Ópera sin preservativos
Hace falta echarle mucho valor para sacar adelante con dignidad un espectáculo como Viva Verdi. Gustavo Tambascio es un mago en este tipo de apuestas y ya hizo diabluras desplegando una imaginación delirante, con presupuestos no precisamente boyantes, en títulos tan complicados como Lulu, de Alban Berg, en Manaus o, por no irnos tan lejos, en La Partenope, de Vinci, en Nápoles. Pero lo de ayer era ya rizar el rizo de lanzarse al vacío sin paracaídas. Con una pianista en lugar de una orquesta de fuste, con un elenco de cantantes jóvenes y, en fin, con un programa íntegramente dedicado a Verdi, un autor que se las trae en dificultades.
VIVA VERDI
Director: Gustavo Tambascio. Cantantes: S. Ferrández, R. Jacobs, J. F. Balestrini, A. Torres, B. Carrillo. Actriz: Nerea Moreno. Teatro Fernán Gómez, 6 de septiembre.
Podía haberse titulado La ópera de perra gorda por los medios económicos, pero Tambascio —el Alberto Contador del mundo lírico— no se ha echado atrás y ha enlazado una serie de escenas verdianas a cual más complicada, con una contextualización del lado patriótico y vital del compositor, y con una escenografía no por sencilla menos sugerente. Se apoya en pasajes literarios de Leopardi, Shakespeare, Victor Hugo, García Gutiérrez o el propio Tambascio. Además, hay continuamente destellos teatrales en los cantantes y un peso importante en la ligazón del espectáculo con la actriz Nerea Moreno, que añade ese elemento complementario para que la velada tenga una componente didáctica además de musical.
Lo grandioso, en cualquier caso, es la música de Verdi, que cinco cantantes con limitaciones defienden como si les fuese en ello la vida, transmitiendo credibilidad y pasión a pesar de algún fallo técnico. Al piano, Celsa Tamayo los arropa como puede y sale airosa del desafío. Viva Verdi es un espectáculo hecho con la cabeza y con las tripas, una muestra de la ópera a pelo, en estado primario, sin estiramientos ni preservativos. Tambascio —qué gran talento, mínimamente aprovechado en España— ha vuelto a realizar uno de sus milagros escénico-conceptuales. Es un santo, este hombre.
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