“Alicante está hecha por los promotores”
El autor del Auditorio de Alicante lamenta que la ciudad no respete su pasado, critica a los promotores y cuestiona a los políticos que se dejaron presionar
Juan Antonio García Solera (Alicante, 1924) a su edad sigue dibujando en cuaderno edificios y plazas con la misma pasión con la comenzó. El arquitecto y urbanista, cuya obra más reciente ha sido el auditorio Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA), lamenta que Alicante no respete su pasado, critica a los promotores que llegaron para hacer negocio y luego se marcharon y cuestiona que los políticos se dejen llevar por presiones y no asumieran la “batuta” del urbanismo. El resultado final es una ciudad “remendada”.
Pregunta. En un artículo reciente usted criticaba el “deterioro y la vulgarización” de Alicante. ¿Qué es lo que ha pasado?
Respuesta. Esto no ha sido cosa de dos años, hace mucho tiempo que la ciudad arrastra un deterioro importante, no hay un espíritu de defensa de lo propio como en otras ciudades como Murcia, Albacete, incluso Valencia, que se han desarrollado bien. Aquí eso no preocupó.
P. ¿Y de quién es la culpa?
R. La responsabilidad es de todos, pero las directrices deben estar establecidas y la autoridad debe marcar el rumbo. Un PGOU (Plan General de Ordenación Urbana) sirve para trazar el futuro de la ciudad y sus líneas esenciales deben ser inamovibles porque están en función no solo del urbanismo material sino también de su historia y de sus gentes. Tuvimos años de gran desarrollo y mucha inversión pero quizá no se dirigió bien.
P. ¿Y por eso tenemos una ciudad poco ordenada?
"Los constructores venían
R. Efectivamente, Alicante que la fundaron los griegos históricamente fue creciendo junto al mar, pero en los últimos años su desarrollo no fue coherente, y lo que más lamento es que en Alicante no se respete el pasado.
P. ¿Por qué no?
R. No lo sé. Pero lo cierto es que aquí se han hecho actuaciones agresivas que se deberían haberse evitado.
P. ¿Cómo por ejemplo?
R. El paseíto Ramiro de ahora no es mejor del que había. Es cierto que surgió una muralla, pero hay que saber si es mejor rescatar ese resto arqueológico o conservar la plaza que teníamos con todas sus vivencias, porque al final nos encontramos ante una ciudad fría y poco armónica. La plaza del mar es fría, y por muchas estatuas que quieran poner, que evito calificarlas, no gana. Todo el Mediterráneo hemos tenido históricamente unas ciudades gratas para vivir al aire libre, donde todo el mundo se conoce, se saluda y hay un intercambio social, interesante y conveniente, pero en Alicante se han ido creando barrios dispersos y disgregados que hacen que la ciudad sea fría.
P. ¿Qué hay que hacer para integrar estos barrios?
R. El problema es que están aislados, porque no se relacionan entre sí. La ciudad está inconexa. Aquí la playa, allá otro barrio y muchos centros comerciales cuyo resultado es una ciudad difusa. Y los centros comerciales se convierten en guetos y en pequeñas ciudades dentro de otras sin entidad. Alicante era muy interesante, con su clima extraordinario, pegada al mar, la luz y el sol. Antes tenía un conjunto coherente y cómodo para vivir, pero ahora no.
P. ¿Qué época fue esa?
"El PGOU como el de Alicante
R. Destrozar Alicante ha sido en los últimos años, cuando se invertía mucho y había un furor por construir. Aunque, en realidad, hace 50 años ya empezaron a cometerse aberraciones. Los constructores venían a ganar dinero y luego se marchaban. Ellos están para eso, pero la autoridad política debe velar para que una ciudad no esté hecha por promotores.
P. ¿El político no ha estado a la altura de las circunstancias?
R. No lo sé, pero lo cierto es que no se han preocupado de la ciudad, dejaban hacer a los promotores y así se han ido haciendo cosas alegremente.
P. Y qué piensa de la tramitación del PGOU de Alicante, ahora bajo sospecha por el caso Brugal, con un redactor inicial, Luis Cantallops que despidieron y luego contrataron a otro...
R. Un PGOU es algo muy serio, hay que pensarlo bien porque marca el futuro de una ciudad. Yo además de arquitecto soy urbanista, y a mí me encargaron que elaborara un PGOU que fue aprobado definitivamente en 1973. Y lo hicimos un equipo multidisciplinar de expertos en el que todos, menos un técnico aparejador, éramos alicantinos y entendíamos lo que era la ciudad, porque nacimos aquí.
Ahora se pretende principalmente dar cancha para construir, y eso no es acertado. Y lo que lamento en todo este debate es la falta de respeto a lo que era Alicante, los vestigios que quedaban se han destruido. Una ciudad es un conjunto de vivencias en su historia, no son solo casas y calles, sino su sociedad, su economía, su forma de ser… Y todo eso es importante, y precisamente los ámbitos en los que se vive y se convive son los que se han destrozado. Un edificio es testimonio de su época, por ejemplo los que diseñaron la Explanada, que se construyó en 1947, durante años ha sido un lugar de convivencia y armonía.
"La última palabra en
Pero ahora ya no es así, tenemos un gran un sumidero que huele, las terrazas desordenadas, cada toldo diferente y una terminal de autobuses... Otro ejemplo, la Comandancia Militar, para una ciudad como Alicante con pocos edificios y escaso patrimonio, tenía su entidad y se debió conservar, pero se tiró. El resultado final es que Alicante es una ciudad remendada, por donde vayas hay remiendos.
P. ¿Y qué papel han jugado los técnicos urbanistas?
R. Los servicios técnicos son importantes, el político no tiene por qué saber de urbanismo, pero debe saber elegir a los mejores técnicos y fiarse de ellos. Aquí, sin embargo, se han dejado llevar por presiones de gente ajena que ha hecho y ha deshecho lo que ha querido.
"Alicante es una ciudad
P. ¿Quién ha gobernado en Alicante el promotor o político?
R. Alicante está hecha por los promotores, sin lugar a duda, no se les puede censurar, ellos venían a ganar dinero.
P. ¿Y el político pasó?
R. Los técnicos emitían sus informes, pero la última palabra es del gobernante, es el que tiene autoridad para decidir, ellos tienen la batuta. Y un PGOU como el de Alicante no puede hacerse pasando por ocho manos distintas. Eso es imposible, porque al final perjudica a la ciudad. Nosotros hicimos el PGOU de 1974, pero luego se echó a la papelera. Planteábamos una ciudad desarrollada alrededor de la bahía, no hacia el interior. La pena es que luego aprovechando ciertos cambios en la legislación se encargó otra propuesta diferente. Pero jamás me presionó ningún alcalde.
P. Una de sus últimas obras es el ADDA en Campoamor. ¿Qué opina?
R. Se ha hecho solo una primera fase, está por desarrollar todo el planeamiento para regenerar la zona. La primera propuesta fue del presidente de la Diputación, Antonio Fernández Valenzuela. Presentamos incluso la maqueta, pero luego se paralizó, hasta que Joaquín Ripoll asumió la iniciativa. Para mí una obra es del que la plantea y la acaba, y tiene mérito que Ripoll retomara un proyecto de épocas anteriores. La lástima fue el tiempo que se perdió.
P. Usted también diseñó el Palacio de Congresos en el Benacantil.
R. Gané el concurso del Ayuntamiento, pero al final no se hizo por los problemas judiciales. Un palacio tiene tanta fuerza que uno debe saber donde se ubica. Por cierto, el primer Palacio que se proyectó en Alicante, en 1968, fue obra mía. Yo era entonces arquitecto de la Diputación y el presidente Pedro Zaragoza me encargó diseñar un moderno, que tenía incluso un helipuerto. Si se llega a hacer hubiera sido un revulsivo para Alicante. Recuerdo que fuimos a Madrid a ver al entonces ministro, Manuel Fraga y dijo “este palacio puede cambiar los designios turísticos de la zona, que apuntan mediocre”. Pero Zaragoza dejó de ser presidente y ya no se hizo.
P. Parece que esta ciudad sea la de los proyectos frustrados, somos los primeros en plantear las cosas y luego no se hacen. ¿Qué ocurre?
R. Pues que somos alicantinos, somos meninfots, los proyectos se quedan flotando y no pasa nada.
P. ¿Pero por qué la sociedad no reacciona?
R. Por ese meninfotisme, también influye que no hemos tenido gobernantes de aquí, casi todos eran foráneos y se han despreocupado de cuidar una ciudad, cuya idiosincrasia desconocían.
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