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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Choque de trenes

Una semana después de la Diada, me preocupa mucho la capacidad de ambas partes para gestionar el conflicto

El pasado día 11 no fue un día cualquiera. Independientemente de las cifras, la importancia, la composición y el comportamiento de la concentración en Barcelona son un síntoma claro de un sentimiento muy mayoritario: la situación de nuestra relación con el resto de España es muy incómoda, y todos nuestros intentos de buena fe por mejorarla no han sido atendidos o han sido abortados. Esta incomodidad tiene aspectos de identidad, otros culturales y otros de naturaleza fiscal. No todos los que estaban en la calle pedían la independencia, pero todos, y muchos desde sus casas, clamaban que esta situación no puede seguir igual, y pedían que los políticos de uno y otro lado les busquen respuestas.

Lógicamente, cada vez es mayor el grupo de los que piensan y expresan que la única salida es una separación, aunque no digan cómo hacerlo. Otros, que hemos trabajado durante muchos años buscando soluciones convenientes para ambas partes, estamos pensando que si nuestras propuestas siguen siendo sistemáticamente desatendidas o rechazadas, se nos conducirá a engrosar este grupo, aun sin estar convencidos de que sea la mejor solución para los conciudadanos. Desde esta perspectiva, yo expreso mi satisfacción de que la gente en la calle haya dicho basta, porque obliga a todos a dejar ambigüedades y a expresarse con claridad. Una semana después de la Diada, me preocupa mucho la capacidad de ambas partes para gestionar el conflicto: un Gobierno en Madrid que, por ahora, ha pasado de la minusvaloración del clamor popular a una posición de rechazo con la excusa de que hay otras urgencias, y, en Barcelona, un Gobierno que, en un fallo de cálculo, se ha encontrado sobrepasado en el intento de reforzar su reclamación del pacto fiscal, y ve ahora como una parte de la población le dice que con esto no basta.

Tanto unos como otros van a endurecer sus posiciones. No sé si era esta la intención inicial ni de Mas ni de Rajoy, pero creo que el choque de trenes está servido. O mejor, un choque de un tren contra una pared. Se está demostrando que, con el PP en Madrid, el camino, más que difícil, está cortado. Ello, y la presión de los coyunturales aliados de CiU para que acelere la locomotora, permiten augurar un enfrentamiento doloroso que no resolverá el problema y los catalanes volveremos una vez más a la frustración. ¡Cómo quisiera equivocarme!

Los que deseamos (somos muchos) votar a un Estado catalán, pero no totalmente fuera de España, necesitamos un plan que pasa por tres fases: 1. Una consulta formal que clarifique el deseo de los ciudadanos catalanes. 2. Un pacto mayoritario en Cataluña. 3. Un pacto con Madrid sobre una reforma de la Constitución y el diseño de una nueva relación de Cataluña con España y con Europa.

Este pacto catalán solo es posible a partir de un acuerdo inicial entre CiU y el PSC, dos fuerzas a menudo contradictorias en lo social

Este pacto catalán solo es posible a partir de un acuerdo inicial entre CiU y el PSC, dos fuerzas a menudo contradictorias en lo social, pero ambas con experiencia de gobierno y partidarias de la moderación. Este pacto no avanzará en Madrid a través del PP, ni con los actuales dirigentes, ni menos aún con los que están al acecho. La pregunta sigue siendo: ¿Podría avanzar con el PSOE? La verdad, no lo sé. Es un partido que se proclama federal, pero que ha dado ya demasiados tumbos en este tema; un partido que “cepilló” el Estatuto (pero solo hasta el punto que Mas aceptó, no se olvide), que luego ayudó a aprobarlo, y que nunca lo recurrió al Tribunal Constitucional, como hizo el PP. Un partido que se sigue haciendo preguntas al respecto.

¿Habrá en el PSOE, en el PSC, en CDC y en UDC la inteligencia política suficiente que un plan así requeriría? ¿Entenderá el PSC que, para sintonizar con la parte central de la sociedad catalana, debe ser mucho más firme en las reivindicaciones de Cataluña y situarse cuando se le necesite al lado del Gobierno catalán? ¿Entenderá el PSOE que debe apoyar a fondo al PSC en sus posiciones respecto a Cataluña si no quiere que el socialismo se diluya aquí? ¿Entenderá CiU qué aliados le convienen más en Madrid y en Barcelona?

Los ciudadanos han exigido a gritos soluciones a los políticos. No les piden que les lleven a una confrontación y les anuncien dificultades, sino que generen las complicidades necesarias que permitan resolver los problemas. Aunque ello les pueda suponer dificultades ante unas elecciones…

Joan Majó, ingeniero y exministro.

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