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Góngora regresa a Córdoba

La sala Vimcorsa acoge una exposición del poeta

Detalle de la exposición dedicada a Góngora.
Detalle de la exposición dedicada a Góngora.F. J. VARGAS

Cuando Luis de Góngora tenía solo seis años, un pintor paisajista flamenco se paró en la orilla meridional del Guadalquivir para sacar una instantánea de la ciudad donde había nacido, Córdoba. Era un día de 1567 y nadie lo sabía entonces, pero aquella capital con una catedral a medio construir en mitad de una monumental mezquita omeya, iba a ser testigo primordial del desarrollo del Siglo de Oro de la literatura española.

Aquel pintor flamenco se llamaba Anton van den Wyngaerde y su retrato de la ciudad se expone estos días en Córdoba, en el marco de una gran exposición dedicada al principal poeta de la ciudad. Góngora. La estrella inextinguible. Magnitud estética y universo contemporáneo es una ambiciosa muestra que traduce en objetos, pinturas y dibujos el universo interno del escritor barroco cordobés, así como el mundo en que le tocó vivir. Una atmósfera marcada por el declive del Imperio español, la contrarreforma católica y el redescubrimiento de toda la mitología clásica. La exposición se desarrolla en la Sala Vimcorsa y en el Centro de Arte Pepe Espaliu, del Ayuntamiento de Córdoba, hasta el 11 de noviembre. Inmuebles contiguos emplazados a solo unos metros del lugar donde se encontraba la casa en que Góngora (1561-1627) murió.

Joaquín Roses es el comisario de esta ambiciosa muestra en la que lleva más de dos años trabajando con su equipo. La Biblioteca Nacional de España, en Madrid, acogió la primera y más extensa exposición, entre el 30 de mayo y el 19 de agosto. Algunas de las 224 piezas que compusieron la exhibición madrileña no han podido viajar a Córdoba, pero sí un conjunto representativo de la misma.

“La idea que nos ha movido es retratar cómo era el mundo que le tocó vivir a Góngora. Cómo vivía, qué leyó en su vida. Y todo a través de objetos que representen la importancia que tuvo para él la música, todo lo relacionado con lo pastoril, lo cinegético y, por supuesto, la mitología”, explica Roses. Traducir todo eso en pinturas, esculturas, grabados o manuscritos ha requerido un trabajo arduo.

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