituciones, en la elaboración, por ejemplo, del segundo Plan del Pueblo Gitano del Gobierno vasco, los Bartolos tienen una manera peculiar de acercarse a las autoridades. Es el caso de un juez recién llegado a la ciudad que quiso conocer de cerca la realidad de una familia con la que coincidía mucho en los tribunales: “Nada más llegar, La María levantó sus faldas, lo que para ellos es lanzar una maldición, y el juez no volvió”.
Unas palabras que le han valido una seria reprimenda en las redes sociales por parte de una joven de la misma etnia que los Bartolos, la gitana. Algunos apuntan a Maroto como el causante de la “confusión” que llevó, solo dos días después de sus palabras, a un duro enfrentamiento entre policías y gitanos que salían de una iglesia evangelista, razón por la cual el colectivo gitano se reunirá hoy con el alcalde.
La policía ha actuado este año en 43 incidentes vinculados a ellos
Los Bartolos son un clan de en torno a 50 personas que lideran La María y Bartolomé, ambos de apellido Cortés. Sobre todo ella, pese a la fuerza del patriarcado en las familias gitanas. Los múltiples planes y acciones específicas que se han llevado a cabo desde las instituciones no parecen haber servido para que esta familia se asiente en la ciudad y se integre como lo han hecho otras muchas familias gitanas que viven en Vitoria. En lo que va de año, la Policía Local ha intervenido 43 veces en situaciones en las que estaba implicada alguna persona de esta familia y existen 23 denuncias contra ellos por cuestiones como robos, hurtos, reyertas y conducción sin permiso.
“Esto afecta muy negativamente a la imagen de la comunidad gitana en la ciudad”, se lamenta Pascual Borja, director y portavoz de la asociación gitana Gao Lacho Drom, que tras años tendiendo la mano a los Bartolos, rompió con la familia después de que uno de sus miembros irrumpiera a tiros en el despacho de su presidente. “La inmensa mayoría de los 3.500 gitanos de Álava somos prácticamente invisibles para la opinión pública, vivimos y participamos en la ciudad, pero quienes salen en la prensa son ellos”.
Borja reclama que se hable, “como se hace con el resto de la ciudadanía”, de individuos y no de familias o de clanes. Su postura se ve reforzada por quienes han tratado con ellos, como Peio López de Munain, exconcejal de Asuntos Sociales, ya que todos aseguran que el problema no es de la familia al completo, sino de la pareja líder y uno de sus hijos junto a su mujer. Con el resto de los hijos, “sin la influencia de su madre, se puede trabajar y se está haciendo”, señala.
El problema se resume a unos pocos miembros del clan, según varias fuentes
La historia se remonta a décadas atrás cuando Bartolomé Cortés, un hombre que acaricia los 80 años nacido en Vitoria, se casó con María Cortés. Ambos formaron una familia con muchos descendientes, con los que iniciaron el periplo por Vitoria, fácilmente rastreable tanto en las hemerotecas como en la memoria de los ciudadanos. Se afincaron en varios barrios —con manifestaciones ciudadanas para pedir que se les echara incluidas—, y en todas estas ubicaciones, la historia es la misma: robos, trapicheos de droga, impago de impuestos... En este tiempo, hubo cierta laxitud con la familia: “no pagaban impuestos, no se les cobraban multas, la Diputación no intervenía con sus hijos... en los últimos años les hemos hecho ver que se les ha acabado la barra libre, han empezado a entrar en la cárcel, a rendir cuentas”, resume el concejal.
En la Avenida de los Huertos, las dotes de convivencia de los Bartolos hicieron que los vecinos huyeran. Una de esas familias se encontró con que días antes de mudarse, su piso era desmantelado.
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