Dudas sobre el origen del fuego en la Serranía
No está claro que una imprudencia en la quema de rastrojos fuera la causa
Al poco de declararse el incendio de Andilla el pasado 29 de junio, que arrasó en torno a 20.000 hectáreas, fue detenido A. G., de 57 años, por haber provocado presuntamente el foco inicial. Fue imputado por un delito medioambiental por imprudencia grave y puesto en libertad provisional.
Se le acusó de ser responsable de quemar rastrojos en su finca de Andilla cuando no podía hacerlo. La quema se descontroló y el fuego se extendió, según la primera investigación. Las actuaciones y la detención fueron inmediatamente transmitidas por los responsables políticos a los medios de comunicación.
Dos meses después, las dudas se ciernen sobre las causas del incendio de Andilla. Se han practicado más investigaciones y, si bien está claro que el foco inicial partió de la parcela del imputado, no es tan evidente cómo se originó el mismo. Incluso, hay algún testimonio que indica que hubo más de un foco en aquella fatídica tarde de verano, lo que apuntaría hacia la posibilidad de que el incendio fuera provocado y no consecuencia de una imprudencia o un descuido. El caso está siendo instruido por el juzgado número 6 de Llíria.
El portavoz de Ecologistas en Acción de la Serranía, Luís Sullén, señala que la primera investigación adoleció de “falta de rigor” y critica la “celeridad” con que se realizó. Insiste en que los trabajos de investigación de este tipo requieren un tiempo y deben ser exhaustivos. “¿Por qué tanta prisa?”, se pregunta.
“Cabeza de turco”
El ecologista sostiene que había que “buscar rápidamente una cabeza de turco” y ese propósito no se detuvo ante el “daño moral y personal” que se le podía hacer al imputado, un vecino muy conocido tanto en Andilla como en el cercano municipio de Alcublas.
Cuando el fuego aún no se había controlado, numerosos vecinos de Andilla ya mostraron su extrañeza por la imputación de su vecino, porque se trata de una persona amante y conocedora de la montaña y de los caballos, y por tanto, normalmente era muy cuidadoso.
Simpatizante de los ecologistas, A. G. había trabajado como brigadista en tareas de prevención de incendios cabalgando por la montaña. Su mujer avisó del fuego y él mismo participó en los primeros intentos de apagarlo. En su parcela conviven varios animales y él trabaja profesionalmente en el sector del transporte.
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