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Las universitarias son las únicas que han ganado empleo en la crisis

Actualmente hay 31.500 licenciadas más trabajando que antes de la recesión

Ignacio Zafra
Una mujer en el laboratorio de un instituto de investigación. / tania castro
Una mujer en el laboratorio de un instituto de investigación. / tania castroTANIA CASTRO

La crisis tiene su expresión más desoladora en las cifras del paro. Los grandes números son conocidos: desde que empezó la crisis, la tasa de desempleo ha pasado en territorio valenciano del 8,7% al 27,1%. El paro se ha disparado hasta afectar a 675.500 personas. Y el número de trabajadores se ha reducido en 396.300 desde el año 2007, la frontera del último gran ciclo de crecimiento. Entre las cenizas de la Encuesta de Población Activa (EPA) es posible encontrar, sin embargo, algún elemento positivo. El más llamativo es que las mujeres con estudios universitarios no sólo han conseguido mantener su volumen de empleo, sino que varios años de severa crisis económica después han conseguido aumentarlo en 31.500 puestos de trabajo.

A mediados de 2007, las mujeres con “estudios superiores salvo doctorado” —que es como el Instituto Nacional de Estadística (INE) describe al colectivo— ocupadas en la Comunidad Valenciana sumaban 298.500. Cinco años más tarde ese número había aumentado hasta las 330.000. La diferencia con los varones es significativa: en el mismo periodo el número de licenciados ocupados se redujo en 11.600, cayendo de 318.00 a 306.500. Una conclusión provisional es que antes de que estallase la crisis había más hombres que mujeres con estudios universitarios trabajando. Y ahora es al revés, tanto en la Comunidad Valenciana como en el conjunto de España.

El cambio requiere importantes matizaciones. Pero no por ello el dato deja de resplandecer. “Se trata de un fenómeno imparable que, aunque conocido, pocas veces se destaca su importancia cuantitativa”, señala Matilde Mas, catedrática de Análisis Económico de la Universitat de València y miembro del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas. “El gran cambio que ha experimentado este país a lo largo del siglo XX ha sido la incorporación de la mujer al mercado de trabajo en general y la mejora en su cualificación en particular”.

La profesora señala dos ejemplos. En 1960, solo el 0,14% de las mujeres españolas había finalizado estudios superiores, mientras que en 1991 —último dato disponible, porque ni el censo ni los padrones posteriores proporcionan dicha información— ese porcentaje se había multiplicado por un factor de 45. En ese periodo de 31 años, el número de varones, que partían de una situación mucho mejor, se había multiplicado por un factor de 4,5, la décima parte. Y en 1900 el 71,4% de las mujeres eran analfabetas frente al 55,8% de los hombres, mientras que hoy prácticamente se han igualado.

La tasa de paro de las valencianas es inferior a la de los hombres

Una primera explicación para la dispar evolución entre mujeres y varones con educación universitaria tiene que ver con la “segregación ocupacional” que describe Luisa Moltó, directora del master Género y Políticas de Igualdad y catedrática. El 87% de las mujeres trabajan en el sector servicios. Y la actual crisis económica, envenenada por el estallido de una gran burbuja inmobiliaria, ha impactado mucho más en el sector de la construcción —que ha perdido el 60% de los empleos en la Comunidad Valenciana— y en la industria, ambos sectores “muy masculinizados”. La segregación por sectores laborales, que según Moltó se utiliza para intentar justificar las diferencias salariales por género, ha actuado en este caso como “protector del empleo de las mujeres”.

La importancia que ha tenido la desigual distribución en los sectores económicos la demuestra otro dato. Antes de la crisis, la tasa de paro de los hombres (6,8%) era casi cinco punto inferior a la de las mujeres (11,3%). Hoy, en cambio, la tasa de paro es inferior entre ellas (26,3%) que entre ellos (27,7%) en territorio valenciano, mientras en el conjunto de España son prácticamente idénticas.

El cruce en la tasa de paro por género es especialmente acusada en el caso de la población extranjera, que sufre tasas de desempleo mucho más elevadas que los valencianos y cuya segregación por sectores ha sido mayor. En el segundo trimestre de 2007 la tasa de paro de las extranjeras alcanzaba el 17,7% mientras que la de los extranjeros era del 12,9%. Cinco años después, el desempleo entre las mujeres extranjeras se ha elevado al 31,7%, pero la de los varones extranjeros ha alcanzado un escandaloso 39%.

Asunción Ventura, vicepresidenta de la Fundación Isonomía, organismo dependiente de la Universidad Jaume I de Castellón que tiene como objetivo la promoción de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, celebra el aumento del empleo de las mujeres mejor formadas en un contexto tan adverso. Pero advierte de que conviene tratar los datos “con tranquilidad y analizar qué hay detrás de esas cifras”.

La crisis se ha cebado en sectores más “masculinizados” y de sueldos

En primer lugar, señala, contar con estudios superiores es una ventaja tanto para hombres como para mujeres, ya que su tasa de paro es globalmente inferior en 10 puntos a la de la población general de la Comunidad Valenciana. Y a pesar de haber ganado empleos durante la crisis, la tasa de paro de las mujeres con estudios universitarios (19,3%) es superior a la de los hombres con ese nivel educativo (16,1%). El motivo es que hay bastantes más mujeres activas con educación superior que hombres, y esa tendencia seguirá ampliándose. En los últimos cursos, las mujeres representan en torno al 65% del total de titulados de la Universitat de València, el principal campus del territorio.

Ventura también apunta a que la más lenta incorporación de la mujer al mercado de trabajo y sus menores salarios provocan que, cuando se quedan paradas, las prestaciones por desempleo que reciben son inferiores. Ello les lleva, probablemente, a aceptar ofertas de trabajo antes que los hombres, aunque la retribución sea baja o se trate de puestos a tiempo parcial.

La información de la EPA avala ese razonamiento. Las mujeres han tendido tradicionalmente mucho más que los hombres a tener trabajos a tiempo parcial. Y los años de crisis han alimentando el fenómeno: en 2007 había 236.400 mujeres en esa situación en la Comunidad Valenciana y ahora son 251.400. Entre los hombres también se ha registrado un aumento, pero en términos absolutos continúa siendo muy inferior: han pasado de 64.300 a 77.100 varones con contratos a tiempo parcial.

La diferencia salarial entre hombres y mujeres también está comprobada. Petra Araque, secretaria de la Mujer en UGT-PV estima que la desigualdad alcanza en torno al 25% en territorio valenciano. A pesar de ello, Araque considera esperanzador el dato de las mujeres con estudios universitarios, sobre todo “porque se enmarca en una tendencia que se viene observando desde antes de la crisis, y es que las mujeres hemos avanzado muchísimo en el acceso al mercado laboral”.

Araque apunta dos razones: “El hecho de que las mujeres somos más perseverantes, abandonamos menos los estudios, tenemos mejores expedientes y hemos entrado en aquellos campos de estudios que hasta ahora estaban siendo ocupados sobre todo por hombres, como las ingenierías”. Y el hecho de que las mujeres no son hoy tan dependientes económica y socialmente de los hombres. “Eso lleva a que las mujeres tengamos una visión más clara de nuestro futuro tanto personal como profesional”, afirma Araque, “lo que hace más factible que nos abramos paso en el mercado laboral”. “Estamos hablando de un cambio muy profundo en la sociedad, desde los roles tradicionales en los que el hombre trabajaba y, si la mujer tenía un empleo remunerado, era subsidiario”, agrega.

Camino por recorrer

Un último dato, aparentemente contradictorio con lo anterior, y que pone de relieve el camino que aún queda por recorrer es el del empleo de las mujeres que, además de una carrera, han completado el doctorado. En este caso el empleo entre las mujeres se ha reducido con la crisis: de 5.700 a 4.200. El descenso entre los hombres con doctorado ha sido inferior: de 9.500 a 9.200.

La catedrática Matilde Mas señala que las mujeres con este grado de formación “tienen una presencia muy importante en los ámbitos de la educación, la sanidad y la administración. Como han llegado más tardíamente al mercado de trabajo, y también tienen en general más difícil la promoción, ocupan posiciones menos consolidadas en la escala funcionarial, por lo que son en principio más vulnerables a los recortes asociados a la consolidación fiscal. Es la aplicación del <CF1001>last in first out” (que en este caso podría traducirse como que los últimos en ser contratados son los primeros en ser despedidos).

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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