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Daniel de Alfonso / Director de la Oficina Antifraude de Cataluña

“Algún diputado que impulsó la Oficina Antifraude ahora la quisiera cerrada”

Daniel de Alfonso, en su despacho de la Oficina Antifraude.
Daniel de Alfonso, en su despacho de la Oficina Antifraude. TEJEDERAS

Daniel de Alfonso, de 48 años y con más de 22 en la carrera judicial, colgó la toga de magistrado hace un año para dirigir la Oficina Antifraude de Cataluña (OAC), un organismo insólito en España y cuestionado por algunos sectores desde su creación.

Pregunta. ¿Cómo lleva que se dude continuamente del trabajo de la oficina?

Respuesta. Llega un momento en que uno se cansa de oír que no hacemos nada. He tenido que escuchar de algún diputado que la OAC debería cerrarse. Y lo han dicho, por desconocimiento, diputados que fueron promotores de la OAC.

P. Pero los rumores de cierre vienen de lejos.

R. Ya los había oído incluso antes de ser nombrado. El único requisito que puse para aceptar el cargo es que no venía para cerrar la OAC y que no aceptaba un límite temporal más allá del que marca la ley. Si la oficina ha sobrevivido ocho meses sin director, no voy a venir yo a cerrarla. Pero el fantasma planea.

P. Dé algunos argumentos que justifiquen la continuidad

“Hemos enviado 11 denuncias

R. En nueve meses han salido de la oficina 11 denuncias a la fiscalía. Estamos colaborando en cinco asuntos judiciales de cierto volumen, incluido uno en la Audiencia Nacional. Se han cerrado 22 expedientes completos, realizando recomendaciones a las Administraciones. Y nuestra recomendación ha servido para modificar también la Ley de Transparencia, en cuanto a la incompatibilidad de los altos cargos a partir del caso Agbar, que afectó a excargos de ICV del Departamento de Medio Ambiente.

P. A lo mejor deberían explicar más el trabajo que hacen.

R. Si explicáramos los asuntos que llevamos, se echarían encima de uno o de otro partido, en cuanto les afectara una investigación. Lo que me preocupa no es la crítica, sino que cale en la sociedad el mensaje de que no hacemos nada. Prefiero que se diga que no explicamos lo que hacemos, sabiendo que lo hago bien, a saber que lo hago mal y encima no evitar la crítica.

P. Por tanto, tiene claro que, en época de recortes como la que vivimos, la OAC debe mantenerse como está.

R. Sería terrorífico que la gente llegase a creerse que la oficina es un gasto para Cataluña. Me preocupa que cale en la sociedad la idea de que no hacemos nada. Y eso se dice o porque se tiene miedo de la oficina y se piensa que tarde o temprano se les va a pillar a ellos, o porque no soy tan accesible como se pensaba. Yo me reúno con todas las instituciones que nos pueden servir de ayuda. Y también con las notarías, para tener acceso a las bases de datos para investigar asuntos de blanqueo de capitales o de registros, para poder seguir bienes.

P. ¿Ha recibido alguna llamada de alguien que se interesara por un asunto o le presionara?

R. Ni una. Un alto cargo de la oficina sí recibió una llamada de alguien que fue muy representativo en el Gobierno de la Generalitat y que dijo que le habíamos arruinado la vida a él y a su esposa por una investigación que hicimos. Yo no respondí, porque eso es un chantaje moral. Y es verdad que cuando hablas con algunas personas preguntan en abstracto si llevamos alguna cosa interesante, pero eso no es presionar. Si el líder de un grupo quiere hablar de cómo funciona la OAC, no tengo ningún problema en reunirme, porque algunos diputados desconocen por completo cómo trabajamos.

“Sigo pensando que el dinero no tiene color y gastarlo no es delinquir”

P. ¿Se puede llegar a desterrar la corrupción o estamos condenados a convivir con ella?

R. El gran sueño que tengo es que la sociedad tenga claro que la corrupción no es la única vía de salida y que la disminución de actos corruptos solo se puede hacer mediante la formación y la prevención. Tengo previsto reunirme con rectores de universidad y con el Departamento de Enseñanza para proponer cátedras y una asignatura no evaluable de moralidad en lo público. Y que afecte también a lo privado, porque no se pueden ir haciendo expedientes de regulación de empleo sin pensar en el trabajador.

P. ¿Sigue pensando que el dinero no tiene color, como dijo a propósito de Eurovegas?

R. Aquello fue una declaración, probablemente no muy afortunada en cuanto a la expresión, que se malinterpretó. Si alguna cosa he estudiado como juez es el blanqueo de capitales. El que compra un Ferrari, ¿es sospechoso de hacerlo con dinero negro? Si estoy en un Estado policial, sí. Pero en un Estado de división de poderes, no presumo de nadie que es un delincuente. Por eso dije que, en principio, el dinero no tiene color y al que lo gasta no le debo presuponer que es un delincuente y lo está blanqueando.

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